Capítulo 36

18.9K 1K 214
                                    

Máximo.

El golpe sutil en la puerta de la habitación me hace abrir los ojos, parpadeo con rapidez para aclarar mi visión. «Ya amaneció». Damiano está acostado sobre mi cuerpo, su cabeza sigue en el centro de mi pecho y sus brazos se sujetan a mis costados.

Levanto un poco la cabeza hacia adelante, veo como un rastro de saliva resbala por la comisura de sus labios y cae sobre mi pecho.

El toque en la puerta persiste por lo que estiro el brazo para alcanzar el móvil que descansa sobre el velero de noche.

Marco el número de Gregori y escucho como timbra detrás de mi puerta.

-¿Qué paso?-digo, con la voz un poco ronca.

-Buenos días, señor Kuznetsov.

Ruedo los ojos ante su contestación, sigue molesto y aunque trato que no me afecte, siento una presión en mi pecho.

¿Qué paso?-vuelvo a repetir manteniendo el mismo tono de voz. No lo suavizo, pero tampoco lo endurezco.

-Los hombres del Cirius han trabajado toda la noche. La Bratva no te ha traicionado, se ha rastreado a cada uno de los miembros...

-Alguien ha tenido que traicionarme, no hay otra explicación.

Me precipito a cortarlo porque no necesito que me diga que todos son inocentes.

-¿Me dejas terminar?

-Prosigue.

-El traidor esta en tu familia.-eso no me sorprende, muy en el fondo ya lo sabía.

El odio de la Palmieri no ha mermado, por el contrario, aumenta con los días.

-Creí que Ariadna había dejado de ser una piedra en mi zapato.

-No he dicho que sea Ariadna.

Un silencio interminable se cierne sobre nosotros y eso me conmociona un poco.

Varias ideas se cruzan por mi cabeza, «Fabio», ese hijo de puta del que he encontrado miles de llamadas perdidas en mi teléfono y el que sigue intentando contactarse conmigo me ha metido una puñalada por la espalda. Todo ha sido una farsa, la escoria que ha entrado a mi casa, se ha sentado en mi mesa y ha compartido con mi familia ha entregado nuestras cabezas.

-Fabio...-me cuesta pronunciar su nombre.

-Mia Kuznetsova ha negociado con los EE.UU.

Aprieto con fuerza el teléfono cortándole la circulación a mis nudillos. Cierro los ojos dejando interiorizando sus palabras. «Mia Kuznetsova ha negociado con los EE.UU». Ella me conoce, ha visto todas mis caras, pero parece que con los años se le ha borrado la memoria o ha dejado de ser inteligente esa desgraciada.

-Prepárate para salir.-termino con la llamada y con cuidado trato de mover a Damiano, para no interrumpir su sueño.

Se remueve llevando su mano a sus ojos.

-¿Papi?-habla bajito.

-Shhh.-lo silencio.-Tengo que salir un momento pero regresare en un momento.

-Que te vaya bien, papi. Ya lyublyu tebya, skorpion.-me dice con los ojos ya cerrados.

Sonrió al escucharlo hablar en ruso. «Te quiero, escorpión».

En el fono me gusta que me llame así. Tiene la idea de que así como yo le puse el nombre de pila cuando mostro su obsesión por los escorpiones, tengo derecho a tenerlo de regreso también. Así que profesa a los cuatro vientos que: «Papá y yo somos escorpiones».

DINASTÍAWhere stories live. Discover now