Iris Shelby

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Lucy Boynton como Iris Shelby

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Lucy Boynton como Iris Shelby.

Cillian Murphy como Thomas Shelby

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Cillian Murphy como Thomas Shelby.

Todo era obscuridad. El pañuelo de seda negro se apretaba alrededor de mi cabeza cubriendo mis ojos, podía sentir la tela suave deslizarse apenas por mi piel. Él me sostenía de la mano mientras que con la otra me aferraba a su cuerpo por la cintura. Daba pasos torpes golpeando la punta de mi tacón contra los peldaños de piedra de lo que parecía ser una escalera. El viento soplaba contra mi rostro jugando con las hebras de mi cabello, el olor a pasto recién cortado y bañado por la llovizna de la noche anterior, sus indicaciones en mi oído me guiaban el camino.

Oí el sonido de una puerta abrirse, estire mi pie dando un paso más con cautela. El abrigo de sus manos me abandonaron dejándome sola, estire mis pies arrastrándolos por lo que parecía ser parqué hasta golpear mi tacón contra algo. Abrí mis brazos en un intento de sostenerme, mi mano derecha se apoyó en una fría pared, la izquierda, en el descanso de lo que parecía la baranda de madera de una escalera. Sentí sus manos en mis hombros y el susurro de sus palabras en mi oído.

- Ya puedes quitarte la venda de los ojos.

Deslicé la tela hacia abajo a mi cuello observando frente a mi una escalera de madera color caoba que hacía juego con el suelo de parqué y largos zócalos en las paredes azul marino, algunos cuadros colgaban de ellas, un hermoso retrato de la yegua que me había regalado cuando nos casamos y hermosos atardeceres en el astillero donde lo conocí.

- ¿Te gusta? - cuestionó. En su voz podía oírse anhelo y esperanza.

A decir verdad, no había visto más que las escaleras y el recibidor a un lado, pero me encantaba. Amaría cualquier lugar en donde él habitara. Volteé entre sus manos, envolviendo mis brazos por sus hombros para dejarle un suave beso en los labios carnosos y pálidos.

- Es perfecto. - asegure y sonreí.

- Solo falta traer la alfombra de las escaleras, pero ven, vamos a conocer la casa. - ordenó con ternura tomando mi mano.

Me guio a la derecha de la puerta de entrada, un arco daba la entrada hacia la biblioteca de paredes de madera y enormes muebles repletos de libros. Una máquina de escribir sobre el escritorio a la que acaricie con lentitud para luego tocar una tecla. "Clic" sonó cortando el silencio de la habitación.

Salimos de allí hacia la izquierda donde un arco idéntico al anterior en el que descansaba un juego de sofás amarillo con bordados y bordes de hilo dorado formando elegantes figuras, igual que los apoya brazos. Tenia cojines haciendo juego. Los sofás rodeaban una mesita de café frente a una imponente chimenea. A la izquierda una enorme ventana dejaba ingresar la luz del día, iluminando toda la estancia. A la derecha, una puerta de vaivén te enviaba directo a la cocina, completamente equipada con todo lo que un cocinero pudiera necesitar, una mesa con cuatro sillas y dos ventanas a cada lado de la mesada de mármol que era la estrella del lugar. En el lateral izquierdo había una abertura que daba directo hacia el recibidor y en el otro extremo de la habitación, otra puerta de vaivén conectaba al gran comedor. Una mesa larga con, al menos, diez sillas, perfecto para las cenas familiares, decorada con hermosos arreglos florales y candelabros de velas apagadas.

Regresamos al recibidor directamente desde el comedor, subimos las escaleras encontrándonos a la derecha con la habitación principal donde una enorme cama de doseles presidía el lugar. Siempre había soñado con una cama de doseles, como las princesas de los cuentos que mi madre me contaba. Thomas siempre había prometido que cuando tuviéramos nuestra propia casa me compraría una cama así y por supuesto que lo cumplió. A la izquierda se encontraba el baño tan blanco y pulcro, junto a él otra habitación aun desocupada, a la espera de algo.

Era hermosa, no voy a negarlo, y era nuestra.

Peaky Blinders One ShotWhere stories live. Discover now