Capítulo 20: Yo no estoy nervioso

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Jota

Estiré mi brazo y le ofrecí una mano a Iris para ayudarle a levantarse.

Accedió y me sonrió.

—Perdón por dejarte caer.

—Tranquilo, he amortiguado con el culo —soltó una risita.

—No me extraña.

Iris compuso una mueca de duda y yo simplemente negué con la cabeza mientras soltaba un suspiro por la nariz. ¿Cómo podía ser tan inocente?

La observé detenidamente, llevaba el pelo despeinado y tenía las mejillas ligeramente escarlatas. E incluso así me pareció más guapa aún, y sé que se dio cuenta, quizás porque la estaba estudiando al milímetro.

—Debería ir al baño —carraspeó la garganta.

Dani le indicó mientras esperábamos en el salón.

—Oye Dani, creo que mejor luego me llevas tú a casa, ¿vale? —comentó mi prima.

—Me parece bien —respondió mirándome.

—Sara, vivimos al lado. Te llevo yo —me acomodé en el sofá.

Se miraron entre sí y negaron la cabeza con una mueca de "no se entera de nada".

Fruncí el ceño.

—Jota, tío...

—Que es para que estéis solos —completó Sara.

Me erguí poniendo mi espalda recta como si alguien hubiese tirado de mí con un hilo invisible, las manos me empezaron a sudar y era muy consciente de que me estaba poniendo nervioso.

—¿Jota nervioso por una chica? Esto es nuevo —se rio mi mejor amigo.

—No estoy nervioso.

—Negándolo solo haces que parezca que lo estás —añadió mi prima.

—Te gusta y punto —soltó Dani.

—Igual que a ti Valeria —contraataqué.

Tragó saliva y sus mejillas comenzaron a teñirse de carmesí mientras él rehuía mi mirada.

—Venga ya, ¿me vas a decir que no te gusta? —indagué.

—A ver, me llama la atención pero no la conozco —respondió.

—Pues es cuestión de hacerlo, intenta conocerla —comentó mi prima.

—¿Tú sabes si le gusto?

—No le he preguntado, así que no lo sé.

Iris entró al salón con media sonrisa dejándose caer a mi lado. Repito: a mi lado.

—¿De qué habláis? —nos miró uno a uno al ver que nos habíamos callado casi de inmediato.

—Nada —sentenció Dani.

—Puedes decírselo —aseguró mi prima mientras asentía en un solo movimiento.

—Además, quizás ella sepa algo —la miré.

—¿Qué sé? —apretó sus cejas en mi dirección.

Dani comenzó a tronarse los dedos uno a uno con la frente comprimida debatiéndose si soltarlo o no.

—Va, tío. Iris no va a decir nada, es de fiar —di una pequeña palmadita en la rodilla de la chica.

—Eh... —su voz apenas fue audible. Carraspeó y miró a Iris—. Bueno... es que... Val... Valeria, me llama la atención —habló por fin.

La mirada de Iris le iluminó el rostro y yo me quedé viendo su expresión en un intento de desentrañar lo que quería decir aquello.

A través del arco IrisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora