Bethany Brown

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Chyler Leigh como Bethany Brown

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Chyler Leigh como Bethany Brown.

Cillian Murphy como Thomas Shelby

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Cillian Murphy como Thomas Shelby.




Desperté por lo gritos ahogados de un soldado junto a mi, había pasado la noche entera intentando clamar su dolor con lo poco que tenía a mano. Alce mi rostro al frente observando la fila de camas repletas de heridos esperando ser atendidos, los disparos podían oírse a veces a lo lejos, los motores de los aviones sobrevolándonos, el frío que me recorría la espalda cada vez que la entrada de aquella tienda improvisada se abría estaban volviéndome loca.

Estaba sedienta, apenas tenía tiempo de beber un vaso de agua, los soldados no podían esperar, los médicos gritaban órdenes desde su lugar mientras atendían miembros amputados por las minas escondidas en el suelo. Las heridas de bala eran las más comunes, nunca había visto una antes de esta guerra más que en libros.

Me había unido al cuerpo de enfermería del Ejército Real de la Reina Alexandra un año antes de que la guerra se llevara a cabo, mis padres dejaron de hablarme en cuanto lo hice. Dijeron que como mujer debía quedarme en la casa, que no tenía la necesidad de rebajarme a trabajar como enfermera, pero mi vocación de ayuda valía más que cualquier conflicto que mis padres presentaran. No he recibido una carta de ellos desde que les comunique de mi viaje a Francia como apoyo a los soldados, les he escrito algunas veces para que supieran que no había muerto aún, pero nunca recibí respuesta.

Los días pasan lentos y las noches son de sobresaltos, no había paz en medio de este desastre. Tuve que hacerme mi lugar aquí, este mundo gobernado por hombres me obligó a desarrollar un carácter poco amable con quien se lo mereciera. Muchos de esos soldados no habían visto una mujer en años y los llevaban a tener actitudes muy desubicadas. Recuerdo la primera vez que un soldado intentó propasarse, había recibido una bala en el brazo, tenía fiebre y creyó que sería una buena idea intentar besarme a la fuerza. Tuve que presionar su herida con fuerza para que me soltara, el doctor lo sedo y continuó él con su atención.

Fumaba un cigarrillo en la entrada de la tienda, a lo lejos podía verse los destellos de las bombas, los estruendos de disparos y explosiones. Cerré mis ojos intentando imaginar que me encontraba en otro lugar, que estaba en casa con mi familia, a pesar de todo los extrañaba, pero en el fondo sabía que nadie me esperaría al regresar. Estaban decepcionados de mi y mis decisiones, ellos no querían esto para mi vida, esperaban que fuera una linda ama de casa y que tuviera muchos hijos, un esposo que me provea de todo justo como mi padre hizo con mi madre. Ahora imaginaba esa vida si es que volvía a Londres, esperaba que esta guerra se acabe pronto y poder regresar a mi vida, porque a pesar de haber elegido esto como algo que quería hacer, también deseaba regresar a la tranquilidad de la monotonía en casa. Tal vez hablaba el cansancio, el hambre y la deshidratación, pero quería regresar.

— ¡Enfermera! — grito un sujeto sacándome de mis pensamientos.

Miré a un lado como dos hombres cargaban en brazos a un tercero que parecía inconsciente. Tire el cigarrillo al suelo abriendo la entrada de la tienda mientras hacia señales para que entraran.

— ¡Doctor, un herido! — exclame preparando la cama para recibirlo.

Tenía un disparo en su pierna derecha, el hombre permanecía inconsciente sobre las sábanas blancas que comenzaban a teñirse de rojo brillante, esa no era una buena señal. Tapone la herida con paños limpios mientras el doctor se colocaba los guantes.

— Esta perdiendo mucha sangre. — dije apretando la herida de la pierna.

Justo cuando se disponía a atenderlo otro de los soldados comenzó a convulsionar, cayó de la cama y abrió la herida de su cabeza. El doctor me miro preocupado, eran dos situaciones de urgencia y no podía decidir a quien atender primero.

— Yo iré con él, usted atienda a este hombre. — exclame.

— No, tu ya has atendido este tipo de heridas, puedes hacerte cargo. — explicó.

— Pero…

— Tengo que atender a ese soldado o morirá. — me interrumpió poniéndose de pie. — Estaré a unos metros.

El doctor Marshall había sido uno de los pocos hombres con los que pude trabajar sin ser menospreciada, ser mujer aquí te convertía en el tapete a pisar, el último eslabón débil y sin importancia. Pero él no era así, amaba enseñar, aunque fuera a una simple enfermera como yo y lo agradecía mucho. Junto a Marshall había aprendido muchísimas cosas, como por ejemplo a tratar este tipo de heridas. Me quedé inmóvil por un momento, observando al doctor levantar al soldado del suelo.

— ¿Va a atenderlo o no? — cuestionó con molestia uno de los hombres que había traído al herido.

— Si, lo siento. — murmure observando mis manos rebosantes de sangre. — Tráigame eso. — ordené señalando a una mesa donde permanecía el poco instrumental que nos quedaba.

El hombre corrió con movimientos torpes acatando mi pedido, comencé cortando la ropa dejando la vista el pequeño agujero de bala que rasgó la piel, la suciedad y trozos de tela se encontraba incrustadas dentro de el. Debía controlar la hemorragia antes que continúe perdiendo sangre y muera. Verifique si tenía orificio de salida pero no lo habia, así que debía buscar la bala aún dentro de aquel hombre. Tome la pinza con mi mano algo temblorosa para revisar en donde podía estar hasta que sentí el roce del metal, con delicadeza retire el proyectil dejándolo a un lado. Suture la arteria lo más rápido que pude pero el sujeto apenas tenía pulso.

— Doctor, este hombre necesita una transfusión. Controle la hemorragia, pero perdió demasiada sangre, no va a sobrevivir. — dije algo dudosa.

— Hazlo. — respondió sin quitar la mirada de lo que hacia.

— Nunca hice una, Marshall. — le confesé.

Él alzó su mirada con una pequeña sonrisa tranquilizadora y asintió.

— Tu puedes hacerlo. — me alentó. — Conecta la vía a la vena cefálica o la braquial de ambos pacientes y espera.

Asentí poco convencida y regrese junto a los hombres, el más joven caminaba de un lado al otro mientras el mayor observaba al otro en la cama.

— Necesito hacerle una transfusión sanguínea, ¿Alguno de ustedes puede hacerlo? — cuestione observando a ambos.

— Somos hermanos, claro que podemos. — exclamó el mayor.

— ¿Por qué aún no ha despertado? — pregunto el joven deteniendo su marcha. — No es la primera vez que le disparan y nunca tardo tanto en despertarse.

— La bala perforó la arteria femoral, perdió demasiada sangre, es por eso que no despierta. — explique. — Cuando reciba la sangre que necesita se recuperará, lo hemos descubierto hace poco.

Sin decir nada más, el mayor de ellos extendió su brazo de una vez mientras enrollaba la tela sucia de su camisa. Con rapidez coloque la vía en ambos brazos, la sangre fluía por el tuvo de uno al otro lentamente. Continué limpiando la herida, quitando los diminutos pedazos de tela y tierra, para luego coser la piel.


✧༺♥༻✧

Los hombres se habían marchado, debían volver a la batalla. Thomas, como sus hermanos me dijeron que se llamaba, aún no despertaba. Parecía estar recuperando la fuerza de todos esos meses de estar alerta en medio del campo.

El día ya casi se acaba, los heridos se encontraban estables y no habíamos recibido nuevos. Las escasas noticias que se oían eran poco alentadoras, no sabíamos cuando terminaría todo esto y ya casi no nos quedan provisiones. Marshall estaba agotado, tanto que dormía de inmediato cuando se sentaba a descansar por momentos. Yo me mantenía despierta de maneras artificiales, era la única forma de no caer agotada en el suelo y hasta el momento funcionaba perfecto.

Revisé las heridas de todos los soldados que se encontraban en la tienda, al llegar a la cama donde Thomas descansaba lo note incómodo, moviéndose de un lado al otro. Intenté mantenerlo quieto pero fue en vano, él abrió los ojos de manera repentina e intentó ponerse de pie.

— No, no, no. No puede ponerse de pie aún. — dije sosteniéndolo por los hombros.

— Debo regresar, mis hermanos…

— Ellos lo trajeron, recuéstese. — le informé acomodando su almohada.

Él se detuvo a mirarme por un momento, sus ojos azules como zafiros me recorrieron el rostro, parecían brillar bajo la luz tenue de la lámpara junto a la cama. No me sentí incómoda, pero si intimidada, parecía perdido en su cabeza, siempre alerta a cualquier pequeño ruido.

— Debo salir de aquí, no estamos a salvo. — dijo inquieto.

— Tranquilo, por favor. Las tiendas médicas son terreno neutral, nada va a pasarle. — expliqué quitando la sabana que le cubría el cuerpo.

— ¿Qué hace? — cuestionó mirando cada movimiento que hacía.

— Debo revisar su herida y limpiarla. — le comenté doblando la manta a la mitad descubriendo la piel desnuda de su pierna.

Él ya no dijo más nada, me dejó examinar la lesión con tranquilidad, limpie los puntos con delicadeza y volví a cubrirla con una venda limpia y seca.

— Bien, ya termine. — comenté volviendo a cubrirlo con la manta.

— Debo regresar a mi puesto. — dijo intentando levantarse una vez más. — Mis hombres me esperan, confían en mi.

— Sus hombres lo necesitan vivo, si se levanta de esa cama y sus puntos se abren va a desangrarse. — exclame sosteniéndolo una vez más. — No le servirá a nadie muerto.

— Es solo una bala. Estoy bien, deme algo de morfina y continuaré mi camino. — retruco molesto.

— Ya basta, usted puede dar órdenes allí afuera, sargento, pero aquí mando yo y le ordeno que regrese a la maldita calma ahora mismo. — exclame con fastidio. — Si a usted no le interesa su propia vida, al menos piense en sus hermanos. Ellos lo trajeron arriesgándose a morir, su hermano mayor le dio de su propia sangre para que no muriera. Piense en eso y deje de ser tan egoísta.

Thomas mi miró una vez más, en sus ojos parecía librarse una batalla mucho más fiera que la que se llevaba a cabo allí fuera. Se sentó con lentitud dejándome acomodar la manta una vez más, creí ver cordura por primera vez en sus ojos.

— Soy el Sargento Mayor Thomas Shelby. — se presentó extendiendo su mano.

— Soy la enfermera Bethany Brown. — contesté recibiéndole el saludo.

Peaky Blinders One ShotWhere stories live. Discover now