Capítulo 2.

6.2K 1K 119
                                    

Capítulo 2

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

Capítulo 2.

Mis padres y el doctor Andrés Wayne se quedaron estáticos, intentando digerir lo que había confesado de sopetón.

«Es decir, ¿de qué otra forma se los podría decir? ¿En qué momento?».

La verdad era que nunca había una forma o momento idóneo para decir ese tipo de detalles, así que solo me dejé llevar por el momento y los sentimientos, a punto de enfrentar sus reacciones.

—¿Qué has dicho? —mi padre engrandeció los ojos.

—Hija, pero... —mi mamá no pudo evitar cubrir su boca automáticamente—. ¿Es en serio? —balbuceó, ya que no se lo podía creer.

Presioné los labios y solté un largo suspiro para luego asentir lentamente.

—Sí, estoy esperando un bebé de Adrián —me abracé a mí misma y me encogí de hombros—. Y por si se lo están preguntando, no. Esto no ha sido para nada planificado.

Mis padres intercambiaron miradas, manteniéndose serios y comedidos. Sin embargo, el doctor Andrés Wayne no salía de su impresión. Realmente, los tres no se lo podían creer, pero este último dio varios pasos hacia mí y sonrió esperanzado.

—Sé que estamos pasando por un momento muy doloroso con la pérdida de mi hijo, pero un bebé entre dos personas maravillosas no deja de ser una bendición para el futuro —me dijo al colocar su mano sobre mi hombro—. Estoy seguro de que traerá alegría a nuestras vidas —sus ojos volvieron a humedecerse—, así como Adrián la trajo para Marcella y para mí durante mucho tiempo —me dio un abrazo reconfortante y no pude evitar que algunas lágrimas rodaran sobre mis mejillas.

Sin embargo, comencé a preocuparme al percatarme de que mis padres no decían nada. Cuando volví a acercarme a ellos para enfrentarlos directamente, el teléfono de mi padre sonó de repente.

—Oh, disculpa, hija —sacó su teléfono, aún impresionado por mi confesión—. Es tu hermano —me avisó y no dudó en responder.

—Hija, yo... —mi madre me observaba con los ojos engrandecidos, pero intentaba mediar palabras—. ¿Cómo te sientes? —fue lo primero que me preguntó al respecto—. Primero quiero saber qué quieres y que sientes tú al respecto.

—Bueno, si te refieres al bebé... —tragué saliva y me encogí de hombros—. No es una situación que quería en estos momentos, pero estoy segura de que lo quiero —asentí e intenté secar mis húmedas mejillas.

—Bien —mi madre soltó el aire que estaba conteniendo, sintiéndose aliviada—. No sabía que decir al respecto, porque no sabía cómo te sentías con eso y con todo esto, pero si eso es lo que deseas y estás segura, cuenta conmigo en cualquier momento —sujetó mis mejillas y me miró a los ojos—. Más bien, cuenta con tu padre y conmigo. No te dejaremos sola con ese proceso, cariño.

De repente, ambas nos abrazamos con fuerza y calidez. A pesar de que pasábamos por un momento devastador, decirles la noticia era como un soplo de esperanza para mí. Saber que no estaría sola, pero, sobre todo, saber que mi bebé tendría una familia que lo amaría, a pesar de que no estaría su padre, me hacía sentir mucho más tranquila.

—Gracias, mamá. Sabía que podría contar con ustedes, como siempre —le sonreí con un poco de nostalgia.

—No hay nada de qué agradecer, mi niña. Tu padre y yo siempre estaremos para ti. Siempre serás nuestra niña —carraspeó y besó mi frente para volver a mirarme a los ojos—. Bueno, aunque ahora no tan pequeña, ¿verdad? —enarcó las cejas con cierta ironía.

—Jimmy, te paso a tu madre —mi padre nos interrumpió al acercarse a mí con decisión—. Tengo que hablar con tu hermana de un asunto sumamente importante —le dijo con seriedad y activó el altavoz de su teléfono.

—¿Qué sucede? ¿De qué tienes que hablar con ella que usas esa voz de macho alfa? —escuché a Jimmy insistir—. ¿Me dejarás con el chisme a mitad? —chilló al otro lado del teléfono.

Mi padre puso los ojos en blanco y le pasó el teléfono a mi madre. Luego colocó ambas manos sobre mis hombros y me miró fijamente.

—Hija, sé que estás pasando por un momento doloroso por la pérdida de Adrián, pero quiero que sepas que siempre estaré para protegerte. Más bien, para protegerlos —me miró con cuidado—. Digo, quieres tener el bebé, ¿no?

Asentí lentamente y bajé la cabeza, soltando un leve suspiro.

—Así es, papá —afirmé—. He decidido que a pesar de que debo continuar con mi carrera médica, seré madre.

Mi padre asimiló mi decisión y luego de un par de segundos en silencio, él también asintió y presionó los labios para decir:

—No solo tengo una hija que ya es médica, sino que también me hará abuelo —me sonrió y sus ojos se iluminaron con amor—. El más feliz de todos —me abrazó con amor y posó un beso sobre mi cabeza—. ¿Ves? —volvió a fijar sus ojos en mí—. Salvar el mundo no fue tan malo después de todo. Ha valido la pena.

—¡Pero díganme qué está pasando! —chilló mi hermano al otro lado del teléfono de mi padre—. ¿¡Cómo que "la pérdida de Adrián!? ¡Hace un par de horas que hablamos y estaba en su estado normal, malhumorado con el embarazo de Nere!

—¿¡Qué!? —mis padres exclamaron a la vez.

—¿Ya sabías lo del embarazo de tu hermana? —preguntó mi madre al achicar los ojos.

—Todavía no sé por qué me sorprende —bufó mi padre.

—¡Nere, disculpa! —me dijo Jimmy entre los reclamos de mis padres—. Es que no puedo creer que... —se quedó en silencio por un momento—. Iré a verlos al hospital en cuanto pueda —cambió el tema rotundamente—. Será mejor que hablemos luego.

Mi padre le quitó el teléfono a mi madre y no dudó en decirle:

—Debería inyectarte en la lengua la vacuna que he reservado para ti —lo riñó, aunque aliviado de comprobar que Jimmy continuaba en buen estado de salud.

—Será mejor que nos demos prisa —nos avisó el doctor Andrés Wayne—. Ya he llamado al hospital y los cuartos de recuperación estarán listos para descansar y ser atendidos.

Mis padres y yo asentimos e hicimos todo lo que el doctor Andrés Wayne nos indicó. Cuando salimos del avión con nuestras cosas, reconocí uno de los vehículos que esperaba por nosotros. Era la camioneta Mercedes-Benz de Adrián.

«¿Acaso...?».

Intercambié miradas con mis padres cuando el doctor Andrés Wayne caminó hacia la camioneta. Mi corazón se aceleró por completo y sentía que mis piernas me fallarían en cualquier momento. La emoción de que quizá volvería a ver a Adrián me dominó por completo.

«¿Realmente, había sobrevivido a aquella explosión?». Fue lo que pensé y no dudé en adelantarme y caminar con rapidez al sentir que las esperanza renacían.

MCP | La Especialidad ©️Where stories live. Discover now