EXTRA: Golpe de realidad

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EXTRA: Golpe de realidad

Pierre.

Desde que Erick llegó a mi vida, se convirtió en mi foco de atención y en una de mis únicas preocupaciones por defender y por mantener con vida.

Perdimos a Larissa hace mucho tiempo y solo hemos sido nosotros durante estos años.

Cada día he intentado mantenerme cerca, fortalecer la relación de padre e hijo que tenemos, forjar un lazo irrompible, sin embargo, eso no quita que deba hacerlo fuerte, eso es fundamental en el mundo en el que vivimos. Él ha aprendido a diferenciar entre los momentos de entrenamiento y nuestros momentos de cariño.

-Papi, ¿Cuándo podemos ir a visitar a mis primitos?-pregunta mientras se mete uno de los mariscos a la boca.

Alguna vez recuerdo haberle comentado a Erick que mi hermano tenía dos hijos, no fue un tema que tratar, solo se lo conté porque si, para que tuviese conocimiento y él lo había dejado pasar, hasta que los vio el día del funeral de mi abuela, desde que jugó con ellos no ha dejado de mencionarlos.

Es el cantar de todos los días que el nombre de los hijos de Máximo resuene por mi casa, acompañado de apelativos bonitos. Se la pasa diciendo que son increíbles, que son buenos, de que les gusta jugar ajedrez, también dice que le sorprendió que a "la abejita", como ahora la llama, le gustarán los brócolis, además me ha contado que ellos lo han invitado a ir a su casa cuando quiera, menos en las horas de escuela porque ellos no están ahí.

-No sé cuándo podamos volver a verlos, hijo. La situación con mi hermano es complicada. Los veremos cuando nos volvamos a cruzar.

-Pero, papi, ¿Cuándo será eso?-pregunta triste.- Seguro será en mucho tiempo. Ellos me dijeron que viven en Roma. He averiguado en internet y está a solo 4 horas en avión.

-No lo entiendes, hijo, no podemos aparecernos en su casa sin ser invitados eso no está bien. Además, ya te he dicho que ellos son muy desconfiados, no podemos arriesgarnos a que nos maten.

-Ellos no harían eso.-mira su plato y logró ver cómo caen sus lágrimas sobre la comida.-No son personas malas.

¡Demonios! Odio verlo llorar, casi nunca lo hace pero detesto saber que algo lo pone triste.

-Eres muy pequeño para entenderlo, hijo, más adelante podrás hacerlo. Ellos no son nuestros amigos. Mucho menos mi hermano, él nos mataría sin dudarlo.

-Pero...-suspira profundamente, levantando la vista y centrándola en mi rostro.-Creo que él ya me quiere, me dijo que lo podía llamar "tío", puedes llamarlo y preguntárselo. Cuando me invite a su casa, si tú quieres, le puedo preguntar si puede ser tu amigo, papi, si me dice que si te lo diré, pero si me dice que no, entonces no comentaré nada más, solo me quedaré callado para no hacerte sentir mal y nunca más volveré a tocar ese tema.

No se cómo carajos puede ser tan inteligente y tratar con cuidado los problemas que le afectan a las personas.

-Lo llamaré en estos días.

Sonríe y los ojos le brillan como nunca. ¡Joder! De verdad los quiere y le hace mucha ilusión volver a verlos.

Volvemos a enfocarnos en la comida mientras él hace caras muy graciosas de todo lo que prueba en su platillo. Le fascina la pasta con crema de queso y mariscos, por eso comemos lo mismo casi cuatro días a la semana.

Acepto que me sorprendió un poco ver que la Riccardi lo tenía tomado de la mano, en realidad me asusto porque esa mujer y yo no hemos tenido, no tenemos, una buena relación, iba a ir por mi hijo cuando se acercaron hacia Máximo, pensé que había hecho algo malo, pero el abuelo me detuvo y dijo que había que observar.

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