Capítulo 52: Universo

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Jota

Entré a su dormitorio y cerré la puerta tras de mí. Clavé mis ojos en Iris que se había sentado en el filo de la cama mientras miraba hacia el suelo. Y nunca antes la había visto así. Era como si se hubiese rendido.

Me acerqué a ella y me arrodillé para mirarla desde abajo. Puse ambas manos en sus muslos y ladeé la cabeza en un intento de descubrir lo que le surcaba por la mente.

—¿Qué pasa, Iris? —pregunté en voz baja.

Su barbilla comenzó a temblar y una lágrima le resbaló por la mejilla. Levanté mi pulgar hacia ella y le limpié el líquido mientras mi corazón se desgarraba.

—Odio verte sufrir —susurré acercándola a mi hombro.

Noté que tragaba saliva con dificultad y le acaricié la nuca con dos dedos porque sabía de sobra que eso conseguía relajarla.

Se separó de mí y ancló sus ojos verdes en mi persona.

—Raquel ha estado aquí, Jaime.

—¿Cómo? —parpadeé un par de veces por la impresión.

—Se presentó anoche... ha dormido aquí.

—¿Por qué no me lo dijiste?

—No lo sé... ni siquiera sabía cómo tenía que reaccionar —musitó con la voz temblorosa.

Me levanté para sentarme en la cama y rodearla con mis brazos mientras apoyaba mi cabeza en la suya.

—¿Cómo ha ido...? —pregunté después de un rato esperándome lo peor. Y en realidad, sabía la respuesta que tenía que darme.

Se incorporó pasándose el dorso de la mano por los ojos.

—Le he soltado todo... la he alejado para siempre —se le quebró la voz.

—Era lo que querías, ¿no? —le di un beso en la sien.

—Sí... necesitaba hablar con ella. No podía seguir así... encima... Encima me ha regalado esto —dijo mientras sacaba algo del bolsillo de su sudadera.

Me percaté entonces de que era un collar. Un collar que ya había visto antes, y entonces caí en la cuenta de que ayer vi a Raquel en el ascensor cuando me fui de casa de Iris.

—¿Qué ha pasado? —Sus hombros se tensaron y después de unos instantes afianzó la voz.

—Me he enfadado con ella... —hizo una pausa—. Le he preguntado por qué nunca me ha felicitado... por qué no aparecía en mi cumpleaños. Como siempre me ha soltado que no es un día importante para ella... pero lo es para mí —rompió a llorar—. No he pasado ni un cumpleaños bien porque me encerraba en mi dormitorio a llorar y a llorar sin parar... Odio cumplir años, no celebraba que estaba un año más aquí porque a nadie le importaba.

—Vamos, no digas eso —susurré con el corazón en un puño. 

No quería verla así, no quería que pensase eso porque para nada era la realidad. Ella era mucho más importante que cualquier otra persona y me rompía por dentro que pensase todo lo contrario. No se merecía esto y sabía que por mucho que quisiera nunca lo creería.

—Es la verdad... —atrapó un pañuelo y se lo pasó por la nariz—. Me ha dicho... —me miró temblorosa—. Me ha dicho que las relaciones que empieza rápido están destinadas a la catástrofe... que no duran —tragó saliva.

Apreté la mandíbula en cuanto lo escuché.

—¿Te ha dicho eso? —inquirí sin salir de mi asombro.

A través del arco IrisWhere stories live. Discover now