Capítulo 6

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   CAPÍTULO 6

Bueno, me asignaron la habitación 433 en el segundo piso. En el tercer piso también hay más postulantes y en el cuarto piso, por lo que me advirtieron, viven personas más grandes que yo que aún no se han comprometido con nadie.

Seguro ese piso a futuro sería el mío.

—Que tenga buen hospedaje, señorita Brown—me dice una de las asistentes del sitio cuando me da mi tarjeta magnética.

Después de Rachel, ella es amable.

La puerta de al lado se abre y aparece ni más ni menos que...

—Ohhhhhh—el chico Telesco se apoya en el marco de su puerta con una sonrisa tras verme—. Vecina, vecinita.

Pongo los ojos en blanco, cruzándome de brazos.

—No me mires así, seguro que soy el único en este palacio que sabe de dónde provienes—chasquea la lengua.

—¿Vas a delatarme? —enarco una ceja.

—No, pero podría usarte como futuro chantaje.

Se ha cambiado de ropa, tiene un polo negro de cuello abierto, unos pantalones cortos y unas pantuflas. Su estilo despreocupado empieza a alertarme.

—No creo que te convenga usarme como chantaje porque mi carácter es ufff: insoportable—le sugiero.

Se corre el cabello con la ayuda de su mano y me sonríe nuevamente.

—No creo que tengas carácter fuerte—admite, apoyando su espalda contra el marco de su puerta y se cruza de brazos, estos se ensanchan—. Vas a tener que demostrarlo en tu estadía aquí.

—No creo que tenga que demostrar nada.

—Demuéstralo o te van a comer viva—inquiere y se mete a su habitación tras soltar un silbido.

Tras ingresar a mi habitación me quedo con la boca abierta. No me esperaba encontrar un sector de cocina y heladera. Se divide la habitación en una barra de mármol y luego está el sector de la habitación con una cama gigantesca en medio de ella, una mesa de noche a cada lado de esta y un ventanal de fondo que da al parque del palacio.

—Madre mía, tengo balcón—susurro, acercándome tras abrir por completo las cortinas.

Veo el verde prado ante mí y mi corazón se enamora por completo. Hay piscinas por doquier y palmeras y luego, más lejos, hay un bosque que te invita a recorrerlo. Es una vista espectacular que combina con el hermoso cielo azul que se extiende. Si había una pizca de lluvia, se ha ido.

Si no estuviera en las circunstancias en las que estoy, sinceramente amaría este lugar.

Hasta ahora, decretaba que aquella habitación seria el comienzo de mi lugar favorito.

Me llega una notificación al móvil y después de tanto tiempo, escucharlo me da algo de paz. Tuve que entregarlo por un momento cuando me hicieron el chequeo antes de ingresar al pueblo para que vieran que no tenía nada en contra de las autoridades de The Moon, por lo que se ve que tuvieron la decencia de descargarme una aplicación para que no me pierda las actividades del palacio de la Elite.

Recibí el siguiente mensaje: "Espero que estén a gusto con sus habitaciones, tienen un chocolate importado debajo de sus almohadas para que puedan disfrutarlos a gusto. Es un regalo de la casa, saludos. Atentamente: La administración del palacio".

Era un mensaje para todos los postulantes. Uno genérico.

Me siento en el borde de la cama. Escucho un golpe al otro lado de la pared. Un golpe seco.

Luego se vuelve al ritmo de la canción de Mario Bros. Pongo los ojos en blanco tras sonreír. Debe ser el tonto de mi nuevo vecino.

Me alegra saber que al menos él ni Rachel me han enviado a la mierda. Aunque la segunda no sabe de donde provengo.

Como mi chocolate mientras me preparo un té. Hay frutas en la heladera, yogur, huevos. Entre otras cosas. No vi golosinas ni mucho menos cosas que incluyeran harinas. Había una rutina de ejercicios pegados en la heladera en donde te sugerían hacerla en el gimnasio del palacio.

Dios, este pueblo era horrible. Te intentaban contaminar la cabeza de que engordar estaba mal.

Se me hizo un nudo en el pecho al pensar la cantidad de chicas y chicos que sufrían en silencio por esto.

Comí el chocolate y me serví algo de yogur de durazno, el cual, estaba delicioso.

Alguien tocó mi puerta cuando estaba por la mitad.

—¿Quién?—pregunté sin ni siquiera acercarme a la puerta.

—Adíele.

¿Quién? Intente hacer memoria hasta que recordé cómo Rachel había llamado a la chica que había lanzado un comentario despectivo sobre otro pueblo en el auditorio.

Dejo el vaso en la barra, procuro no tener yogur en la comisura de mis labios al mirarme en el espejito recibidor y abro la puerta.

Adíele tiene un bolso junto a ella en el suelo y está de brazos cruzados, mirando el interior de mi habitación, estirando su cuello.

—¿Hola?–la saludo, para recordarle que yo estoy ante ella y no soy parte de su imaginación.

—Se equivocaron de habitación, esta es la mía—me dice, prepotente—. Tienes que irte.

—De hecho esta es mi habitación—le digo cordialmente—. Una de los botones me ha traído hasta aquí y en la lista figuraba que la habitación 433 era la mía.

—Se equivocaron—insiste.

—No.

Deja de mirar detrás de mi con la intención de ver la habitación y finalmente enfoca sus ojos en mi. Tiene unos ojos hermosos pero no me gusta ella.

Da un paso al frente, saca una navaja de su bolso de mano y me apunta.

—¡Wow espera!—exclamo tras ver el filo de la navaja y lo cerca que está de mi cuello.

—Lárgate de la habitación si no quieres que te corte la garganta.

Palidezco. Por como me mira es más que una amenaza. Va a hacerlo. Retrocedo.

Me han advertido que sea fuerte porque si no me iban a comer viva. Esta era la situación en que enserio iban a comerme viva.

—¿Por qué demonios quieres esta habitación? Seguro es igual a la tuya.

—Está junto a la habitación de un Telesco ¿por qué demonios no la querría? —la pregunta fue imitando mi voz.

Estaba en presencia de una chica que estaba perdiendo los cabales por un chico y no me quedaba duda de que era victima de este circulo social asqueroso en donde lo único que importaba era el dinero.

Guarda la navaja con calma en su bolso otra vez y me sonríe como si no hubiera pasado nada.

—Tienes hasta medianoche para entregarme la habitación o estás muerta—me amenaza y se va.

Trago saliva.

Sólo llevo un día en el palacio y ya me han amenazado de muerte.

En las sabanas de un TelescoWhere stories live. Discover now