Capítulo 14: O sea, ¿vas de duro?

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Jota

Vi a Valeria entrar dentro del pub después de abrazar a Sara.

—Entonces, ¿no necesitáis que os acerque a ningún sitio? —pregunté de nuevo.

—Tranquilo, ya te he dicho que tengo coche.

—Has bebido.

—Solo un chupito y hace rato.

—Tú también lo has hecho, Jota —Iris clavó sus ojos verdes en mí.

—Voy bien —mi comisura izquierda se elevó en un intento de sonrisa.

—Cuídala —Iris señaló con la cabeza a mi prima que se iba hacia la furgoneta.

—Siempre.

Caminé hacia el vehículo dándoles las espaldas, pero me frené en seco y me giré mirando a Leo.

—No la dejes sola —señalé a Iris.

Asintió con la cabeza y me despedí de ellos con la mano. Me subí a la furgoneta y apreté las manos en el volante mientras contemplaba a Sara.

—Vamos, arranca. No quiero hablar —se recostó en el asiento.

—¿Estás segura?

Arranqué y conduje en un silencio sepulcral porque sabía lo que sentía Sara, estaba destrozada, aunque quisiese aparentar que no. Siempre la he conocido mejor que a sí misma y me importaba lo suficiente como para querer hacer que se sintiese mejor, pero era consciente de que no era el momento para intentar hablar de ello. Así que, encendí la radio hasta que aparqué enfrente de su casa que estaba un poco más arriba de la mía porque éramos vecinos. 

 —Jota —susurró.

—¿Sí? —me giré hacia ella.

—Soy estúpida —cubrió su cara con las manos.

—¿Qué? Ni de coña, no digas eso —me acerqué a ella.

—Es... es que... pensaba que le gustaba. De verdad lo pensaba y todo el mundo me lo decía —tragó saliva.

—Sarita... —murmuré—, yo también lo veía... por eso insistí... Lo siento, no quería que sufrieras —apreté los labios.

Ella me miró mientras le temblaba la barbilla y yo me rompí al verla así. Me dolía demasiado que Sara sufriese, me importaba y ojalá pudiese hacer que lo que ella sentía quemase menos.

—Ahora la relación va a ser diferente —sonó demasiado débil—. Después de ocho años... no quiero perderlo.

—Bueno, no tienes por qué hacerlo —hice una pausa—. Solo necesitáis un tiempo separados...

—¿Por qué he tenido que enamorarme de mi mejor amigo?

—Porque nunca lo elegimos.

—Voy a empezar a ser como tú.

—¿Cómo yo? —apreté las cejas en su dirección.

—Sí, pasar de todo y no enamorarme nunca... y–y tener toda la seguridad del mundo.

—¿Eso piensas de mí?

—¿Me equivoco?

Me mordí el labio y respiré pesadamente.

—Mira, desde Mar, no he estado con ninguna chica... —Carraspeó la garganta ruidosamente— de forma seria —puse los ojos en blanco—. Soy incapaz de confiar en alguien, no después de lo que hizo, pero, aunque siempre diga que no quiero enamorarme o que nunca voy a encontrar a alguien, sé que estoy equivocado porque claro que quiero hacerlo —tragué saliva y la miré—. Al final, creo que todos queremos sentir algo así, Sara.

A través del arco IrisWhere stories live. Discover now