Capítulo 27

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CAPÍTULO 27

Cada hora me despierto para comprobar si Nathan tiene fiebre. Este no era el tipo de noche que esperaba. Sé que también le debo esto a sus hermanos por haberme cuidado cuando los necesité.

He notado que en el palacio la mayoría de las personas sienten una envidia abierta hacia estos hermanos y están resentidos porque son respetados y tienen una gran fortuna, lo que se percibe como una competencia.

Muchas chicas anhelan que un Telesco les dirija la palabra. Parecen ser bastante reservados y hasta ahora no los he visto socializar con nadie más que entre ellos mismos y conmigo, como si estuvieran siempre protegiéndose mutuamente.

Amaya, amiga de Adiele se estaba esforzando por encajar en su circulo social al igual que el resto, sino no me hubiera ofrecido aquel maletín lleno de billetes.

Adiele amenazándome con una navaja para que también le entregara su habitación y luego el pica pica en los ojos del resto de las chicas...

Querían eliminarme a toda costa por tener el supuesto privilegio de que los hermanos Telesco me incluyeran en su pequeño grupo.

Nathan suelta algunos quejidos, pero eso no es impedimento para que continue durmiendo.

Me dolió que Rachel se alejara por temor a que el resto de las postulantes le dieran la espalda.

Hubiéramos sido buenas amigas, pero estaba contra la espada y la pared.

Cerré los ojos un instante, sé que debía mantenerme despierta pero era tal el cansancio que ganó, sintiéndose victorioso de mi derrota...

***

La alarma de mi móvil nos sobresalta tanto a Nathan como a mí.

Cubierto de pañuelos y algo mareado, Nathan me quita el móvil del regazo y apaga la pantalla de mala manera.

—Mierda, lo siento—le digo, al ver que se ha despertado de mal humor.

Posa un brazo sobre sus ojos porque la luz del sol que entra por la ventana es molesta.

—¿Quién pone alarma un sábado? —gruñe, con la voz ronca.

Si hay algo que me causa cosquilleo en el estómago es oír la voz de un chico cuando se despierta

—Lo siento, Nathan. No pensé que el sonido de la alarma te molestaría tanto —me disculpo mientras me levanto de la cama y me acerco a la ventana para cerrar las cortinas, filtrando la intensa luz del sol.

Nathan se sienta en la cama, frotándose los ojos con cansancio. Sus cabellos desordenados y su expresión adormilada lo hacen ver aún más encantador. Me doy cuenta de que me he quedado mirándolo por un momento antes de apartar la mirada, sintiendo un ligero rubor en mis mejillas.

—He podido conciliar el sueño—responde, estirándose y bostezando.

Luego se levanta y se dirige al baño para lavarse la cara y despertarse un poco más.

Mientras tanto, yo me dirijo a la cocina para preparar un desayuno ligero.

A pesar de la noche interrumpida, tengo que asegurarme de que Nathan se recupere por completo. Preparo una taza de té caliente y corto algunas frutas frescas para acompañar.

Nathan sale del baño con el pelo aún húmedo, mira un momento lo que estoy haciendo, con el ceño fruncido. Se acerca a mí aún con la toalla de la noche anterior rodeándole la cintura.

Le entrego la taza de té y le sonrío amablemente.

—Aquí tienes. Espero que esto te ayude a sentirte mejor.

En las sabanas de un TelescoWhere stories live. Discover now