Capítulo 27: Soy medio bruja

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Iris

Llevaba semanas distante. Distante con mis amigos, con mis compañeras de piso y con todo el mundo. Después de la llamada con mis hermanos solo podía pensar en la vuelta, en estar en mi casa y en Raquel, si es que aparecía. No tenía ganas de verla, después de lo que hablé con Sara... hizo que me replanteará si de verdad quería seguir estando ahí.

Durante toda la semana mis amigos me habían bombardeado con mensajes y preguntas para saber qué me pasaba. No me atreví a contarles nada, bueno, no más de lo que ya sabían Sara y Valeria.

Subí a casa después de una semana agotadora. Lo único reseñable del día es que me había encontrado con Jota y que había reunido las fuerzas suficientes para darle un abrazo cuando me despedí de él. Era como si algo dentro de mí me hubiese pedido a gritos que lo abrazara, y menos mal que lo hice. Quedamos en vernos mañana para ir de nuevo al pub en el que nos conocimos. No tenía muchas ganas de salir, pero el hecho de estar con él ya hacía que quisiese ir.

Sara le preguntó al resto si ellos también irían. A lo que Leo le dijo que ese fin de semana se iría al pueblo de sus abuelos. Mark iba de escapada romántica con su novia y Valeria dijo que ella intentaría ir pero que no prometía nada porque tenía que acompañar a su madre a no sé qué sitio por trabajo. Así que por ahora la única que sí iba con seguridad era yo, curioso porque era a la que menos le gustaba la fiesta.

Abrí la puerta del piso y lo que me encontré fue extraño. Ro, estaba sentada en el sofá con Risqueto en el hombro. Había puesto un tapiz en el ventanal que tapaba toda la luz del día, velas encima de la mesa y una persona estaba sentada enfrente de ella. Olí el incienso, tenía demasiado buen olfato como para no darme cuenta, y vi un montoncito de cartas sobre la superficie.

Entré lentamente y miré a Ro frunciendo el ceño.

—Hola, Iris, estoy trabajando —me saludó.

—Eh... ¿Y a qué te dedicas exactamente? —pregunté mientras observaba la mesa con cautela.

—¿Esto? Ah, bueno es que soy medio bruja y estoy echándole las cartas a Noelia —explicó mientras señalaba a la muchacha.

—Encantada —añadió Noelia.

—Igualmente... —comenté poco convencida.

Estudié a la chica al milímetro. Tenía los ojos saltones y el pelo recogido en una coleta alta, sus labios eran finos y tenía la nariz grande. Llevaba ropa demasiado cara, de hecho, estaba segura de que podría pagar el alquiler de un mes con tan solo su bolso.

—¿Quieres quedarte o te vas? Decide rápido que se corta el vínculo.

—¿El vínculo?

—¡Vamos! —se exasperó.

Asentí y me senté en el sofá al lado de Ro.

—Bueno, Noelia. Voy a echarte la tirada del año.

—¿Qué es eso? —le susurré a Ro.

Me miró mal y lo soltó.

—Básicamente, ella tiene que escoger doce cartas y así es cómo sé lo que le va a pasar este año.

—Curioso.

—Adelante, Noelia. Recuerda, no puedes tocar las cartas, solo señalarlas —desarrolló mientras terminaba de ponerlas bocabajo en la mesa.

La chica empezó a señalar mientras que mi compañera iba dándoles la vuelta poniendo caras raras. Yo tan solo estudiaba sus expresiones al igual que Noelia que cada vez estaba visiblemente más preocupada. Llegó el mes de agosto y Ro se asustó tanto que Risqueto saltó directamente a mis brazos y se escondió en ellos.

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