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Lucy Hale como Fedra Williams.
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Tom Hardy como Alfie Solomon.
Las calles de Camden Town se encontraban en silencio, desiertas y húmedas. El pueblo parecía fantasma, quería pensar en que esta había sido la mejor decisión que pudiera haber tomado.
Después de aquel día en el que Thomas Shelby rompió su corazón, intentó continuar con su vida. Era difícil verlo todos los días en el Garrison, evitar su mirada, ignorar las disculpas a medias que balbuceaba entre pedidos de copas.
Había comenzado a beber para evitar las pesadillas, despertaba todas las mañanas con resaca que apaciguaba con más alcohol. Fedra acarreaba los pedazos de su corazón por todo el lugar, las bolsas bajo sus ojos eran el signo de noches enteras rodando en la cama, perseguida por aquellos zafiros, envenenando su sangre con cada hora que pasaba.
La idea surgió una tarde, cuando Harry comentó que conocía a un hombre de Camden Town que tenía un bar y que necesitaba una camarera que lo ayude. Fedra vio la oportunidad de dejar todo atrás. Le imploro a Harry que hablara por ella con su amigo y, en cuanto tuvo el visto bueno, vendió la casa de su infancia y se marchó sin mirar atrás. Era lo mejor, alejarse de Thomas Shelby para siempre.
Abrió las puertas del pub con un empujón y se encaminó detrás de la barra, el hombre allí sonrió en forma de saludo. Aún era temprano, los trabajadores llenarían el lugar en pocos minutos, las jarras comenzarían a llenarse y el ruido inundaría el alrededor. Fedra se sentía algo cansada, el día no la ayudaba para nada, la humedad resentía sus rodillas y la rezagaban un poco.
Pronto se vio rodeada de gente gritando órdenes, las jarras con cerveza y los vasos de whisky se repartían por doquier. La noche avanzó con rapidez, nunca había servido tanto alcohol en su vida, era día de pago para la gran mayoría y eso los empujó a beber de más.
El turno llegó a su fin, Fedra estaba exhausta y arrastrando los pies se despidió del hombre tras la barra para regresar a la pequeña habitación de pensión donde pasaba sus días en soledad. Esa noche se sintió algo inquieta, podía oír pasos siguiéndola de vuelta a casa. Pronto se vio atrapada por dos hombres en aquel callejón oscuro que siempre intentaba evitar, uno la sostenía por los brazos mientras el otro los empujaba aún más a la oscuridad. Fedra gritó lo más fuerte que pudo, el hombre que la sostenía le tapo la boca con su mano y el otro la golpeó en el estómago. El aire le había abandonado los pulmones cuando fue empujada al suelo, las risas de aquello hombres resonaban a su alrededor cuando recibió varios golpes más. Logró gritar una vez más cuando oyó el ruido de las hebillas de los cinturones, se transportó de inmediato a que día, el aliento de Kimber en su nuca, el olor del whisky que la rodeaba. Su vista estaba algo borrosa, la oscuridad no la ayudaba, pero pudo divisar cuando dos sombras más aparecieron en el lugar. Su conciencia la abandono en ese momento, la noche la envolvió en calma y el eco de una voz suave susurro algunas palabras indescriptibles hacia ella. Sintió calma y paz antes de caer en un profundo sueño.
