Capítulo 28

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CAPÍTULO 28

Evangeline no esperaba que Dan se despertara de golpe o al menos, que la recibiera despierta una vez que esta se había recostado a su lado para descansar lo que no descansó estando con Nathan, el hermano de su amigo.

—Creí que te sentías comoda durmiendo conmigo—le dijo Dan, con un tono herido mientras se levantaba para pedir el desayuno a la habitación.

A Evangeline le resultó extraña su actitud e incluso mucho más que no se preparara el desayuno contando con una cocina amplia en la habitación.

—Estuve cuidando a Nathan, tu hermano—le cuenta esta, sentándose en la cama.

Dan, detiene sus dedos por encima de los botones del teléfono y con este pegado a su oreja.

—¿Por qué estabas con mi hermano? —le pregunta, confuso.

—Nathan te llamó al celular y al ver que no respondias porque te habías quedado dormido, contesté la llamada y me pidió que vaya a cuidarlo porque tenia fiebre—le responde Evangeline, sintiéndose incomoda por alguna extrañada razón.

Dan se la queda viendo y no le dice nada. Se sostienen la mirada unos segundos hasta que él decide llamar a servicio a la habitación.

Evangeline respira. Aquellos ojos que Dan posee son tan profundos que hasta la puso más nerviosa de lo que puede estar una persona.

Evangeline notó la mirada intensa de Dan sobre ella y se preguntó qué estaba pasando por su mente en ese momento. Podía sentir la tensión en el aire y la confusión en su expresión.

—Así que Nathan se puso enfermo—asimiló Dan en voz alta mientras buscaba ropa para utilizar en el día.

—Sí y era cierto porque su cuerpo tenía una temperatura altísima.

Dan enarcó una ceja y Evangeline tragó saliva.

—Quiero decir que estaba enfermo de verdad—aclaró la chica rápidamente, corrigiendo sus palabras.

—Y también te llevó al cuarto de baño, se desnudó e insultó al cielo y a la tierra por no poder bajar su fiebre. Y tú lo viste desnudo, sentada en el bidet mientras se duchaba ¿no?

Evangeline se queda muda ¿cómo sabia eso?¿Por qué Nathan fingiría...?

Dan se la quedó viendo.

—¿El cretino de tu hermano me engañó? —Evangeline pone el grito en el cielo.

—Usó la estrategia de la fiebre de la fiebre contigo. Le hizo lo mismo a varias chicas de aquí—Dan meneó la cabeza, indignado.

Evangeline sintió una mezcla de enojo, confusión y decepción al enterarse de la artimaña de Nathan. Se levantó de la cama y comenzó a pasear de un lado a otro, tratando de procesar la información.

—¡Tu hermano es un idiota! —grita ella, completamente indignada y se detiene en seco. Ve a Dan—. Me va a oír.

Pretende salir de la habitación, pero el chico Telesco la detiene de inmediato tomándola de los hombros.

—No, tú te quedaras aquí y desayunaras conmigo.

—¡Se aprovechó de mi bondad y buena predisposición!

—Y miles de chicos lo harán contigo y tú no te darás cuenta, Evangeline. Bienvenida a The Moon.

Evangeline se queda viendo a Dan a los ojos y este, por un microsegundo, baja sus ojos a los labios.

Los ojos de Evangeline reflejaban una mezcla de enojo, decepción y vulnerabilidad, mientras que los de Dan mostraban comprensión y una chispa de algo más.

Evangeline rompió el contacto visual y desvió la mirada hacia el suelo, buscando una forma de procesar todo lo que estaba sucediendo.

El servicio de habitaciones llegó con el desayuno, interrumpiendo el silencio incómodo que se había instalado entre ellos.

MIENTRAS TANTO EN LA MANSIÓN BROWN...

—¡¡Debes ir ahora mismo y disculparte con Sara Telesco, Sophia!! —le gritó su esposo tras enterarse de la discusión que había ocurrido en su club de lectura.

Las dos mujeres con más dinero en el pueblo estaban en boca de todos. Ver a Sophia Brown y Sara Telesco en una grabe discusión por la ética y moral que se aplicaba en el pueblo era debate general.

Había personas que en el silencio estaban a favor de Sophia mientras que otras gritaban que Sara tenia toda la razón.

—¿Disculparme? —la mujer se echa a reír, su esposo la ha increpado en su estudio de baile que ella misma ha adaptado para despejar su mente—¿Disculparme por defender mis principios y valores que son mucho más sanos para sus hijos?¡Jamás!

Elija Brown, esposo de Sophia Brown, apagó la música y su esposa detuvo su danza abruptamente.

—Si no te disculpas perderemos todo, Sophia y lo sabes. Vicenzo Telesco es uno de los sujetos que codea al tipo que maneja todo este pueblo, es como si enfrentaras a la esposa del presidente—Elijah estaba a punto de perder la cabeza al ver el desinterés de su esposa—¡Reacciona, Sophia esto no es un juego!

La mujer se lo queda viendo como si no lo reconociera.

—¿No te preocupa que los problemas alimenticios de Evangeline regresen?¿No te preocupa que quede internada de nuevo?¡Piensa en tu hija, Elijah y no en el poder que tienen todos aquí!

Sophia se acercó lentamente a su esposo, sus ojos brillaban con una mezcla de determinación y dolor. El silencio invadió el estudio de baile mientras ambos se miraban fijamente, el aire cargado de tensión.

—Elijah, sé que estás preocupado por nuestra situación, pero no puedo dejar que el miedo nos controle. No puedo disculparme por expresar mis principios y defender lo que creo que es correcto. Si Sara Telesco quiere usar su influencia para mantener el statu quo, entonces es hora de que alguien le haga frente.

Elijah agarró los brazos de Sophia con firmeza, buscando desesperadamente hacerla entrar en razón.

—Sophia, entiendo que te preocupes por Evangeline, pero ¿es realmente el momento de enfrentarte a Sara Telesco? No solo está en juego nuestro bienestar, sino también el de nuestra hija. No podemos permitirnos perderlo todo.

Sophia apartó bruscamente los brazos de Elijah y dio un paso atrás, su mirada desafiante.

—¿De qué sirve tenerlo todo si debemos renunciar a nuestros valores? ¿Quieres que Evangeline crezca pensando que es aceptable ceder ante la injusticia y el abuso de poder? No, Elijah, no puedo aceptar eso. No voy a permitir que este pueblo enferme a Evangeline, ya suficiente tenemos que se ha dejado influenciar por los postulantes para que se compre ropa costosa que vale lo mismo que nuestra casa en California.

—Evangeline está intentando encajar para no sentir los ojos pesados sobre ella, me lo ha dicho a mí por teléfono.

—¿Ah sí? —Sophia se cruza de brazos—¿Desde cuándo tienes tanta afinidad con ella?

—Desde que su madre decidió recortarle los gastos con tal de que no compre ropa costosa. Tanto Evangeline como yo estamos intentando sobrevivir en este pueblo a nuestra manera ¡tú deberías hacer lo mismo, Sophia! ¡Ve y discúlpate con Sara Telesco!

Elijah se fue del estudio más furioso de lo que había ingresado. Las lágrimas comenzaron a empañar los ojos de Sophia, pero su determinación no flaqueó.

—Por supuesto que iré a ver a Sara Telesco—susurró en voz baja, viéndose en el espejo que completaba la pared completa.

En las sabanas de un TelescoWhere stories live. Discover now