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Daella hizo una mueca de dolor y paso las manos por su vientre, deseaba volver a verlo abultado, pero aquello no era posible y tendría que conformarse con esperar

Habían pasado unos cuantos días desde su accidente y Alyssa se quedaba con ella mientras Aemond las vigilaba desde su escritorio, pero lo cierto es que tenia su cabeza en otras cosas. Daella estaba harta de estar en cama y quería salir corriendo, pero su esposo no la dejaba.

-Esto es una tortura -murmuro mientras trenzaba el largo cabello de Alyssa.

-¿ Me lo dices a mi? -Aemond se indigno.

-¿ Es por la abstinencia? Puedo solucionarlo - sonrío.

-¿ Qué es abstinencia? -Alyssa se removió mirando a su madre.

-Es un problema -señaló.

-Y vaya que es un jodido problema, pero no lo digo por eso, lo digo por que no me gusta verte así.

-Si como no -Daella entrecerro sus ojos -Puedes usarlas -movió su mano libre.

-Me gusta más tu boca o tus propias manos - susurro y Daella le tiro una almohada sin mucho éxito.

Aemond se echo a reír y sonrío.

La recuperación de Daella era lenta y dolorosa hasta para ella misma. Por lo menos ya se había levantado, pero no podía caminar bien, tenía aquella venda en su cabeza y cada tanto miraba su vientre.

Deseaba que los Dioses le dieran aquella bendición, pero los maestres le decían que sería muy difícil aquel proceso. Aunque estaba confiada por las palabras de Helaena.

-¿ Qué haces? -Aemond miró su cuerpo desnudo mientras miraba su vientre plano.

-Quiero un bebé, ' Emond. Deseo tener otro hijo.

-¿ Desde cuando? Sabes que nunca te pondré presiones.

-Eso ya lo sé, pero yo quiero darte un hijo.

Aemond suspiro y la abrazo mientras llevaba sus manos a sus nalgas.

-No quiero que te obsesiones con esto. ¿ Si?

Asintió, pero lo cierto es que ya estaba obsesionada con aquello. Ella quería servir como mujer.

Volvió a la cama y se coloco su camisón dejando que el principe pasara las manos por sus pies a modo de caricia.

—¿ Vas a contarme? —Daella entrecerro sus ojos y este asintió.

—La salud de mi padre ha empeorado, ahora mi madre está en el consejo junto a Nyra y mi abuelo.

—¿ Y papá?

—Volvió a ser comandante.

—¿ Deberíamos dejar que sir Harwin vaya con ellos? A nosotros nos gusta la privacidad y este lugar es lo más tranquilo que puede existir, no pasará nada.

—No creo que a Daemon le guste eso.

Daella se echo a reír —¿ Cómo es que nunca te enteras de nada? Durante los siete años que estuvimos aquí a veces sir Harwin solía desaparecer  "misteriosamente"  por las noches. ¿ Donde crees que estaba?

—Ni idea.

—A veces eres un poco tonto — rodo los ojos —Sir Harwin compartía lecho con mis padres, en Desembarco también lo hacían.

—¿Cómo es que yo no sabía?

—Porque estabas concentrado en mi.

—Te extraño —subió un poco más sus manos.

SANGRE DEL DRAGON ( Aemond Targaryen )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora