Capítulo 31.

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Capítulo 31

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Capítulo 31.

El momento de la verdad sobre mi embarazo había llegado. En cualquier momento sabría el sexo de mi bebé, situación que me hacía sentir extraña, aunque emocionada. Mi corazón latía rebosante por la ilusión que albergaba en mi interior.

El doctor que había trabajado en mi caso desde el principio me había dirigido hacia un cuarto de exámenes, donde una técnica en ecografías me esperaba pacientemente.

—Doctora Doménech, ya puede recostarse sobre la camilla —me dijo ella al expandir su mano sobre el lugar donde debía recostarme.

—Muchas gracias —solté un pesado suspiro y me dirigí hacia la camilla, acomodándome lo mejor que podía con la ayuda de una enfermera que la asistía.

—¿Se siente preparada? —me preguntó la técnica mientras terminaba de preparar lo que faltaba para la ecografía—. Le pregunto porque parece desconcertada.

—Bueno —carraspeé—, para ser honesta, no me siento preparada para saber el sexo de mi bebé, pero sí que me hace mucha ilusión saberlo —sonreí con sinceridad, sintiendo cómo los vellos de mi piel se erizaban.

La enfermera me sonrió y sujetó mi mano en muestra de apoyo. Sin embargo, mi corazón no dejaba de latir con desenfreno.

—¿Estará usted sola? —preguntó la técnica al mirar a nuestro alrededor.

Sin embargo, aunque me estaba haciendo sentir un poco decepcionada el hecho de que quizá Adrián no podría venir por ocupaciones en el piso de cirugía, asentí y me mantuve positiva.

—Sí, no se preocupe —me apresuré a decir y esquivé su mirada—. Solo seré yo.

Ella asintió ante mis palabras, lista para continuar con el proceso que correspondía.

—Bien, entonces, procedamos —la técnica intercambió miradas con la enfermera, dejándole saber que ya podía elevar la camisa de mi uniforme azul para que esta pudiera esparcir el gel sobre mi vientre que se encontraba más formado que antes.

Sí, mi vientre había crecido un poco más en los últimos días que habían transcurrido y debía decir que sin el holgado uniforme del hospital comenzaba a notarse.

Me tensé en el momento que el gel fue esparcido sobre mi vientre y sonreí para calmar los nervios que estaba sintiendo. Ser primeriza para este tipo de situaciones me hacía sentir más tensa de lo normal. Sin embargo, quería seguir adelante en todo momento.

Miré el monitor en el momento que la técnica colocó el transductor sobre mi vientre. Mientras ella comenzó el proceso de examinaxión, me sobresalté un poco cuando escuché que tocaron la puerta del cuarto de exámenes. Y, justo en ese momento, unos ojos claros más que reconocidos se asomaron poco a poco.

—Disculpa mi retraso —se excusó con sinceridad—. Acabo de terminar una cirugía que se complicó y vine en cuanto he podido —sus ojos verdes reflejaban lo nervioso que lo tenía el asunto del bebé.

—Doctor Wayne, ¿qué hace aquí? —la técnica engrandeció los ojos e intercambió miradas con la enfermera que la asistía—. ¿Usted es el...?

—Sí, yo soy el padre —se ubicó a mi lado al quitarse el gorro y la mascarilla que cubrían su cabello castaño y su rostro.

—¡No puedo creerlo! —exclamó con sorpresa la enfermera que asistía a la técnica.

—Sorpresa, supongo —el ojiverde enarcó las cejas y luego su expresión se tornó más seria que de costumbre.

—Ah, bueno, nosotras estábamos a punto de proceder y... —la técnica de ecografía balbuceó al explicarse. Al parecer, ambas sabían quien era el enigmático Adrián Wayne Milán.

«Nada raro, Nere».

—No se preocupen —sacudió un poco la cabeza, haciéndose el desinteresado, cuando yo sabía que en el fondo estaba más que intranquilo—. Ustedes continúen con su trabajo como si yo no estuviera aquí.

«SComo si eso fuera posible».

—Claro —la técnica asintió y prosiguió con la examinación del bebé.

Los minutos en silencio se convirtieron tortuosos y angustiosos. Incluso, podía sentir los latidos de mi corazón en mis oídos y como si la respiración se me entrecortara.

Adrián, sin embargo, se mantuvo neutral, estático y en extremo silencio, actuando exageradamente paciente ante la nueva información que recibiríamos en cualquier momento.

—Ahí está su corazón, doctora Doménech —me avisó la técnica y en el monitor se reflejó cómo latía el corazón de mi hijo o hija.

De repente, una sensación inexplicable invadió todo mi sistema. Escuchar cómo su corazón latía y verlo a través del monitor me hizo sentir un sentimiento que se expandía por todo mi ser.

«¿Cómo era que podía empezar a amar a alguien que todavía no conocía de nada?».

—Y... —Adrián carraspeó y frotó su nariz al intentar mantener controlado sus nervios—. ¿Cómo está? —tragó saliva con dificultad, como si pronunciar cada palabra le costara—. ¿Está todo bien?

—Oh, sí —la técnica sonrió para sí misma y señaló el monitor—. No veo ninguna anomalía por la que haya que preocuparse y el proceso de gestación transcurre con normalidad.

Por un momento, Adrián y yo soltamos el aire que estábamos conteniendo en nuestros pulmones, aliviados de saber que nuestra diminuta cosa estaba bien.

—Sin embargo, aunque todavía es muy temprano para saber el sexo del bebé... —la técnica continuó deslizando el transductor sobre mi vientre, achicando los ojos al observar el monitor más que concentrada—. Creo que sé lo que es, porque, vamos, llevo largos años haciendo esto, pero prefiero que el obstetra lo certifique.

—No se preocupe por eso —Adrián sacudió una de sus manos y se mostró menos tenso por dicho asunto—. El sexo del bebé es lo de menos, pero estoy casi seguro de que será una niña.

—¿Cómo va todo por aquí? —el obstetra entró al cuarto de exámenes de repente, interrumpiéndonos con una sonrisa despreocupada, como si, literalmente, examinar embarazos lo hiciera todos los días—. Doctor Wayne Milán, es un gusto tenerlo de regreso en el hospital. Todavía no puedo creer que usted sea el supuesto padre muerto de este bebé.

—Sí, bueno... —se encogió de hombros y resopló al cruzarse de brazos—. Todavía muchos en este hospital creen que he muerto y, cuando me ven, es como si hubiesen visto un fantasma.

—Puedo imaginarlo —le comentó el obstetra al observar el monitor con atención—. Por lo que puedo observar, tendrán un bebé sano —continuó mirando la imagen con detenimiento—. Felicidades a ambos. Es muy probable que sean padres de un saludable varoncito.

—¿¡Qué!? —Adrián frunció el ceño—. ¿De qué está hablando, doctor? La técnica apenas nos dijo que era muy temprano para determinar con certeza el sexo del bebé.

—Así es, pero no he dicho que no sepa lo que creo que será —añadió la técnica—. Efectivamente, el obstetra puede tener razón, ya que también comparto el mismo análisis visual.

—Por favor —el obstetra bostezó agotado—, llevó años ejerciendo esta profesión y, por la posición de la placenta respecto al feto, reconozco las imágenes de la mayoría de los casos cuando las analizo, así que, felicidades, doctor Wayne —cuando se acercó a Adrián, le estrechó la mano con profesionalidad—. Será padre de un niño, de un varoncito.

MCP | La Especialidad ©️Where stories live. Discover now