Capítulo 4

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Máximo.

Hace unas horas aterrizamos en Bahrain para la primera carrera inaugural de la Formula 1, hace unos años Rafaella y el imbécil de Franco empezaron a trabajar en crear a un equipo suficientemente fuerte para ingresar a la F1, el dinero ya lo tenían de sobra pero armar desde cero un equipo con más de mil trabajadores necesitaba dedicación, un plan estratégico clave para empezar.

Desde hace dos años el equipo RiccHong, se ha posicionado como el líder de las carreras, ganando la mayoría de las competencias y coronándose como campeones del mundo por dos años consecutivos, frustrando el hambre ganadora de los demás equipos.

Hoy también llega el hermano con su mujer y sus hijos para presenciar la primera carrera del año.

-Buenos días, señores.-nos recibe el quipo.

-Buenos días.-responde Rafaella cuando ve que no tengo intensión de responder.

-¡Kuznetsov!-grita Adam Ruwell a modo de saludo cuando me ve.

-¡Ruwell!-le respondo.

Es el piloto principal del equipo así que para todos es como la estrella del espectáculo pero para mí es un mierda cualquiera.

Mi hijo está dando vueltas alrededor del monoplaza.

-¡Adam!-le grita mi hijo desviando su atención cuando está apunto de acercarse.

-¡Pequeño Kuznetsov!-va a por mi hijo.

-¡Hoy ganaremos!-chocan las manos.

-¡Eso es seguro, Kuznetsov! Te entregare el premio que me darán hoy.

Esa es una de las cosas que me agrada de Ruwell que se cree el mejor, que en su cabeza no hay nadie capaz de vencerlo.

-¿Me lo regalaras?-pregunta mi hijo.

-Claro.-acaricia su cabello.

Tiene 22 años, es uno de los corredores más joven de la parrilla y como no tiene hijos, los míos se aprovechan de eso para apoderarse de sus premios, medallas y de sus cascos.

Le aparto de un manotazo la mano que mantenía sobre la cabeza de mi hijo.

No me gusta que lo toquen, ellos son solo míos y me deben de querer solo a mí y a su madre.

-No te pongas celoso, Kuznetsov.

-No eres competencia.

Tomo a mi hijo de la mano.

-No quieras robarte el cariño de mi hijo, grandísimo hijo de puta.-digo entre dientes cuando paso por su lado.

-Este hijo de puta le regalara el premio.-lo aniquilo con la mirada y levanta las manos de forma inocente.

-¡Para eso te pago!-digo serio y vuelve a reír.

Mi mujer está hablando con el director del equipo.

-¡Papi!-grita Bianca, entre tanta gente no la logro ver.

-¿Dónde estás?-pregunto a nadie en específico.

Esa abejorra me volverá loco.

-¡Aquí, papi!-sale de detrás de las llantas y viene a mí.

-No te metas ahí, te pueden aplastar.

-Me duelen las piernas. Cárgame.-pide alzando los brazos en mi dirección.

Es una consentida como la maldita madre que se carga.

-Camina.-la ignoro caminando hasta donde esta Rafaella.

-¡Papá!-grita a mi espalda.

-¡Camina!

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