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Escamas rojas, verdes y negras se repetían una y otra vez en su mente. La noche que Rhaegal fue la más feliz y a la vez la más triste de su vida.

Aquella noche había perdido a una persona muy importante a la que consideraba su madre y su huevo de dragón había eclosionado dándole la bienvenida a Rhaegal.

El dragón que había deseado por años y consiguió a sus trece días del nombre. Quería ser una de las jinetes más jóvenes de su familia, pero su esposo la había superado convirtiéndose en jinete a sus once días del nombre.

-Yo que pensaba llevarte a reclamar a Vermithor-recordó a su padre diciéndole que la llevaría con el dragón que casi se la cena cuando era una niña.

¿Podría reclamar a otro dragón? Nunca antes en la historia de su familia se había visto algo como eso, pero ella podía hacer la diferencia, ¿No? Si podía reclamar a otro dragón no le dolería tanto sacrificar a su amado Rhaegal.

El único que había estado cuando perdió a su pequeño Aelix, su compañero de aventuras, su mejor amigo.

Le dolía tanto que ni siquiera tenía la valentía de acercarse a él y matarlo por sus propios medios. Decidió que tomaría a una de las sirvientas y le pondría veneno en su ropa para dársela de comer.

-No tienes que hacerlo si no quieres-susurro su esposo besando su hombro-Tiene que haber otra solución para recuperar a nuestra hija.

-Amo a Rhaegal, pero no más de lo que te amo a ti o a nuestros hijos.

-Se que no debería opinar, pero si esto salvará a Aly...-Daeron la miro-Puedo sacrificar a Tessarion, no me importa.

-No se puede-susurro-Yo tengo que hacerlo y no serviría de nada sacrificar a Tessarion porque no tengo un vínculo con él.

-Ela...

-Esta decidido, Daeron-se levantó de aquella silla-Mi Rhaegal será el sacrificio.

-Hola bonito-susurro acariciando sus fauces-Últimamente haz estado muy solo y te pido perdón por eso.

La noche era fría y oscura.

-Te... he traído comida...-susurro-De las que tanto te gustan, Rhaegal.

El dragón se removió incómodo cuando vio a la mujer detrás de su jinete que sería su cena de aquella noche.

-Te amo, Rhaegal-susurro-Eres y siempre seras mi amado bebé.

-Vamos-Aemond la tomó del brazo para que se alejara por que sabía que aquello le dolía.

La princesa abrazo a su esposo con fuerzas y se dedico a llorar entre sus brazos desconsoladamente. Cuando escucho un rugido adolorido se volteo.

Su hermoso Rhaegal estaba agonizando y aquello le partía el alma. Se arrodillo frente a él y coloco una mano en sus fauces acercando su frente a ella.

-Perdóname, perdóname-susurro-No quería hacer esto, te lo prometo-sollozo-Lo hice para salvar a nuestra Aly. Aquella niña que sólo se calmaba cuando lloraba si tu estabas cerca.

-Daella-Aemond la llamo.

-Te amo, Rhaegal-susurro antes de ver como el dragón cerraba sus ojos para no abrirlos jamás.

Corrió hasta su esposo y lo abrazo. Aunque le dolía no dejaba de pensar que aquello era lo correcto.

Su cara estaba hinchada, tenía ojeras y no había podido dormir en toda la noche. Se refugio en los brazos de Aemond mientras jugaba con su cabello. Era algo que solía hacer cuando estaba triste y no sabía cómo expresarse lo que sentía.

SANGRE DEL DRAGON ( Aemond Targaryen )Where stories live. Discover now