Capítulo 25

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CAPÍTULO 25

Dan ya descansaba en la cama cuando decidí retirarme al cuarto de baño para vestirme de cara a la noche. Sin embargo, en ese preciso momento, me percaté de que sería la primera vez que dormiría con un chico. Me encontré frente al espejo del baño y, a pesar de las dificultades y tormentos que acechaban tras la puerta de la habitación, dentro de ese recinto sagrado, lograba olvidar la verdadera razón por la cual nos encontrábamos allí.

Suspiré, nerviosa, y en mi pijama de Bob Esponja, compuesto por un pantalón de algodón amarillo y una larga camiseta que llegaba hasta los muslos, salí del cuarto de baño, y las risas de Dan no tardaron en inundar el aire.

—Sabía que reaccionarías así—dije, cruzando los brazos y fingiendo indignación.

—Bueno, tú decidiste presentarte así, y recibirás la reacción que yo considere oportuna—respondió mientras él yacía en el centro de la cama con las manos detrás de la cabeza.

Aquella postura hacía que sus brazos parecieran aún más musculosos, lo cual me hizo desviar la mirada hacia algún rincón vacío de la habitación.

Me acerqué a la cama, apagando todas las luces de la habitación, incluyendo las del pequeño sector de cocina. Solo permanecía encendida la luz de los faroles del parque, que se filtraba por la ventana del palacio.

Me quito las pantuflas y decido acostarme. Él no se hace a un costado, por lo que mi lugar de la cama es reducido.

—Dan, si no te corres no tendré lugar para dormir—le digo.

—Para mí la palabra "correr" tiene otro significado cuando uno está en la cama ¿cómo quieres que me corra? —parece estar disfrutando mi incomodidad.

—Que te hagas a un lado.

—¿Y si no quiero?

—No podré dormir.

—Bueno, eso no sería problema mío.

—¡Dan, vamos, que me muero de frio!

Le doy un empujón y en aquel intento de conseguir algo de espacio en la cama, Dan me agarra de los brazos y tira de mí.

Caigo encima de sus piernas.

—¡Hey! —protesto.

—Eso fue por ponerme una mano encima—responde en su defensa.

Se echa a reír y finalmente se hace a un costado. Me meto en la cama olvidándome del frio. Dios, las camas del palacio son tan comodas que me cuesta salir de ellas. Una vez que te metes entre las cobijas, es una tarea difícil después.

Sonrio como una tonta y al abrir los ojos, lo veo a él observándome, divertido.

—Vaya, pareces haber olvidado completamente el motivo por el cual estamos aquí —comenta Dan con tono juguetón.

—En este momento, lo único en lo que puedo pensar es en lo cómoda que es esta cama —respondo, acomodándome entre las suaves sábanas.

Dan sonríe y se acerca, recostándose a mi lado.

—Bueno, supongo que eso significa que deberíamos aprovechar al máximo esta noche de comodidad, ¿no crees?

Le devuelvo la sonrisa, sintiendo cómo el ambiente se vuelve más íntimo.

—Tienes toda la razón. No todos los días se duerme en una cama tan lujosa como esta. Bueno, mejor dicho, no todos los días yo duermo en una cama como esta, maldito ricachon.

—Exacto. Así que, ¿qué te parece si dejamos de pensar en todo lo que nos rodea y simplemente disfrutamos de este momento juntos, Evangeline?

Me dejo llevar por su sugerencia, dejando a un lado mis preocupaciones y permitiendo que la complicidad entre nosotros crezca aún más.

En las sabanas de un TelescoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora