Capítulo 46: Incluido tú

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Jota

Mi móvil comenzó a vibrar, lo saqué del bolsillo y la cara de Paula iluminaba la pantalla. Ya habíamos terminado con la organización y estábamos comiendo un poco para ir con los demás a la zona de las pistas.

—¿Paula? —descolgué—. ¿Te paso a Luis?

—Es Iris —respondió nerviosa. Todos los músculos de mi cuerpo se activaron cuando escuché su nombre.

—¿Qué pasa, Paula?

—No está, no sabemos dónde se ha metido, Jota. Estaba aquí y de repente ha desaparecido.

—¿Qué? —Me levanté de golpe de la silla mientras intentaba reordenar la información que me acababa de dar.

—Hemos intentado llamarla pero no lo coge. No da señal, creo que es problema de su conexión. Estamos preocupados, hay muchísima gente.

—Vale, voy para allá. —Me pasé una mano por el pelo y colgué para llamarla, busqué el número en la lista de contactos y me llevé el altavoz a la oreja. Nada—. Mierda, Iris —susurré mientras volvía a marcar.

—¿Qué pasa? —preguntó mi prima acercándose a la mesa.

—Iris, ha desaparecido —comenzó a formarse un nudo en mi garganta—. No saben dónde está.

—¿Qué? —dijo Dani mientras se levantaba de golpe de uno de los sillones y se aproximaba a mí.

—Venga, vamos a buscarla y si la encontramos te avisaremos —respondió mi hermano.

Asentí y salimos corriendo del reservado. 

Estaba preocupado y había mucha gente, más de la que esperábamos. Nos separamos en cuanto llegamos a las pistas para intentar abarcar más campo de visión pero sabía que iba a ser imposible porque todo estaba abarrotado de gente.

Miré a mi alrededor estudiando a todas y cada una de las personas que había allí y me empecé a agobiar en cuanto fui consciente de que no podía ver nada entre todas las figuras que bebían y se movían al ritmo de la música. Conocía de sobra a Iris como para saber que se agobiaba en las multitudes.

De repente, una idea cruzó por delante de mis ojos, quizás había ido al baño y estaba allí. Fui en dirección a los servicios sorteando la cola que aguantaba para entrar y miré puerta por puerta, pero no estaba, joder. No estaba.

Tragué saliva mientras que mi mente iba a toda prisa. Estaba agobiado y necesitaba mantenerme calmado para poder encontrarla, no podía dejar que los nervios se apoderasen de mí. No quería que le pasase nada y no podía ayudarla si no estaba con ella. Volví al reservado por si había ido allí pero no, no había nadie.

—Joder —di un golpe a la puerta en un intento de desahogarme.

Me giré e hice el mismo recorrido hasta llegar a las pistas pero ahora sí que me notaba fuera de sí, intentaba calmar la respiración pero ya era imposible. Cualquier bocanada de aire que entraba en mi boca era inservible porque no llegaba hasta mis pulmones. Aparté a las personas que me bloqueaban y giré varias veces a mi alrededor por si la veía pero no había manera, era como si hubiese desaparecido.

Me agobié al pensar en que estaba sola, que era de noche y que no podía contactar con ella. Respiré hondo y a lo lejos vi unas escaleras, fui hacia allí y me subí para mirar desde arriba y tener una visión periférica de la zona.

Y entonces, la vi. 

Era ella, era Iris. 

Salí corriendo en su dirección todo lo rápido que pude y agarré su mano para tirar de ella hacia mí pero se soltó casi como si quemase sin ni siquiera mirarme, empujó a un grupo de gente que le obstaculizaba el paso y salió corriendo. La seguí para poder alcanzarla con el ceño fruncido sin entender lo que acababa de pasar, ¿por qué había hecho eso?

A través del arco IrisWhere stories live. Discover now