(+21) (Libro 6) Adrián y Alysha tuvieron que luchar con situaciones y circunstancias que jamás se hubiesen imaginado ni por asomo.
Justo cuando estaban a punto de tocar la felicidad y la plenitud con las yemas de sus dedos, las desgracias los arropó...
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Capítulo 17.
(Adrián).
Cuando sentí que parte de mi trabajo había culminado, decidí regresar a la oficina de guardia para estar con Alysha. Debía admitir que había sido un día pesado entre la situación de los cuerpos acumulados en la morgue y las rondas por los pasillos. En este caso, no solo debía estar al tanto del piso de cirugía general, sino que debía estar presente en el piso de emergencias por la situación del virus.
—Quiero que me contacte de inmediato en cuanto haya otro caso de vida o muerte —le dije al doctor Del Valle, quien caminaba junto a mí al anotar datos en su tableta—. También desearía hacer lo posible para intentar salvar a los pacientes que intentan soportar los catastróficos síntomas.
Nos detuvimos en uno de los ascensores, conscientes de que era momento de tomar nuestros rumbos en el hospital.
—Me queda claro, doctor Wayne —asintió con una actitud de suma eficiencia.
Asentí lentamente y accedí al ascensor, esperando que las puertas se cerraran. Sin embargo, no pude evitar colocar la mano sobre el sensor para que permaneciera abierto.
—Por cierto, si ve a la doctora Moreno primero que yo, dígale que mañana debo reunirme con ella en la oficina del penúltimo piso.
—Por supuesto, pero... —carraspeó y rascó su nuca. Entonces, supe que realmente sentía curiosidad—. ¿Puedo saber de qué se trata?
—Quizá luego, doctor Del Valle —enarqué las cejas y aparté mi mano del sensor—. Por cierto, sí. ¿Y qué? —elevé mi mirada sobre él con superioridad.
El doctor Del Valle frunció el ceño, intentando comprender mi descarada afirmación desde el pasillo de emergencias médicas.
—La embaracé. ¿Cómo la ve?
—Pero qué...
Las puertas del ascensor se cerraron por completo en sus narices. Sin embargo, no pude evitar sonreír levemente por su expresión de desconcierto e impotencia. Luego estallé en carcajadas al esperar que el elevador se detuviera en el piso de cirugía general.
«Un momento. ¿Por qué me estoy riendo de esta situación? ¿Por qué lo estoy disfrutando?». Fue lo que pensé al carraspear para tratar de recuperar la seriedad. «No puedo creer que ese intruso me haga reír de esta manera. Qué falta de respeto». Negué para mí mismo.
En cuanto llegué al piso de cirugía, me dirigí hacia la oficina de guardia para ver a Alysha, quien estaba reposando sobre el mueble mientras leía detenidamente la libreta de anotaciones que había utilizado para escribir ciertos detalles y observaciones importantes sobre el virus MERS Recov-2.
