Capítulo 11

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Rafaella.

Llevo diez minutos esperando que Verónica se digne a llegar. Mi sangre está hirviendo y la rabia me toma en todos los sentidos.

Sé que la vida familiar te absorbe pero esto ya es el colmo, entiendo que los hijos son importantes. ¡Joder, también los tengo! Pero eso no significa que descuidaré mi trabajo, esto necesita más responsabilidad que todo en la vida.

Para mí todo gira entorno a esto, jamás he mezclado mi vida personal con el trabajo, porque eso no se mezcla, son cosas totalmente diferentes.

Cuando Máximo cayó en coma, deje de vivir mi vida como la conocía, me deprimí tanto que creí que no podría salir de ese mundo oscuro, pero tuve que levantarme a la fuerza, tuve que tomar el mando de mis negocios y de los suyos. En ese entonces no tenía muy claro cuáles eran todos sus negocios pero cuando me puse al frente me entere, es dueño de una casa de inversiones reconocida a nivel mundial que vende acciones y sociedades, dueño de clubs nocturnos, dueño de mineras extractoras de minerales: litio, uranio, oro; otras que extraen diamantes, además de tener constructoras inmobiliarias importantes en distintos países y ser dueño de muchos hoteles de lujo.

Me hice cargo de todo eso, sin ningún problema, conociendo mi capacidad en los negocios mantuve las empresas a flote, incluso incremente las ganancias.

Cree Riccardi Ass cuando tenía diecinueve años, aún estaba en la universidad, dedique noches enteras a perfeccionar cada rubro de la empresa y planificar cada proceso.

Regrese a Italia para hacer realidad lo que solo estaba plasmado en papel, cree algo poderoso en el rubro y no fue fácil, me costó insomnio, hambre, sudor y lágrimas, pero nací para ganar, para tener el mundo en mis manos y lo he conseguido.

Siempre he sido buena para los negocios, soy un depredador cuando se trata de cerrar tratos beneficiosos para mí, nací para esto. En el mundo empresarial se necesita cerebro y mucha inteligencia, no cualquiera puede triunfar y hacerse rico utilizando lo que le gusta.

Es cierto que nací en cuna de oro, mi familia es poderosa desde muchas generaciones atrás, tengo un apellido que me respalda, pero tengo un nombre que me engrandece. Todo lo que tengo lo he conseguido dejando todo mi esfuerzo, lo que poseo me lo he ganado, nadie me ha regalado nada. Debido a eso soy quien soy.

Verónica Fournier no va a ser la primera hija de puta que va a dejarme el trabajo botado.

Abandono mis pensamientos cuando abre la puerta acelerada.

-Lamento la tardanza. Mi hija no quería dejarme venir.-no respondo, solo la miro, la analizo porque planeo destrozarla.-¿Hola?

-Siéntate.-le señalo la silla.

Duda pero termina haciendo lo que le digo.

-¿Pasa algo?

-¿Sabes cuantos años he luchado por esta empresa, Fournier?

Traga lo que se le amontona en la garganta. Nunca suelo llamarla por su apellido.

-Si.-responde titubeante.

-¡Tengo veinte minutos esperándote!-grito haciéndola brincar en su lugar.-¡También tengo hijos pero estoy aquí, porque estoy entregada a mi maldito trabajo!

-Asia estaba llorando...

-¿Y eso que me importa?

-Es una niña.

-¡Mis hijos también son unos niños! ¡En lugar de estar aquí esperándote, pude haberme quedado unos minutos más con ellos en casa!

-Debí avisarte.

DINASTÍADonde viven las historias. Descúbrelo ahora