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Ellie Bamber como Lydia.
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Cillian Murphy como Thomas Shelby.
La noche comenzaba a caer, los empleados de las fábricas se agolpaban en las calles repletas de carcajadas, algunas mujeres tomadas del brazo se acercaron a la puerta del Garrison deseosos por un trago. Lydia observó a su amiga caminar con una gran sonrisa en su rostro hasta ella, la envolvió entre sus brazos y beso sus mejillas.
- Así que, ¿Cómo fue el primer día de la flamante secretaria de Thomas Shelby? - preguntó tomándola de los hombros.
- Fue intenso. - respondió para envolver su brazo con el de ella y encaminarla hacia las puertas del pub.
Se sentaron en la mesa habitual, Penny fue por dos cervezas y con rapidez regreso con ella. La joven observó su alrededor, ningún Shelby se encontraba a la vista, tampoco Mike, lo que decepcionó un poco a Penny.
- ¿Entonces? - inquirió con una sonrisa. - ¿Le serviste café, le diste su periódico y te sentaste en su falda para repasar la agenda del día? - su tono burlón hizo reír a Lydia.
El día había sido todo lo contrario, descubrió que Thomas era un hombre completamente diferente al momento de hacer negocios. Tal vez por que era su primer día y no quería cometer errores, pero estuvo tensa la mayor parte del tiempo que pasaba en su presencia.
- Para nada lo que imaginas. - suspiró Lydia. - Fue muy profesional, me trató de manera cordial y si, le serví café, le di su periódico y repasamos la agenda del día.
- ¿Sobre sus piernas? - preguntó riendo Penny.
- No, por supuesto que no. - respondió entre carcajadas.
Sus carcajadas se vieron interrumpidas cuando las puertas del Garrison fueron abiertas. Los tres hermanos Shelby, Mike y Jeremiah ingresaron al lugar, algunas personas se silenciaron, otras sonrieron y otras simplemente se movieron del camino para no estorbar el paso de aquellos peligrosos hombres. Por que todos sabían de lo que ellos eran capaces de hacer, la fama los presidía, su negocio se había forjado con sangre, aunque ahora era legítimo, al menos una parte.
Incontables veces Lydia había tenido que tallar la sangre de las camisas de su hermano, también curado cortes en su rostro y nudillos, ella había visto de primera mano lo que eran capaces de hacer cuando, de más joven, había seguido a su hermano hacia el viejo astillero. Observó la manera salvaje en la que golpearon a un sujeto, le cortaron el rostro con las navajas de sus boinas y lo dejaron sangrando en el suelo. Cuando lo enfrentó por lo que había visto, él le explicó que aquel sujeto era un deudor de la casa de apuestas que había querido intercambiar a su pequeña hija a cambio de la deuda. Supo en ese momento que había algo mucho peor que la violencia de los Peaky Blinder.
La joven asintió con una sonrisa, Lydia rodo los ojos y bebió de su cerveza observando a la pareja alejarse. Miró a su alrededor, nunca había notado lo sola que estaba, siempre se armaba un vacío alrededor del lugar donde ella se encontraba. Era como si tuviera lepra y nadie quisiera acercarse a ella. A veces quería ser otra persona, en un lugar donde nadie la conociera y desenvolverse como las mujeres de ahora, como su amiga Penny.
- Lydia. - la saludo Shelby trayéndola a la realidad.
- Thomas. - sonrió observando su rostro sereno.
- Necesito que mañana, antes de ir a la oficina, pases por la casa de apuestas, Michael va a darte una carpeta con algunos documentos que necesito firmar. ¿Podrías? - le preguntó por mera educación.
- Por supuesto. - le aseguró.
El se mantuvo de pie frente a ella por largos segundos, la contemplaba como un espejismo, una hermosa sirena en el borrascoso mar. Luego pestañeo y sonrió apenas asintiendo, como agradeciendo la respuesta de Lydia.
