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Thomas suspiro sentándose en la tenue oscuridad de la oficina, apenas alumbrada por la lámpara a su lado, sostuvo el sobre entre los dedos girándola mientras la observaba. La caligrafía color negro resaltaba del sobre blanco frente a él, su nombre perfectamente escrito en cursiva lo invitaba a abrir el texto escondido dentro.
De todas las personas que habían escrito presentando sus respetos ella era la última que imagino le escribiría, el vientre le cosquilleaba del solo pensar que sus manos habían estado en ese mismo lugar, tomó el abre cartas y corto el papel deslizando el filo con firmeza.
“Querido Thomas:
Recibí las noticias de la muerte de tu esposa, quiero que sepas que siento mucho lo sucedido… “
Thomas detuvo la lectura de manera abrupta, estaba abrumado, sentía el corazón palpitar con rapidez y el cosquilleo constante en su vientre no lo dejaba en paz. Apoyo el papel sobre el escritorio para encender un cigarrillo, se sirvió un trago y regresó al asiento para continuar con la tortuosa carta.
“… por lo que he sabido, era una buena mujer. Se que te estarás culpando en este momento Thomas, te conozco, pero no lo hagas. No te culpes, fueron las circunstancias del momento lo que desencadenó esta terrible fatalidad.”
Él no sabía cómo lo hacia, a pesar de haber estado alejados por tanto tiempo, ella podía leerlo como un libro abierto y reconocer sus sentimientos aún sin estar en la misma habitación. Era un don que ella tenía y que a él le encantaba.
Al día siguiente de recibir su carta, Lenna vendió la casa que Thomas le había comprado, dejó las acciones de la compañía al resguardo con Polly y se marchó a Nueva York para continuar con su vida. Se casó con un joven de buena posición pero enviudó pronto heredando una buena fortuna de su parte, tiempo después regreso a Londres, compró una casa e invirtió en diferentes negocios que marchaban de maravilla.
“Se que debes estar preguntándote como estoy, no dejé muchas pistas luego de irme, y aunque el señor Shelby tenga contactos en todo el mundo, se que no pudiste averiguar mi paradero. Estoy bien, Tommy, volví a casarme con un hombre maravilloso.”
Thomas soltó una risa entre dientes, por supuesto que había averiguado de ella, supo todo de Lenna apenas ella puso un pie en Londres. Sabía que había vuelto a casarse y que su esposo murió en un dudoso accidente de automóvil, también sabía que los negocios que manejaba no eran por completo legales y que ella había heredado todo.
“El cuido de mi, reconstruyó los pedazos que habían quedado de mi corazón y aprendió a amarme tal y como era.
No estoy echándote nada en cara, Tommy, entendí que las palabras en tu carta eran ciertas y que jamás me hubiera perdonado el alejarte de tu hijo por más amor que te tuviera. Ada me ha enseñado fotos, el pequeño es igual a ti, tiene tu sonrisa.”
Sonrió imaginando a Lenna sosteniendo a su hijo en el enorme parque de su casa, corriendo entre los árboles o enseñándole a montar a caballo, era algo con lo que había fantaseado hacia tiempo. Con el tiempo se había acostumbrado a estar con Grace y hasta llegó a quererla, pero el amor que sentía por Lenna era muchísimo más grande de lo que alguna vez podría haber imaginado. Nunca pudo sacarla de sus pensamientos, lo intento con todas sus fuerzas pero fue inútil, la tenía grabada en la piel y sería una estupidez de su parte negarlo.
“Tommy, no creo tener la fuerza para enfrentarte y darte el pésame en persona, por eso elegí este medio tal y como tu lo hiciste años atrás. Espero que me comprendas, no podría ver en tus ojos el amor por tu esposa y no por mi.
Te amé, aun lo hago y eso duele demasiado, creí que este tiempo alejados podría haber cambiado las cosas pero el solo hecho de oír tu nombre de la boca de Ada me confirmó que todos mis sentimientos siguen intactos. Te juro que esta carta no tiene otra intención que presentarte mis respetos y contarte un poco de mi presente, espero que no lo tomes a mal.
Te amo Tommy, siempre tuya.
Lenna.”
Apoyó la hoja a un lado y dejó caer su cuerpo contra el respaldo de la poltrona, debatió en su interior por un instante la idea de correr por ella y sin pensarlo por mucho más, tomó las llaves del automóvil para conducir durante toda la noche hasta Londres.
Ada le proporcionó la dirección de Lenna con gran entusiasmo, siempre había querido que ellos terminaran juntos, desde que vio el brillo en los ojos de su hermano y la enorme sonrisa llena de felicidad que ella le regalaba cada vez que estaban juntos.
La luz del alba iluminaba toda la estancia, Lenna apenas despertaba cuando oyó los golpes desesperados a la puerta, envolvió su cuerpo con la bata de seda color salmón y bajo las escaleras con rapidez algo temerosa por la insistencia de los golpes. Se detuvo frente a la puerta y tomó una inspiración pesada antes de tomar el arma que descansaba dentro del estuche junto al marco de la abertura para luego abrir.
El oxígeno le abandono los pulmones en cuanto lo vio al otro lado de la puerta, su cabello algo despeinado y los ojos azules resaltando gracias a las ligeras bolsas debajo de estos la cautivaron de inmediato. Parpadeo algunas veces mientras su corazón ralentizaba su marcha, pero fue en vano cuando el sonrió de lado con tanta naturalidad.
