Capítulo 34.

7.8K 629 22
                                    

Tell Me That You Feel It You - Lyves ♪

♪ Tell Me That You Feel It You - Lyves ♪

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

Capítulo 34.

Después de que ambos tuvimos una conversación más armoniosa sobre mi estado de embarazo y sobre el hecho de que era muy probable que nuestro bebé fuese un varón, Adrián no dudó en sacar a relucir sus pensamientos más perversos y lujuriosos en cuanto a mí.

—¿Y qué piensas de esto? —abrió la caja acojinada que se encontraba sobre mis piernas—. ¿Te gustaría seguir probando nuestras cosas?

—¿Te refieres a los artilugios sexuales? —enarqué las cejas al notar en su expresión que se veía bastante emocionado de seguir con la nueva conversación sexual—. Sí, por supuesto —acepté al parpadear repetidas veces, aunque no pude evitar tragar hondo al ver que su mirada verde se oscurecía e intensificaba—. Es decir, después de haberme percatado de que habíamos perdido nuestra "caja de sorpresas", había dado por sentado que no volveríamos a usarlos por un buen tiempo.

Lentamente, Adrián acercó su rostro hacia el mío, posando su apetecible boca sobre mi oreja y sonriendo en el acto.

—Pues, pensaste muy mal, mi jovencita —tiró del lóbulo de mi oreja con sus dientes, causando que un reconocido, pero delicioso escalofrío recorriera mi columna vertebral.

—¿En serio quieres hacer esto ahora? —me reí por lo bajo—. ¿Y si algún empleado de la casa nos descubre aquí?

—Los empleados de la casa hoy están libres de sus respectivas labores —enarcó las cejas—. Casualmente, hoy tenemos la mansión para nosotros —plasmó suaves besos sobre mi cuello, causando que mi respiración se entrecortara—. Estamos completamente solos, bebé.

Presioné los párpados y suspiré al sentir que mi excitación por él ascendía a grandes escalas. Sin contar que mis hormonas descontroladas cooperaban más con sus intenciones, que con mi consciencia.

—Además, sabes que contigo siempre quiero hacer esto —susurró en mi oído y sujetó la acojinada caja, apartándola de mis piernas.

—Debes admitir que ya has usado la mayoría de juguetes sexuales de esa caja —le sonreí—. Es decir, de la caja que se destruyó en la explosión, pero ya que los objetos restablecidos como nuevo son todos los que tenías para mí, creo que solo me falta probar el que más me causa temor.

—Te refieres a mi artefacto favorito, a las bolas anales tailandesas —Adrián me sonrió con lujuria y cierta diversión. Sus ojos brillaban y era evidente su intención de usar algún objeto sexual de la caja—. Creo haberte explicado alguna vez sobre el material de silicona que me gustaría usar en tu ano. Me gustaría estar adentro de tu vagina mientras estimulo tu delicioso culo con las cinco bolas. ¿Qué dices?

Tragué saliva por la curiosidad, pero también por el temor. Sin embargo, su expresión se mantenía fresca y natural.

—No puedo creer que me hables sobre tu deseo de introducir un artefacto como ese en mi ano como si leyeras la revista médica del día.

MCP | La Especialidad ©️Where stories live. Discover now