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Lucy Hale como Fedra Williams
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Cillian Murphy como Thomas Shelby
Desde pequeña me habían enseñado a no entregarle mi amor a ningún hombre por que ellos solo sabían de guerra, odio y destrucción. Me habían dicho que en el momento en que me entregara en cuerpo y alma, en el momento en que le de mi corazón a alguien mas, lo aplastarían con su puño destruyéndome por completo.
Debí de escuchar mejor. Debí haber previsto todo esto, pero en el momento en que lo vi allí sentado, mirando por la ventana con tanta melancolía y tristeza, supe que le daría hasta mi vida con tal de verlo sonreír aunque sea una vez.
Lo poco que mi madre me había enseñado era a no confiar en nadie, ni siquiera en ella y mucho menos en un hombre. Ella era prostituta, una muy buena a decir verdad, solía acostarse con hombres poderosos y hacerse de una buena vida solo por abrir las piernas. Mi padre, vaya a saber uno quien es, nos abandonó de inmediato cuando quedó embarazada dejándonos con deudas que nadie podría pagar, al principio vivimos en una pequeña y asquerosa habitación de pensión donde atendía clientes mientras me dejaba encerrada en el baño, pero con el tiempo fue escalando entre hombres poderosos hasta llegar a conseguir una casa en Sutton. No teníamos tantos lujos pero sobrevivíamos con algo más que el resto de nosotros, ella nunca se dejó vencer por las adversidades, a pesar de tener un mal genio y nunca pasar tiempo conmigo me enseño lo necesario para ser quien soy ahora.
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Entre al pub en busca de empleo, nunca había podido estudiar lo que quería pero ahora estaba a punto de perder la casa y no tenía más opción que venderla para regresar a vivir en Small Heath donde la vida era un poco más barata que en otros lados.
El lugar estaba vacío a excepción del hombre sentado a la mesa, miraba por la ventana de vidrio cortado y colorido con tanta nostalgia que podía sentirlo dentro de mi pecho, añoraba algo que hasta podría verse la decisión de tenerlo sin importarle nada en toda su expresión. La luz le recortaba el rostro, la línea de la mandíbula dura remarcaba sus pómulos en lo alto de sus mejillas sonrojadas por el calor del sol que se colaba por ella.
