Capítulo 19

17.5K 982 89
                                    

Máximo.

No he podido dormir durante toda la noche, mi sueño volvió a desequilibrarse, mi cabeza pesaba y mis pensamientos me jugaban en contra. Por la mañana he salido de mi casa con maleta en mano, llevándome lo poco que tenía en mi oficina.

Entro a la mansión que tengo en Manchester y tomo una botella de whisky antes de dejarme caer sobre el sillón que hay en la sala.

No sé qué me pasa, estoy cabreado y no puedo controlarlo, trato de ordenar mi mente pero me bloqueo. Estoy dolido, ayer le pedí que nos fuéramos a casa pero no me escucho, no se detuvo a considerar la opción de tomar mi mano y marcharnos, por el contrario, entro a firmar esos malditos papeles.

No quiero ni escuchar su nombre, ayer no soportaba poder mirarla, algo en mi cabeza la rechazaba y eso me dolía más a mí que a ella.

Cuando me acerque a ella la primera vez hace cinco años, fue con la excusa de formar una sociedad, cerrar un negocio, la venta de armas, pero después de unas horas su equipo llamo a decirme que no seriamos socios, ella no deseaba tener una sociedad conmigo me rechazo a primera instancia y hasta el día de hoy nunca ha firmado un contrato de esa índole, pero ayer la vi hacerlo con un extraño y algo de rencor me carcomió el pecho. No soporto que me nieguen algo y que le haya firmado a otro le causa a mi cerebro un cortocircuito.

Levanto la botella de whisky dejando que el ardor en mi garganta remplacé el dolor en mi pecho. Me arde algo dentro y no sé qué es. Me jode esto, me jode ella, me joden todos.

Mi cabeza me está jugando una mala pasada y temo que ella me vea así, no quiero volver a perder el control, no quiero que la oscuridad vuelva a nublarme como años anteriores y tampoco quiero que mis hijos contemplen como soy cuando me pierdo por completo.

He aprendido a controlar mis impulsos desde muy joven, pero tengo episodios donde pierdo todo estribo, donde ni siquiera me reconozco.

Debía ir a Rusia pero iría solo a matar, a desfogar la furia incontrolable que trata de encenderse en mi pecho, por eso he preferido venir aquí, a un lugar que siempre me ha traído mucha paz, un regalo.

Rafaella me ha visto matar pero no ha visto lo hijo de puta que puedo llegar a ser. Si no controlo mis acciones mucho menos lo hago con mis palabras, no quiero decir algo de lo que me arrepienta toda mi vida. Ella no ha presenciado mis momentos más negros, esos que ayer volvieron a echar raíces en mí, lo vi en el espejo, mis ojos volvían a dilatarse como años atrás.

Es como si me apagara.

No quiero que decida irse cuando vea lo que soy. Cuando descubra que siempre he hecho cosas desnaturalizadas para ganar. Soy una máquina que solo busca maquinar todo a su favor, engrandecerse y matar. No me importa pasar por encima de cualquiera. Todo debe estar a mi favor y si no lo está, terminare haciendo que cambie de rumbo para que lo esté.

No soy bueno, nunca lo he sido, ni cuando era un niño. A la edad que se supone eres inocente yo era un demonio. A la edad que se supone debes ver todo de colores yo lo veía todo en rojo y negro. A la edad en la que veías la vida florecer yo veía la ilusión secarse en mi interior. Pero ella llegó a despejar mi mente, cuando todos me miraban con miedo ella lo hacía con dulzura, no la pude olvidar porque caló profundo en cada uno de mis sentidos con su alegre sonrisa, su presencia me invadió por completo, apagando toda sed de maldad. Cuando la vi no pensé en dañarla, su inocencia y alegría me hicieron enloquecer. Me hicieron besarle las rodillas y prometerle cosas que mi mente oscura se empeñó en conseguir después. La amo como nunca imaginé amar a nadie, para mi ella es única. Me obsesione con encontrarla y termine haciéndola mía.

La pelinegra de ojos grises me lleno de amor. Mi mente se tranquilizaba cuando la invocaba. Aun lo sigue haciendo, solo necesito tiempo, necesito volver a menguar mis bajos instintos.

DINASTÍAWhere stories live. Discover now