Capítulo 8

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Máximo.

La Riccardi da vueltas y vueltas por la habitación sin apresurarse. Se acerca a mí a envolverme con sus delgados brazos, besando mi cara.

-Me tengo que ir.-le recuerdo a la pelinegra que sigue colgada de mi cuello sin dejarme salir de la casa.

-No te vayas.-pide enterrando su rostro en mi cuello.

-Tengo una reunión.

-También tengo cosas que hacer pero aquí estoy.

-Ven conmigo.-se suelta.-Seria todo un espectáculo.

-Esos viejos me sacan de quicio. Suficiente he tenido que soportar ya.

-Manejables y adorables.-me rio.

-Odiosos.-me corrige.

Pasa su mano por todas las prendas que cuelgan del boquín closet que tenemos en la habitación tratando de elegir que ponerse hoy.

-Me llevo a Erebo, necesita una revolcada en la nieve.

Tengo su atención nuevamente.

-No olvides traerlo de regreso.-advierte.

-Hace unas semanas me pedias que me deshiciera de él.

-¡Yo nunca pedí eso! ¿De qué hablas?

-No textualmente pero lo insinuaste.

-No digas pendejadas, jamás insinué eso. Dije que podían ahogar a mis hijos.

-Es lo mismo.

-No es lo mismo.-escoge un blazer y un pantalón negro a conjunto.

-La misma pendejada pero con diferentes palabras.

Se cambia frente a mis ojos exponiendo su piel blanquecina de porcelana.

Ladeo mi cabeza para mirar bien su trasero voluptuoso que atrapa a todos mis sentidos por completo.

Abrocha su pantalón y luego el blazer sin nada debajo.

Me recuesto en la silla a esperar que se maquille y escoja el bolso que usara.

El closet es 80% de Rafaella y 20% mío y eso que yo ocupo una pared de por lo menos 4 metros de largo.

El resto es de ella que tiene zapatos de distintos modelos y tamaños, vestidos, pantalones, shorts, ropa de deporte, camisetas y carteras. Mi mujer tiene una gran obsesión por las carteras, tiene de todos los modelos y de todos los colores.

Hace un tiempo le regale uno de los bolsos Hermes más caros del mundo, pague por el dos millones de dólares solo porque tiene 1160 diamantes.

A ella le quedan bien los diamantes

El dinero no la deslumbra porque ella tiene para comprarse ese y cualquier bolsos que se le cruce por delante, lo que valora es el gesto que tienes con ella.

-¿Te dejo de camino?-asiente distraída buscando algo con la mirada.

-Luego de diré a Gregori que me vaya a recoger. ¿Viste mi teléfono?

Niego, empezando a buscarlo de la misma forma.

Levanta las sabanas oscuras de la cama.

-Aquí esta.-levanta el aparato para que lo vea.-Andando soldado.

-¡Deja de hablarme como si fuera los niños!

Me mira mal.

-Avanza hijo de puta.-suelta con veneno.

DINASTÍAWhere stories live. Discover now