Capítulo 46.

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Capítulo 46

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Capítulo 46.

—¡Suéltame! —grité impresionada al intentar empujarla mientras sujetaba sus muñecas—. ¡Suéltame, maldita sea! ¡Déjame en paz de una maldita vez!

—¡De la única manera que te soltaré será cuando estés muerta, jodida perra! —gritó y presionó mucho más el bisturí sobre mi rostro.

Podía jurar que si no me esforzaba un poco más por detenerla, clavaría el afilado metal sobre mi rostro sin piedad.

—¡Así es como te quería ver, Nere! —me dijo con furia—. ¡Así era como te imaginaba mientras acababa contigo, luchando por tu patética vida de mosca muerta!

—¡Te quedarás con las ganas, jodida puta! —escupí su rostro y el escupitajo cayó sobre uno de sus ojos, obstruyendo su visión y sus intenciones con el bisturí.

No dudé en empujarla con mis piernas para intentar levantarme del suelo y salir huyendo con la intención de dejarla encerrada en la azotea. Sin embargo, cuando comencé a correr con una de mis piernas adoloridas y con el cuello sangrando, Amanda me alcanzó y tiró de mi cabello, haciéndome caer sobre el suelo.

—¡No vas para ningún lado! ¿¡Me oíste!? —agarró mi cabello y comenzó a golpear mi cabeza contra el suelo.

No obstante, intenté sacármela de encima con todas mis fuerzas y ambas rodamos sobre el suelo, cerca del borde de la piscina. Cuando logré postrar mi cuerpo sobre el suyo, intenté quitarle el bisturí para clavárselo sin remordimiento, ya que era en defensa propia.

—¡Esa es la Nere que quería ver! —se rio frenéticamente mientras luchábamos por el bisturí con todas nuestras fuerzas—. ¡Actuando como toda una perra egoísta! ¡Mátame si puedes! —engrandeció los ojos de forma psicótica y se carcajeó en el acto.

—¡Hazlo tú si puedes, perra! —le di un puñetazo en la cara y mi mano se manchó con la sangre de su nariz—. ¡Eres una hija de puta! ¡Una malnacida envidiosa! —continué golpeándola con todas mis fuerzas, haciéndola caer a la piscina.

En ese momento, aproveché la oportunidad para salir corriendo hasta la puerta de la azotea. Sin embargo, en cuanto estuve a punto de acceder, me encontré con Kenneth, quien me abrazó de inmediato y se dio cuenta de lo que estaba pasando.

—¡Kenneth! —grité desesperada con los ojos humedecidos—. ¡Corre! ¡Tenemos que salir de aquí!

Cuando intentó protegerme al reconfortarme en sus brazos, Amanda clavó el bisturí sobre su hombro, causando que él gritara por el dolor y la impresión.

—¡No! —grité furiosa y volví a sujetar sus manos—. ¡Déjanos en paz, maldita loca!

Amanda sacó el bisturí del brazo rasgado de Kenneth y comenzó a intentar lastimarme a mí con él, volviendo a medir mis pocas fuerzas con las suyas.

—¡Suelta a mi amiga, descerebrada! —Kenneth también comenzó a forcejear conmigo—. ¡Maldita loca! ¡Nunca me caíste bien, perra de tetas falsas! —gruñó Kenneth al intentar quitarle el bisturí.

—¡No te metas, marica! —se quejó ella al intentar usar toda su fuerza.

—¡Al menos me gusta serlo, pero jamás tendría esas tetas mal hechas! ¡Suelta el bisturí, que yo mismo te las pondré derechas, perra loca! —gritó mi amigo muy dramático.

Al ver que Kenneth casi tenía el control de la situación y que estaba a punto de quitarle el bisturí, agarré a Amanda por su cabello e intenté apartarla de él.

—¡Te voy a matar por metiche! —Amanda gritó paranoica.

—¡Nere, le voy a explotar una teta! —me advirtió molesto y desesperado, causando que yo pusiera los ojos en blanco mientras seguía sujetando el cabello de Amanda.

—¿¡Qué has hecho, hijo de puta!? —chilló Amanda cuando Kenneth clavó el bisturí sobre uno de sus pechos, causando que el agua salina de uno de los implantes comenzara a derramarse.

—¡Sabía que eran falsas, perra! —le gritó y no dudó en sujetar mi mano para bajar las escaleras conmigo, dejándola encerrada en la azotea.

—Kenneth, tenemos que abrir la puerta corrediza cuanto antes —le dije con la respiración entrecortada y no dudó en acercarse al lugar.

Sin embargo, escuchamos voces desde el otro lado.

—¡Derrumba esta maldita puerta también si hace falta! —era la voz de Adrián.

—¡Andy! —grité—. ¡Estamos aquí!

—¿¡Aly, estás bien!? —se escuchaba desesperado—. ¡Alguien ha obstruido las puertas! —me avisó.

—¡Lo sé! ¡Lo sé! —grité desde el otro lado mientras apoyaba mi brazo sobre los hombros de Kenneth—. ¡Es Amanda! ¡Está aquí!

—¿¡Qué!? —Adrián se descontroló—. ¡Frankie, ayúdame a tumbar esta maldita puerta!

—¡Nere, te dije que no te escaparías esta vez! —Kenneth y yo nos giramos al ver que Amanda había logrado salir de la azotea.

—¡Ay, no! ¡Abran esa puta puerta! —gritó Kenneth—. ¡Hay un monstruo aquí que descarga agua salina de sus tetas! —informó muy espantado por la imagen psicópata que teníamos de Amanda Casanova.

—¡Los mataré a todos! —gritó al sacarse el bisturí del pecho.

—No solamente se le desinfló la teta, también lo poco que tenía de materia gris en el cerebro —se lamentó Kenneth muy asustado.

—¡Andy, ayúdanos a salir de aquí! —grité, mientras que él y Frankie intentaban romper la puerta corrediza.

—¡Aléjate, perra! —amenazó Kenneth al protegerme detrás de él—. ¡No me hagas explotarte la otra teta!

MCP | La Especialidad ©️Where stories live. Discover now