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Daella se había quedado dormida en aquella habitación y los pequeños estaban en la otra habitación. Aemond aprovecho y dejo besos en su cuello para despertarla.

—Estoy cansada —susurro y lo aparto para voltearse dándole la espalda —Usa tus manos.

—Muy bien.

Aparto las sabanas y metió sus manos por debajo de su pantalón para masturbarse. Daella abrió los ojos al escucharlo gemir  y se mordió los labios haciéndose la dormida.

Los gemidos de Aemond se intensificaron y su esposa movió sus piernas. Daella se volteo y aparto sus manos para levantar su camisón e introducir su miembro en su entrada.

—¿ Querías provocarme, maldito?

—Si, mi amor —susurro y dejo besos en aquellas estrías en sus caderas —Muévete, haz conmigo lo que quieras.

—Retractate de tus palabras —susurro moviéndose de atrás hacia adelante —Mío.

—Mía —susurro y la beso como nunca antes.

Sus labios eran su condena, su delirio. Aquella mujer sobre él lo llevaría a la perdición en cualquier momento. Daella se movía sobre él mientras pasaba las manos por su propio cabello para provocarlo aun más. Aemond la tomó de las caderas para pegarla más a él y marcar su propio ritmo. Daella se dejó de mover por su cuenta y se acaricio sus pechos haciendo que la leche empapara su camisón.

—Detente, esto es demasiado vergonzoso —susurro y su esposo se detuvo sin dejar de mirar sus pechos a través de la tela de su camisón.

—¿ Puedo probarla?

Daella abrió sus ojos de más y nego.

—Estás hablando de la leche de mis hijos —Murmuro con una sonrisa.

—Antes solian ser míos —Daella rodo los ojos —Puedo ayudarte con el dolor cuando ellos ya hayan comido.

—¿ Cómo sabes sobre eso?

—He estado leyendo, no todo son libros de Historia y Filosofía, esposa. Sólo será una vez.

—Tu y yo sabemos que eso no es verdad.

—Es cierto — le saco el camisón y la miro —¿ Cuál de las dos?

—La derecha.

Asintió y la tomo entre sus dientes mientras chupaba. Daella lo golpeó cuando lo mordisqueo y este sonrío.

—Gracias por quitarme un poco el dolor —sonrío

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—Gracias por quitarme un poco el dolor —sonrío.

—De nada, ahora entiendo porque necesitan de esa leche.

—Deberíamos volver, Aly despertara en cualquier momento y no me gusta dejarla.

Aemond asintió y la ayudo a levantarse para volver a aquella habitación.

SANGRE DEL DRAGON ( Aemond Targaryen )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora