Capítulo 10

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CAPÍTULO 10.

EVANGELINE BROWN.

Para ser sincera no esperaba cruzarme a Dan exactamente hoy. 

Había asumido que pasaría otro día, o quizás incluso una semana, antes de tropezar nuevamente con él. Sin embargo, allí estaba, de pie junto a la puerta de la limusina, su mirada clavada en la mía como si estuviera viendo un espectro.

Su rostro inicialmente reflejaba sorpresa, pero rápidamente se transformó en una expresión más relajada.

Aunque, era difícil discernir si esa calma era genuina o si la forzaba para ocultar algún sentimiento más profundo.

Darya se aproximó con una sonrisa jovial, su brazo entrelazado con el de su hermano Nathan. Aunque Dan permanecía estático en el mismo lugar, la limusina que lo acompañaba se había desvanecido en el horizonte.

Mientras me cuestionaba si Dan daría el paso de acercarse y saludarme en este inesperado encuentro, el viento comenzaba a intensificarse, jugando con mis mechones de cabello que ondeaban de manera caprichosa frente a mis ojos.

La esperanza se desvaneció abruptamente cuando Dan, sin una palabra ni un gesto, dio media vuelta y se adentró en el imponente palacio.

El dolor se clavó en mi pecho como un puñal afilado, dejando una sensación de vacío y desconcierto.

La confusión y la decepción se entrelazaban en mi mente mientras observaba la espalda de Dan alejándose. ¿Por qué no había ofrecido ni siquiera sus condolencias por la pérdida de mi madre? La ausencia de empatía me dolía profundamente, y la presencia de Adiele en el funeral, a pesar de nuestras diferencias, resaltaba la extrañeza de la situación.

—Ni te molestes en hacerte la cabeza de por qué no te habla, Evangeline —me saludó Darya con dos besos en cada mejilla—. Dan se va a casar —anunció.

Nathan me saludó con dos besos en cada mejilla en cuanto su hermana me soltó el baldazo de agua fría.

—Está enamorado de ti y quiere distancia para no confundirse —agregó Darya—. Respeta su espacio, cariño. No es nada contra ti. Es simplemente Dan.

—No puede ser. Dan no se enamoraría de mí —me reí nerviosa.

—Sip. Le gustas —confirmó Nathan, disgustado sacó un encendedor del bolsillo delantero de su pantalón y se encendió un cigarrillo, el cual presionó entre sus labios—. Pero se va a casar, deberías estar feliz por él siendo su amiga más cercana.

—No me creo esa mierda de la distancia que él quiere. Si está enamorado de mí, va a decírmelo —agarré mi maleta y comencé a caminar hacia el palacio a paso apresurado.

La incredulidad y la confusión se mezclaban en mi interior, y necesitaba respuestas que solo podrían encontrarse confrontando a Dan cara a cara.

—¡Suerte con ello! —me grita Nathan desde la distancia.

Detrás de mí, mientras avanzo con determinación, siento que la manija de mi maleta es suavemente arrebatada de mi mano. Al girar, me encuentro con Alex, de uniforme negro con el logotipo de la empresa privada de seguridad en su solapa.

Su cabello rubio cae de manera ordenada, enmarcando un rostro atractivo y proporcionado.

Sus ojos azules reflejan serenidad y determinación, resaltando en contraste con su piel ligeramente bronceada.

Vestido con el uniforme ajustado, destaca una figura atlética que denota su compromiso con la seguridad.

Su presencia irradia confianza, pero sin exageraciones que me hagan sentir incomoda.

En las sabanas de un TelescoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora