MI MATE ES UN VAMPIRO (Saga VAMPIRE JUNGKOOK) BELIEL

23

ALISON

"Crear recuerdos que después te harán daño no es una buena idea. Crear algo imposible para hacer daño al otro que es el que en definitiva amas, te hace ser una verdadera inconsciente"

—¿Porqué estás ahora enfadada?

—No lo estoy.

—No hay nada más que verte para saber que sí lo estás.

Me estaba vistiendo lo más rápido posible mientras Jungkook aún seguía desnudo en el suelo. Me volví para no verlo porque no podía soportar saber que aunque él quería estar a mi lado, no iba a dejar su mundo atrás por mí.

Me había demostrado que me quería cuando me cuidó estando yo tan herida. Me dijo que me quería pero en éste momento de sus labios no salió nada parecido. Solo me había demostrado un deseo que cualquier mujer desearía tener en su vida. ¿Era eso suficiente?

Yo solo quise hacer lo que me pidió en ese momento mi cuerpo, no sé si había sido un error, pero me sentí con ese poder de atracción y no pude hacer nada para parar mis instintos. Estar a su lado siempre sería mi lugar favorito, de todos los lugares en los que pudiera estar en mi vida, su cuerpo sería mi refugio.

¿Porqué tenía que ser así? —bajé mi rostro al suelo por un momento por el pesar que sentía mi corazón—. ¿Porqué teníamos que ser los que éramos?

¡No! Lo había decidido y tenía que seguir con mi vida, sería la que tenía que ser. No iba a bajar más mi cabeza ante las adversidades.

—Alison —me llamó, estaba a mi lado, se había levantado.

Tenerlo ante mí desnudo me hizo querer pegarme de nuevo y agarrarlo fuerte. Y así lo hice.

Me eché de golpe y lo abracé.

—¿Cómo podemos hacer para estar juntos?

—No lo sé, de verdad que no lo sé Alison —me acarició el pelo.

—Megan se ha ido, la eché de mi vida Jungkook —escondida estaba en su cuello intentando oler su fragancia—. No quiero que le hagan daño por mi culpa.

—¡Oh! Lo siento cariño —me abrazó con más fuerza.

—Por fin que te atreviste a decirme así, creía que se te había olvidado. Me gustó mucho que lo hicieras cuando estaba tan mal.

—¿Me escuchaste?

—Sí...y me hiciste tan feliz.

—¿De verdad? —lo escuché reír levemente—. No puedo creer que hagas lo que haces conmigo Alison. Me haces creer en mí, jamás me he sentido con nadie como cuando estoy a tu lado.

Me separé y le sonreí mientras mis lágrimas caían por mi cara.

—Siempre te lo dije, desde que nos conocimos sabía que eres bueno, y lo eres, que nadie te diga jamás lo contrario.

—¿Qué voy a hacer contigo? —me cogió de las mejillas con sus manos y me dió un beso.

—Quédate cerca, no te alejes, voy a ir con mi manada para seguir con mi deber pero podemos vernos cuando nos hagamos falta —es lo que necesitaba de él, solo verlo y saber que estaba bien. Me dolía saber que podía destruirse poco a poco. Había cambiado en todo éste tiempo porque nuestro destino no estaba entrelazado ni había un hilo rojo que lo conectara.

—El problema es que me haces falta siempre, ¿Cómo lo hacemos? —su mirada de sufrimiento era mi peor pesadilla.

—Tendremos que aprender a vivir de nuevo, de una forma distinta —alcé mi rostro y me puse de puntillas para besar sus ojos, quería llorar pero no lo haría delante de mí, jamás verían a Beliel llorar y es que tampoco lo quería ver—. Prometeme que me buscarás y yo te prometo que también lo haré. Hagamos esa promesa.

—¿Y si con eso te hago daño? ¿Y si por tener yo la felicidad entre mis manos hago que tú tengas el sufrimiento? —me quitó la blusa que me había puesto poco antes muy despacio y mirándome a los ojos, tocó las cicatrices que había en mi cuerpo por culpa de aquellos vampiros que yacían despedazados en la planta de arriba, las paseó con un solo dedo delineando despacio los bordes—. Cada una de estas que tienes en tu cuerpo, me hacen sentirme ese monstruo que dices que no quieres que sea, son por mi culpa Alison. Yo te metí en todo ésto y a veces no puedo soportarlo, es por eso que me he comportado de una forma aterradora.

Cogí su mano y la puse en los orificios que me hizo con sus dientes, en cada uno de ellos y los conté mirándolo con cariño.

—Uno, dos, tres y cuatro...esas son las huellas que siempre llevaré en mi corazón, porque son la constancia de que existes en mi mundo.

Bajó su cabeza y yo se la agarré para que descansara en mi hombro.

—Estoy a tu lado, quiero siempre estar a tu lado y no quiero que nunca lo olvides —quería que lo supiera.

En ese momento bajó sus manos y me cogió entre sus brazos. Después me besó y yo me cogí a su cuello.

—Vayámonos de aquí —me dijo decidido.

—¿A dónde? Ahí arriba están esos que he destrozado —teníamos que incendiar el lugar para no dejar constancia de nada.

—Jin lo hará no te preocupes.

Asentí y moví mis piernas en el aire contenta. Y es que realmente lo estaba.

—¿Donde me llevarás? ¿Volaremos?

Empezó a reír. Cómo echaba de menos verlo así y lo mejor que estaba junto a mí.

—Ya sé lo que te gusta volar, aún recuerdo cuando no podías hacerlo creyendo que te había convertido. Fue gracioso ver tus enfados.

—¡Oye! ¿Te reías de mí a escondidas? —le di una palmada en su espalda.

—No, ¿Cómo haría yo eso?

Lo hacía y me sentí feliz de saber que al menos por mí se sintió bien riendo.

—Otra cosa Jungkook.

—¿Qué?

—Estás desnudo, vístete no puedes ir por ahí así.

No quería que nadie viera lo que era mío, nadie que no fuera yo tendría ese privilegio jamás mientras yo estuviera presente a su alrededor.

—No tengo tiempo de eso.

—¡Eh! ¡No!

Pero no me hizo caso y de un salto salió a la planta superior y de ahí al exterior.

Jin estaba allí y se quedó mirando impasible.

Ellos dos se dirían algo pero no hablaron, se entendieron.

Su vuelo vino inmediatamente después.

Los dos disfrutamos del viento, la noche, las estrellas y las ganas de estar así abrazados soñando que éramos el uno para el otro.

¿Estaría mal lo que mi mente pensaba sobre todo ésto?

Y es que quería gritar para que me escuchasen todos. En mi vida ya tenía mi mate.

Mi mate es un vampiro...