Capítulo 24

473 24 1
                                    


CAPÍTULO 24

Pico carne tan pequeña hasta al punto de triturarla, busco pan del día y un tomate fresco con una lechuga.

La cocina del palacio está tan equipada con tanta mercadería que podría vivir en ella y jamás pasar hambre. Dan está mirándome, atento mientras me ve cocinar. Logramos sobornar a uno de los de seguridad que custodiaban el sitio.

Si dejábamos algo fuera de lugar nos matarían a ambos.

Antes de venir a la cocina, fuimos a ponernos algo de ropa para no seguir en ropa interior y ahora éramos dos adolescentes intentando cocinar una hamburguesa con lo que había.

—Me siento un inútil por no saber qué hacer. Nunca he cocinado—me dice, algo aturdido con sus manos apoyadas en la encimera de mármol.

La cocina eléctrica está instalada sobre la misma, así que está a mi lado.

—¿Te animas a cortar varias rodajas de tomate? —le propongo.

Enarca una ceja, serio y decide lavar un tomate para empezar. Mientras cocino la carne, lo veo y está concentrado. Arruga su nariz, ceñudo. Los mechones castaños le caen en la frente a medida que corta finamente el tomate. Lo hace con delicadeza, con temor a arruinarlo e incluso puedo llegar a jurar que teme arruinarlo.

Sus ojos se clavan en mí de reojo y yo me ruborizo.

—¿Qué? ¿Nunca viste a un niño bonito cortar tomate?

—Lo haces como si fuese la primera vez que lo haces.

—Bueno...mi madre no me dejaba entrar a la cocina. La única que podía era mi hermana y a veces la envidiaba por ello.

—Debe ser una broma.

—Me mantenían ocupado con cosas de negocio de mi padre.

Mientras Dan continúa cortando el tomate con destreza, me doy cuenta de lo poco que conozco de su vida. Ha pasado por tantas dificultades y responsabilidades a una edad temprana, y sin embargo, aquí está, aprendiendo a cocinar hamburguesas junto a mí.

Me acerco a él y le doy una palmadita en el hombro.

—Bueno, ahora tienes la oportunidad de aprender algo nuevo. Y no te preocupes, estoy aquí para enseñarte.

Dan sonríe tímidamente y continúa cortando el tomate. Mientras tanto, termino de cocinar la carne, sazonándola con una pizca de sal y pimienta. Saco dos panes del día del estante y los abro por la mitad. Tomo unas hojas de lechuga fresca y las lavo rápidamente.

—Ya casi estamos listos —le digo a Dan, que ha terminado de cortar el tomate.

Pongo la carne en los panes y luego coloco las rodajas de tomate encima. Agrego la lechuga y cierro las hamburguesas. Les doy un par de vueltas en la plancha caliente para que se doren un poco.

Mientras esperamos, Dan se anima a contarme más sobre su infancia. Me habla de su padre, un exitoso empresario, y de cómo su madre siempre lo mantenía ocupado con las responsabilidades de la familia.

Me cuenta que nunca tuvo mucho tiempo libre para aprender cosas nuevas o disfrutar de actividades simples como cocinar.

—¿Y los chicos tienen el foco en progresar en los negocios familiares y las chicas tienen labor en la cocina? —de tan solo pensarlo me daba nauseas.

—Lamentablemente sí, nadie lo cuestiona porque no conocemos otra cosa. The Moon es tradicional, nadie cuestiona cuando están todos conformes y felices con lo que tenemos.

En las sabanas de un TelescoTempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang