Capítulo 33

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CAPÍTULO 33

Luke me considero una amiga mientras intentaba ligarse a mi prima Olivia.

Por dios, dolió muchísimo y tuve que fingir ser el cupido de ambos para mantenerlo cerca a él mientras me mataba de hambre para adelgazar.

—Pero es el chico que te gusta, Evangeline ¿estás loca? —me dijo tras cerrar la puerta de su casillero y observarme como si estuviera loca.

—A él realmente le interesas.

Me quedó viendo como si realmente se lo estuviera reconsiderando.

—No lo sé, no creo...

—Eres buena chica para él y creo que hacen bonita pareja. Yo me haré a un lado—insistí y no sé por qué.

Tenia la sensación de que si no lograba que ambos salieran, lo iba a perder a él como un amigo. Sentía que le estaba fallando y si le fallaba, se iría de mi vida.

—Bueno, creo que le responderé los mensajes—me dijo Olivia.

Después de un breve momento de reflexión, Olivia tomó una decisión. Decidió responder los mensajes de Luke, aceptando así la posibilidad de que algo más surgiera entre ellos. Sentí un dolor punzante en mi pecho al presenciar su aceptación sin resistencia. Me preguntaba por qué me estaba causando tanto sufrimiento esta situación.
¿Por qué me estaba lastimando de esta manera?

Por supuesto que luego tuve que ver como Olivia y Luke se coqueteaban ante mis narices en cada clase. Se echaban miraditas, jugueteaban con cosas que encontraban en el laboratorio y cada tanto los veia reír juntos. Pero no eran novios, se habian vuelto amigos y tenían una relación que yo también fantaseaba tener con él.


A medida que la relación entre Luke y Olivia se intensificaba, mis problemas internos comenzaron a empeorar. Me sentía atrapada en una constante comparación con otras chicas, lo que me llevaba a tener una imagen distorsionada de mí misma. Cada vez que veía a mujeres perfectas en revistas y en las redes sociales, mi autoestima se desmoronaba un poco más.

Frente al espejo, me observaba con desprecio. Mis curvas y supuestas imperfecciones se convertían en mi obsesión. Sentía la presión de encajar en un estándar de belleza inalcanzable, convencida de que solo sería amada y aceptada si lograba adelgazar. La culpa y la vergüenza me invadían cada vez que comía, y la sensación de hambre se volvía mi compañera constante.

Mis comparaciones con otras chicas se volvieron una tortura mental. Admiraba a las mujeres a mi alrededor, envidiando su aparente perfección y deseando ser como ellas. Cada vez que veía a Olivia, mi prima, siendo objeto del deseo de Luke, una punzada de dolor y envidia me atravesaba. Me preguntaba qué tenía ella que yo no poseía, qué características la hacían más merecedora de amor y atención.

La anorexia se convirtió en mi forma de escape, en un intento desesperado de tener control sobre mi propio cuerpo y de castigarme por no ser suficiente. Cada gramo perdido reforzaba la creencia de que nunca sería lo bastante buena. No me di cuenta de las graves consecuencias que esto traía consigo, estaba demasiado inmersa en mi lucha interna.

Las comparaciones y la búsqueda obsesiva de la delgadez perfecta me alejaban cada vez más de la realidad. Mi deterioro físico era evidente, pero estaba tan atrapada en mi propia oscuridad que no podía verlo. La anorexia se apoderaba de mi mente y me alejaba de mi propia identidad. Me estaba hundiendo en una peligrosa espiral de autodestrucción, sin darme cuenta de que estaba perdiendo mi bienestar emocional.

Cegada por mis inseguridades y mi búsqueda desesperada de aceptación, me estaba perdiendo a mí misma.

—No tocaste el pure que te gusta, Evangeline ¿pasa algo? —me preguntó mi madre una vez que estábamos cenando.

—No.

—Cariño te notamos apagada desde hace semanas ¿qué ocurre? —insistió papá.

—No es nada, en serio. Solo estoy un poco cansada—respondí, tratando de ocultar la tormenta emocional que me consumía.

Mi padre intervino, con su mirada penetrante.

—No nos engañes, hija. Te conocemos demasiado bien. Algo te está afectando profundamente. Queremos ayudarte, pero necesitas abrirte y compartirlo con nosotros.

Sentí un nudo en la garganta mientras luchaba por encontrar las palabras adecuadas. La verdad estaba atrapada dentro de mí, pero me aterraba la idea de enfrentarla y exponer mis inseguridades ante mis padres.

Finalmente, dejé escapar un suspiro y me armé de valor.

—Me siento atrapada en mis propias inseguridades—confesé, mis palabras apenas audibles—. Siento que no encajo, que no soy suficiente. Me comparo constantemente con otras chicas y me odio por no ser como ellas.

El silencio llenó la habitación mientras mis padres procesaban mis palabras. Pude ver el dolor en sus rostros y la impotencia en sus ojos. Mi madre extendió su mano hacia la mía por encima de la mesa, reconfortándome con su tacto cálido.

—Querida, debes entender que eres hermosa tal como eres—dijo suavemente—No necesitas compararte con nadie más. Eres única y valiosa, y te amamos más de lo que puedas imaginar.

Mi padre asintió, agregando con voz firme:

—Tu valor no depende de tu apariencia o de lo que otros puedan pensar de ti. Eres inteligente, talentosa y llena de bondad. No permitas que la búsqueda de aceptación te dañe.

Las lágrimas comenzaron a empañar mis ojos mientras sentía el amor y la comprensión emanando de mis padres. Me sentí agradecida de tenerlos a mi lado en ese momento de vulnerabilidad.

Al principio me sentía apoyada pero luego todos esos consejos se volvieron a enterrar cuando vi a Olivia y a Luke tomados de la mano en el pasillo de la escuela.

Al mes caí internada.

En las sabanas de un TelescoWhere stories live. Discover now