Capítulo 16

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CAPÍTULO 16.

Evangeline Brown.

El ascensor se detiene en mi piso y salgo con la intención de refugiarme en el spa del palacio. Recuerdo haber leído sobre él en el folleto de bienvenida que me dieron al llegar al palacio de la élite.

Mientras camino por los pasillos, una sensación de frustración y rabia crece dentro de mí. ¿Cómo puede ser tan hipócrita? Él puede acostarse con quien quiera y yo no puedo hacer nada al respecto. Es increíble cómo cambian las cosas tan rápido.

Lo peor es que ahora me ignora y me trata como si fuera la peor de las personas. Le dejé claro desde el principio que entre nosotros solo había amistad, que no buscaba nada más que eso. ¿Por qué no puede entenderlo? Es desgarrador ver cómo se aleja de mí, convirtiéndose en un completo desconocido.

Hipócrita de los hipócritas. No debí acostarme con él.

Incluso me arrepiento de haberme acostado con Nathan porque él también intenta casarse conmigo.

Claramente aquí el sexo casual no existe e incluso me hice adicta a esa sensación de no estar ligada con alguien.

En ese intento arrastré conmigo un matrimonio y que mi amigo me odiaría.

El sector de spa del palacio de la élite es una obra maestra de opulencia y lujo. Al entrar, el aroma a aceites esenciales y fragancias exóticas envuelve mis sentidos, transportándome a un oasis de relajación y bienestar. Las paredes revestidas de mármol blanco brillante reflejan la suave luz de las elegantes lámparas de araña, creando un ambiente sereno y sofisticado.

Dos chicos del servicio me reciben con una reverencia, ofreciéndome toallas suaves y perfumadas, así como una selección de jabones y aceites aromáticos. Sus uniformes impecables y su actitud profesional añaden un toque de distinción al lugar.

Me acerco a la recepción, donde una amable recepcionista me saluda con una sonrisa radiante y me pregunta qué tipo de masajes deseo recibir.

Después de una breve conversación con la recepcionista, decido optar por un masaje relajante con aceites esenciales de lavanda y jazmín. Me indican el camino hacia las lujosas salas de tratamiento, donde la música suave y los delicados aromas crean un ambiente de paz y tranquilidad.

Me sumerjo en el cálido abrazo de la camilla de masaje, dejando que mis preocupaciones se disuelvan con cada suave movimiento de las manos expertas del terapeuta. Cierro los ojos y me dejo llevar por la sensación embriagadora de la relajación, permitiéndome desconectar del mundo exterior por un momento.

Durante la sesión de masaje, mi mente se despeja y encuentro un breve respiro de la tormenta emocional que ha sido mi vida últimamente.

A mamá le hubiese gustado este tipo de cuidados. Me pregunto si tuvo la oportunidad de que alguien le hiciera masajes.

Ay mi Dios, qué delicioso es esto...

—Señorita Brown, con mucho respeto queremos decirle que también hacemos otro tipo de servicio —me dice el masajista, haciendo que levante la cabeza con el ceño fruncido y apoye mis codos en la camilla.

Los ojos azules del chico brillan con entusiasmo mientras me hace masajes en las piernas y una sonrisa, esperando a que responda.

—No, gracias —le respondo, algo sorprendida por su "predisposición".

—Es extraño oír un no de alguna postulante —confiesa y sigue por mis muslos y desciende por toda mi pierna hasta llegar a mis tobillos.

—¿Tienen todo tipo de solicitudes para que eso ocurra? —cierro los ojos al sentir sus dedos deslizándose gracias al aceite sobre mi pie izquierdo.

En las sabanas de un TelescoWhere stories live. Discover now