Capítulo 44

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CAPÍTULO 44

—Vinieron a verte —informó Amaya a Adiele, quien yacía en la cama gritando mientras dos enfermeras intentaban sanar la pierna que su propia madre había quemado.

—¡¿Quién?! —exclamó Adiele, escupiendo la toalla que mordía para soportar el dolor.

Nathan y Darya entraron en la habitación sin decir una palabra. Amaya se apartó, cruzando los brazos.

—Lo que me faltaba —murmuró la chica pelirroja, apoyando la espalda contra las almohadas—. ¿Y ustedes qué quieren? ¡Vayan a hacerle cariñitos a Evangeline!

Nathan y Darya permanecieron en silencio, observando cómo las enfermeras luchaban por envolver el muslo de la hija de la directora con gasa. Finalmente, las enfermeras terminaron y se retiraron en silencio, dejándolos a los cuatro solos.

—Así que fuiste tú quien le quemó la pierna a Evangeline —suspiró Nathan, apoyando su brazo contra una de las columnas de la habitación—. Caíste bajo, cielo.

—Tu madre definitivamente es la peor —comentó Darya, sentándose en el borde de la cama mientras miraba su muslo.

—Les envía saluditos —respondió Adiele con ironía.

—¿Harán carreras de muletas con Evangeline? —bromeó Nathan.

Adiele gruñó, histérica, y arrojó una de las almohadas de su cama hacia el rostro del chico, quien la esquivó mientras caía al suelo.

—¿Vinieron a burlarse o qué mierda? —les increpó Adiele, en tono abrasivo.

—No, solo vinimos a verte —respondió Darya con tranquilidad.

—Ya lo sabe todo el mundo, ¿verdad? —La voz de Adiele tembló un poco. Observó cómo se miraban entre ellos—. ¡Me lleva la mierda! —gritó, golpeando el colchón.

—Adiele, lo único que debe importarte ahora es tu mejora —le aconsejó Amaya.

—Sí, es cierto —coincidió Nathan—. Preocuparte por lo que diga la gente es en vano, no deberías pensar en ello.

—Se van a burlar de mí muchísimo y también empezarán a preguntarse si fue Evangeline quien hizo esto —los ojos de Adiele se llenaron de lágrimas—. Es el peor día de mi vida.

Amaya se retiró y dejó a Nathan y Darya cuidando de Adiele.

Ella estaba insoportable, lo cual era entendible considerando el maltrato que su madre le había infligido. Lo único que le importaba era que los demás no hablaran de esto.

Una persona en una situación normal debería denunciar a su madre por ello.

Mientras Adiele empieza a pedirles cosas como chocolate y algo de alcohol mientras escoge una película para ver en su televisor, los hermanos Telesco empiezan a competir para saber quién la satisface mejor.

Lo hacen de manera inconsciente porque ninguno de los dos tienen en claro sus sentimientos por ella.

—Creo que debería quedarme esta noche con ella—le dice Darya a Nathan mientras están en la cocina preparando palomitas.

Nathan la mira un momento.

—Sabes que en el estado en el que está no podrá tener sexo contigo ¿no? —le responde Nathan.

Darya palidece y se toma un momento antes de responder pero su hermano se adelanta.

—Creo que debiste decirme hace tiempo que compartíamos el mismo coño, hermanita.

En las sabanas de un TelescoWhere stories live. Discover now