Capítulo 14

477 28 1
                                    


CAPÍTULO 14.

—El gas pimienta puede causar una sensación de ardor extremadamente dolorosa en los ojos y la piel. Si te encuentras en esta situación, hay algunas cosas que puedes hacer para aliviar el dolor y reducir la inflamación. Lava los ojos con agua fría: Lava los ojos con agua fría corriente durante al menos 10-15 minutos. Si es posible, inclina la cabeza hacia atrás y deja que el agua fluya sobre tus ojos. Usa leche o agua salada: Si no tienes acceso a agua corriente, puedes utilizar leche o una solución de agua salada para lavar tus ojos. La leche puede ayudar a reducir la inflamación y el dolor, mientras que la solución de agua salada puede ayudar a neutralizar los efectos del gas pimienta. Aplica una compresa fría: Coloca una compresa fría o un paño empapado en agua fría sobre tus ojos para reducir la inflamación y aliviar el dolor. No frotes tus ojos: Frota tus ojos puede empeorar el dolor y la irritación, ya que el gas pimienta se extenderá aún más. Intenta mantener los ojos abiertos y evita frotarlos. Usa solución salina para los ojos: Si tienes una solución salina para los ojos, puedes usarla para enjuagar tus ojos después de lavarlos con agua fría. Recuerda que el gas pimienta puede ser peligroso y puede causar daños graves si no se trata adecuadamente. Siempre es mejor evitar el contacto directo con el gas pimienta en primer lugar.

—¿En serio es peligroso el gas pimienta? No me digas—gruño, malhumorada.

Estoy acostada en mi cama con los ojos cerrado mientras él se ocupa de limpiarme con un paño que huele a leche. He tomado varios medicamentos y el ardor fue cediendo a medida que corría el tiempo.

Hemos intentado todo lo que ha encontrado por internet y la mayoría ha calmado algo mi malestar.

No he llorado aún porque creo que podria ser peor pero cuando esté sola y el ardor se vaya, lo haré para desahogarme.

—¿Estás segura de que no quieres que llame al enfermero? —insiste por cuarta vez.

—No, no quiero alarmar a mis padres por algo que se calmara en cualquier momento. Ya están pasando por mucho.

—Esto es por mi culpa—siento como el peso del lado derecho de mi cama se hunde y noto que se ha sentado—. Están celosas porque eres mi amiga y no toleran el simple hecho de que no habrá algo más.

Asiento con la cabeza. Sinceramente no lo estoy escuchando, creo que mi cabeza está en un sitio que no sea este palacio de porquería. Tanta riqueza, pero nada de respeto. Entonces, este sitio no tiene un valor real.

—Dan.

—¿Qué?

—¿Puedes hacerme el favor de no hablar? Se me parte la cabeza. —le pido—Ayúdame a sacarme el vestido por favor, me está asfixiando.

—Claro.

Me toma las manos y me ayuda a levantarme de la cama. Una vez que estoy de pie, siento como desata la cinta del corcet y me va despojando de las telas. Me quita el velo que ni eso pude quitarme por mi misma y finalmente, me quedo en ropa interior.

Ni siquiera escucho la respiración de Dan para darme cuenta de que sigue allí, solo siento sus dedos que trabajan lentamente para desvestirme.

Está detrás de mí y no puedo verlo, sólo percibir su presencia en medio de la larga noche que me espera sin visión.

—Supongo que no te incomoda que te vea en ropa interior—me dice y siento que tiene una sonrisa en los labios.

—Estoy segura que no es la primera vez que vez a una chica en este estado. Es por eso que no siento vergüenza.

—¿Mi experiencia te quita la vergüenza?

—Tu experiencia me da la comodidad de que no ocurrirá nada—le digo.

—¿Te vas a colocar la pijama?

—No, dormiré en ropa interior y no creo que salga mañana a desayunar. Tuve suficiente por hoy.

Me siento en el colchon y tanteando con mis manos consigo destender mi cama y meterme dentro del edredón.

Finalmente acostada, no escucho otra palabra de Dan.

—Buenas noches, Evangeline ojos quemados.

Me echo a reír. Al menos ha conseguido arrebatarme una sonrisa luego de la maldita tragedia.

—Buenas noches, Telesco.

Se aleja, lo noto por los pasos y escucho como la puerta se abre y se cierra.

Suspiro.

Estoy sola.

Y me echo a llorar una vez que mi cabeza toca la almohada. Anhelo mi hogar, no la estoy pasando bien y dudo que mi salud mental sea lo suficientemente fuerte como para soportarlo. Vendrán cosas peores, lo presiento y lo único que espero es poder ser fuerte.

Aunque si ellas juegan sucio deberé aprender hacerlo yo también.

DAN TELESCO.

Tras llegar a su habitación, lo hace cabreado. Furioso se quita la pajarita de su traje.

Los trajes para esposos suelen ser de alta calidad y confeccionados con materiales duraderos, ya que se espera que se usen en eventos importantes y se mantengan en buen estado a lo largo del tiempo. Además, es común que se complementen con accesorios como zapatos elegantes, un cinturón a juego y una corbata o pañuelo de bolsillo coordinado.

Y costó, para Dan, quitarse toda la ropa, dejandola en el suelo sin importarle nada. Sabía que debía recogerla él pero en ese momento es lo último que pensó.

Evangeline estaba en peligro, su hermana tenía razón. Se lo había advertido y este era el comienzo de las maldades por parte del grupo de mujeres que intentaban eliminar a la competencia.

Porque esta era una y los adultos no iban a intervenir porque no les convenia interferir en las estrategias de casamiento de sus hijos, porque el premio lo valía si estos conseguían un buen marido o esposa.

Fue al baño, se metió en la ducha una vez que esta estuvo templada y dejó que la ira se vaya por la cañería. Luego, para aclarar su mente intentó pensar en un plan, pero cuando cerró los ojos, lo que vino a su mente fue todo lo contrario.

Estaba detrás de Evangeline cuando le quitó el vestido de novia y gracias a Dios ella no pudo ver lo rojo que se puso al verle el trasero. Tenia una cintura de avispa no tan pronunciada. Era delicada y tenía una línea en el centro de su espalda como si se tratara de un camino que él tenia ganas de trazar con sus dedos, sólo por curiosidad.

Pero se contuvo. Por supuesto no iba a hacerlo y sabía que no debía mirarla de la manera que lo estaba haciendo, pero esa chica era exquisita en todos los sentidos.

Su piel parecía ser delicada y suave, y los huesos faciales estaban algo marcados debido a la falta de grasa en la cara.

Había pasado un día desde su llegada y no parecía estar comiendo bien. La verdad es que él no sabía cuánto tiempo había estado en el pueblo y algo le susurraba que la chica había empezado a disminuir sus comidas diarias.

Su cabello caía como manto negro lleno de bucles sobre uno de sus hombros.

Su ropa interior un sujetador sin tiras y una tanga negra sencilla, pero a ella, en particular, le quedaba precioso y excitante.

Dan se echó hacia atrás como si estuviera demasiado cerca del fuego pero Evangeline, prácticamente desnuda, le quedó grabada en la cabeza como un tatuaje.

Cuando se dio cuenta, dentro de la ducha y que lo regresó al presente, fue que su miembro estaba erecto, palpitaba y no le quedó otra que satisfacer su necesidad de tocarse. Tomó la punta de este y empezó con unos ligeros masajes que terminaron siendo explosivos.

Dan se tocó pensando en Evangeline, en su cuerpo y sus ojos tras danzar con ella. Dan se tocó pensando en lo que ambos harían si estuvieran juntos.

Dan se corrió diciendo su nombre con los dientes apretados y pegando su frente contra el frio azulejo del baño.

En las sabanas de un TelescoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora