Capítulo 25

149 10 0
                                    


CAPÍTULO 25

EVANGELINE BROWN.

Fue angustioso ver cómo Nathan me quitaba el vestido de novia para ayudarme a ponerme otra cosa. Sentía que me sofocaba con cada respiración entrecortada.

—No deberías estar haciendo esto, Nathan. Deberías estar acompañando a tus padres al edificio donde los van a retener para que pasen al exilio —insisto, sintiendo el peso de la culpa y la responsabilidad sobre nuestros hombros.

La voz de Nathan se quiebra mientras responde, y a través del espejo de cuerpo completo, noto su lucha interna por mantener la compostura.

—Por culpa de ellos mi hermano se suicidó —confiesa con un nudo en la garganta, revelando el peso de un dolor que lleva en silencio

—Debí decírtelo antes.

Me quedo en silencio, sintiendo el peso de la tragedia que ha marcado nuestras vidas de formas inimaginables.

—Tenías la soga en el cuello como para contármelo. Lamento muchísimo lo que le hizo Dan a tu madre —agrega Nathan con pesar, mientras desata el corpiño y procede a quitarme la falda del vestido.

Termina de desnudarme y me pasa una bata para que me cubra.


—Darya está acompañándolos en el proceso, yo no los voy a apañar —me dice Nathan, sentándose en el borde de la cama con expresión sombría—. No quiero, ni siquiera puedo verlos a la cara. Todas esas chicas...

Asiento con pesar, comprendiendo el tormento que debe estar atravesando Darya en medio de toda esta situación.

—Ahora mismo debe estar la policía desalojándolas del sitio —comento, echando un vistazo al reloj de pared que cuelga en la habitación del palacio—. Yo no tengo que hacer nada.

Nathan frunce el ceño con preocupación.

—Conociendo a la policía que está vigilando el pueblo, seguro está con ellos. Evangeline, te estás metiendo en algo muy oscuro.

Me encojo de hombros con determinación.

—No tengo nada qué perder.

Mis palabras suenan decididas, pero en lo más profundo de mi ser, sé que me estoy adentrando en un territorio peligroso y desconocido. Sin embargo, la necesidad de justicia y la búsqueda de la verdad me impulsan a seguir adelante.

—Sí, tienes algo que perder —Nathan me mira directamente al vientre, y su comentario me golpea como un puñetazo en el estómago.

Me quedo en silencio por un momento, procesando sus palabras antes de responder.

—No creo que quiera seguir con este embarazo —le confieso, con un nudo en la garganta y un peso en el pecho que apenas puedo soportar.

Nathan traga saliva, y sus hombros se hunden con desaliento ante mi confesión.

—Tampoco te conviene tener algo ligado a nosotros —coincide, su voz cargada de tristeza y resignación.

—No, y lo siento, pero tampoco tengo ganas de estar atada a tu apellido, Nathan —respondo con sinceridad, sintiendo el peso de la decepción y la desilusión en mis palabras.

Nathan eleva su mirada para clavar sus ojos oscuros en los míos, y su expresión refleja una mezcla de comprensión y resignación.

—Supongo que todo lo de la boda fue una farsa para vengar a tu madre, ¿no es así? —su pregunta corta el aire con su crudeza, y me encuentro incapaz de sostener su mirada.

En las sabanas de un TelescoWhere stories live. Discover now