Capítulo 20.

6.3K 885 63
                                    

Capítulo 20

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

Capítulo 20.

(Adrián).

—Adelante —la autoricé a pasar.

—Hola, doctor Wayne —Johanna me saludó una vez que entró a la oficina, sentándose al otro lado del escritorio donde me encontraba.

Presioné un poco mis manos entrelazadas y fruncí el ceño levemente, carraspeando para aclararme la voz. No quería sonar demasiado nervioso, aunque sí lo estaba.

—¿Cómo se encuentra? —le pregunté por lo bajo, con suma seriedad.

Johanna pestañeó repetidas veces y juntó sus manos para presionarlas. Evidentemente, estaba nerviosa. Cada acción que emitía su cuerpo no pasaba desapercibida ante mis ojos. No podía dejar de estudiarla ni un momento.

—Bueno, ahora que sé que se encuentra bien, me siento mucho mejor —sus palabras casi se atoraban en su garganta. Casi no se atrevía a hablar, ya que no quería incomodarme—. Cuando me enteré de que supuestamente había muerto, vine hasta aquí sin pensarlo. Sinceramente, yo misma me había culpado por haberlo alentado a ir detrás de su...

—Mujer, sí —la ayudé a proseguir—. Pero no tiene que sentirse culpable por eso, porque creo que hizo lo correcto en alentarme.

Asintió con timidez y bajó la mirada ante mí, manteniéndose en silencio. Estaba respetando mi tiempo y eso me hacía sentir un poco más cómodo en el momento. Sin embargo, también me mantuve callado por unos segundos, analizando mis próximos movimientos y sus comportamientos nerviosos hacia mí.

—Supongo que se preguntará el por qué la he citado para reunirme aquí con usted —asumí.

—Así es, doctor Wayne. Entiendo que está viviendo momentos complicados y que está muy ocupado. Mi intención no es molestarle, así que, sí, me gustaría saber el propósito de esta reunión.

Asentí y le di un sorbo a mi café, tomándome mi tiempo para responder con claridad.

—Quiero agradecerle el que me haya aconsejado ir detrás de mi mujer. En esos momentos, me sentía muy confundido, así que sus palabras me ayudaron a abrir los ojos y tomar dirección hacia ella.

—No tiene nada que agradecer —me sonrió con una expresión de nostalgia—. Créame, es lo menos que podía hacer para ayudarlo. Sé que ella es muy importante en su vida y...

—Sé que ha estado aquí todos estos días —la interrumpí—. Marcella me informó que usted había estado con ella en todo momento, pero también me ha dicho que no dejaba de llorar.

—Es verdad, lo siento —bajó la cabeza y frotó sus manos—. Me resultó imposible no hacerlo al creer que tal vez sí había muerto.

Aunque su respuesta me hacía sentir un poco extraño, me mantuve al margen y fruncí el ceño.

—¿Por qué? —no podía entenderlo. O mejor dicho, no me atrevía a aceptarlo—. ¿Por qué le resultó imposible no llorar por mí? ¿No cree que ha exagerado un poco?

Johanna suspiró y mantuvo su mirada baja, temerosa de que me enfadara en cualquier momento.

—No sé si realmente quiera saber la respuesta, pero debe hacerse una idea —dijo con la voz temblorosa.

Me mantuve en silencio, con mis manos y dedos entrelazados, brindándole la libertad de expresarse.

—Yo... —tragó saliva—. Tuve miedo, doctor Wayne. Pensé que realmente lo perdería por completo en mi vida, ahora que al menos tenemos un poco de comunicación directa.

Aunque sus palabras continuaban haciéndome sentir una sensación un poco extraña, intenté aceptarlas poco a poco, absorbiéndolas en mi mente como un cuenta gotas.

—Sé que me odia y que detesta el hecho de que...

—Basta.

Se quedó en silencio.

—No la odio, y creo que jamás lo he hecho, a pesar de las decisiones que tomó en el pasado, decisiones por las cuales no la puedo culpar —suspiré profundamente antes de proseguir—: Si mis acciones hacia usted han sido erráticas, es porque crecí con una percepción del desprecio de usted hacia mí.

Johanna negó con la cabeza al engrandecer sus ojos. Mis palabras le estaban calando hondo y era evidente que le dolían.

—Sé que ya sabe la realidad y el por qué tomé las decisiones en el pasado que hasta el sol de hoy me arrepiento, pero no es por lo que ha pensado toda su vida. Entiendo perfectamente el hecho de que su mamá es y será la señora Marcella Milán, porque mis intenciones de acercarme a usted, no han sido para reclamar una posición de madre. La verdad es que solo me gustaría que me perdone y que me permita estar más cerca de usted, de su vida.

Después de analizarlo unos segundos que para Johanna parecieron eternos, me abrí completamente y le expresé:

—¿Sabe? En el fondo, siempre quise respuestas de usted; del por qué me dejó en aquel orfanato, de sus sentimientos hacia mí, sobre mi origen y cómo ocurrió todo para que tomara decisiones tan drásticas. Como le dije anteriormente, no tiene que disculparse conmigo por haber sido víctima de unos abusadores. Me gustaría que usted entre en mi vida, pero necesito tiempo; tiempo para sanar el sentimiento de rechazo y abandono, tiempo para curar mis traumas psicológicos y mis sentimientos.

—¿De verdad? —sus ojos se humedecieron y la emoción predominó en su rostro—. ¡Gracias! ¡Muchas gracias, hijo! —carraspeó—. ¡Quiero decir, doctor Wayne! —las lágrimas rodaban sobre sus mejillas—. Ahora podré estar más tranquila y me sentiré más completa. Esperaré el tiempo que sea necesario hasta que usted se sienta más cómodo.

Asentí lentamente y estiré mi mano con muchas dudas y con el corazón acelerado, sin saber si lo que estaba a punto de hacer era lo ideal, pero su emoción me hacía sentir conmovido.

—Una vez más... —posé mi mano sobre la suya desde el otro lado del escritorio—. Gracias, Johanna.

Johanna comenzó a llorar desesperadamente al sujetar mi mano y presionarla con calidez, posando varios besos sobre la parte dorsal, justo donde se encontraban los nudillos.

«Pequeño intruso y Aly, esto es por ustedes y por mí».

Si algo había aprendido, era que para expresar sentimientos y amar abiertamente, uno como persona necesitaba sanar mentalmente y psicológicamente, para poder brindar sentimientos llenos de calidad y sinceridad a las personas que más nos importaban.

MCP | La Especialidad ©️Where stories live. Discover now