Capítulo 43

16.2K 870 78
                                    

Máximo.

Ayer por la noche, después de que Rafaella liquidara a más de 40 hombres, decidió que era buena idea apuñalarse en la pierna y cortarse los brazos.

En cuestión de segundos su cuerpo goteaba sangre sin control.

Por segunda vez sentí el temor de perderla y aunque era una situación controlada no puede evitar preocuparme.

Desee con todas mis fuerzas estar ahí para curarla.

Le quite en control de la base presidaria a Renzo y decidí devolvérselo a ellos para que pudieran ingresar y brindarle la atención que requería.

Después de eso di la orden de alistar las tropas aéreas del ejército y del Cirius, para atacar Estados Unidos con todo lo que teníamos.

Esta vez no habría compasión de por medio.

He perdido por completo la razón y van a conocer lo que es Máximo Kuznetsov sin cordura.

Sé que Rafaella se fue por su propio pie y origino todo, no concibo que la hayan orillado a actuar de esa forma.

Tengo claro que ella está ahí para demostrar cuán grande y poderosa puede ser. Para eso está usando el asesinato de una general que tenía investigaciones en mi contra y a pesar de que le explique que nunca podrían probarme algo explicito, no capto nada e hizo lo que se le vino en gana, lo hace con el fin de dejarlos en ridículo, pero principalmente porque nos atacaron cuando nuestros hijos estaban de por medio.

Después de eso he abordado una avioneta de guerra y he ingresado al país al promediar la media mañana.

Me importa una mierda llevarme por delante a quien sea, solo quiero acabar con todo el territorio del que Marc Davies se cree dueño.

Acabar con su falsa grandeza es mi único objetivo.

Demostrarle que no es nada será una de mis ensoñaciones a partir de ahora, porque meterse con mi mujer le pesara a quien sea.

Sera un peso con el que tendrán que cargar lo poco que les queda de existencia.

Como lo harán todos los hombres que fueron por ella a Italia.

Observe desde una propiedad aledaña a mi mansión como se llevaban detenida a mi esposa, pero sobre todo me fije en que el hombre que fue por ella es un general. Uno que ya tenía fichado.

Era el supuesto marido de la general y aunque no tenían nada oficial, al parecer le dolió su muerte.

Desde ese momento me dedique a meterme en el sistema de Italia. La seguí con cada cámara de seguridad de la calle que me diera vista directa a la camioneta que la trasladaba, hasta que abandono el país.

Perdí su rastro cuando estuvo en el avión.

Volví a verla cuando me apodere del sistema de seguridad de EE. UU cuando aterrizo en Denver e ingreso a una jurisdicción del estado.

El interrogatorio parecía ir bien, pero todo se complicó cuando ese imbécil de Clark tuvo que ingresar a ahorcarla. «¡Ahorco a mi maldita mujer!» La toco y la lastimo.

Ella lloraba con desesperación tratando de recuperar el aire que le habían quitado. Si mi mujer derramo lagrimas por causa de él, el derramara sangre a causa de ella.

Después de eso la derivaron a ADX Florence, una prisión de máxima seguridad, donde no lograron encontrarle el arma blanca oculta bajo su piel.

Se la fabrique justo para que fuera indetectable.

Me he seguido metiendo en el sistema todos estos días. Lo hago por horas, solo porque sé que la mantiene encerrada y que nadie tiene acceso a ella.

DINASTÍADonde viven las historias. Descúbrelo ahora