Capítulo 19

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CAPÍTULO 19

Llega la noche.

El rumor de que habrá una fiesta en el sótano del palacio de la Elite es muy fuerte y lo confirmé cuando una carta negra se deslizó por debajo de la puerta de mi habitación.

Justo salía de darme una ducha y la vi, deslizarse sutilmente en el suelo.

Con una toalla envolviendo mi cuerpo, la recogí y tras abrirla, había una pequeña nota.

La misma decía: "Sótano. Medianoche. Ropa interior".

Fruncí el ceño.

¿Ropa interior?

Si piensan que iré en ropa interior a una especie de fiesta en donde todos van a asistir en ese estado, paso.

Aunque...la tentación está.

Tocan mi puerta.

—¿Quién? —pregunto antes de abrir.

—Soy Amaya.

¿Amaya? No conozco ninguna Amaya.

—¿Qué quieres?

—¿Vas a abrir la puerta o qué?

—No, no voy a abrirla. Dime lo que quieres.

Después de que me interceptara Adiele con una navaja tras abrir la misma puerta, tengo algo de precaución.

Estoy más que justificada.

—Escuchame, si no abres no puedo decírtelo.

Miro por la perilla y entonces la reconozco.

Estuvo esta mañana con Adiele en el centro comercial.

—¿Eres amiga de Adiele? Olvidalo, no voy a abrir.

La escucho resoplar y desaparecer de la mirilla. Escucho pasos, por lo que determino que se ha ido.

Abro la puerta para corroborar y me sobresalto al verla a un costado apoyada en una de las paredes del pasillo.

—Hola—me dice, mascando chicle y observándome con cierta curiosidad.

Tiene un maletín negro en la mano.

—Oh esto—me dice cuando se da cuenta que lo estoy viendo—, es una sorpresa para ti.

—Si eso tiene una bomba te juro que...

—¿Por qué tendría una bomba? —se echa a reir—. No, no la tiene pero podría cambiar tu vida y la de tu familia.

—¿Disculpa?

Amaya mira alerta el pasillo y se mete a mi habitación de golpe.

—¡Oye, no! —exclamo, al verla que ingresa como si nada.

—Cierra la puerta, Dios. No quiero que nadie se entere—me dice, algo cargada de energía.

Hago lo que me pide y no sé por qué. Creo que la curiosidad me terminara matando.

Amaya deja el portafolio encima del colchon y lo abre. Mi respiración se corta por un momento al ver la cantidad de fajos de billetes apilados y acomodados uno encima del otro.

Amaya me observa.

—Mucho dinero ¿no?

Asiento con la cabeza. Creo que se me ha secado la boca.

—Bueno, puede ser tuyo si liberas esta habitación.

—¿Estás comprándome la habitación?

—Sí, bueno, de hecho, el grupo de chicas que estamos interesadas que la liberes.

En las sabanas de un TelescoWhere stories live. Discover now