Capítulo 38

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Rafaella.

Hemos tomado el jet casi al amanecer y hemos regresado a Italia. Nos vimos en la obligación de volver porque tenemos asuntos que atender. En mi caso específicamente tengo un plan que llevar acabo.

Mis hijos han asistido a la escuela, Máximo a su constructora porque tiene la licitación de una vía y yo voy en camino a hablar con mi padre.

Bajo de mi auto tomando mi bolso.

Ingreso a la propiedad y lo primero que veo es a Margarita con una bandeja en las manos.

-¡Margarita!-grito haciéndola dar un brinco.

-¡Niña, Rafaella, porque hace esto!

Me hecho a reír mientras ella me mira enojada.

-No te enojes. No es para tanto.-me acerco a ella para depositar un beso en su mejilla-¿Esto es para mi padre?

-Sí, el señor trabajara desde su oficina el día de hoy.

-Yo se lo llevare.-sujeto la bandeja.-Dile a mi madre que baje un momento, por favor.

-La señora Carolina no está en casa, tenía una sesión de fotos de su marca.

Lo había olvidado, falta poco para que saque la nueva colección de Ferrer.

-Comunica que no nos molesten.-le ordeno y ella sale a hacer lo que le digo.

Camino por el pasillo que da a la oficina de mi padre, doy un toque para avisar que ingresare y luego giro la manija.

Esta sentado en el sillón con los ojos cerrados y la cabeza recostada sobre el respaldar.

-¿Agotado desde temprano?-apenas escucha mi voz abre los ojos, sonriendo.

-Principessa, pensé que seguías en Rusia.

Niego caminando hacia el escritorio para dejar la fuente y mi cartera. Solo me acerco con el café.

Me siento sobre su muslo poniéndole la tasa casi en la cara, pero en lugar de tomarla me esctruja contra su costado.

-Regrese hoy por la mañana.

-¿Y corriste a verme?-pregunta con un deje de ilusión en la voz.

Agarra la tasa dando un sorbo a su café y luego otro.

Él sabe que sigue siendo mi lugar seguro, mi más grande amor.

Paso mi brazo por detrás de su cuello y pego mi frente contra su cien.

-Claro. Te extrañaba mucho, padre.

Respiro profundo, algo sensible.

-¿También estas agotada?

-Sí, pero es más grande el enojo.

-¿Mis nietos están bien?

Se acaba el contenido y deja la tasa vacía a un lado.

-Más que contentos. Damiano lo ha superado bastante rápido.

-Tiene nuestra sangre y la del bastardo, era obvio que lo superaría.

-Mis hijos, son muy fuertes, padre. No te imaginas como los amo.

-Yo me imagino, Principessa, créeme que lo hago. Tu amor por ellos debe ser tan fuerte como mi amor por ti y por tu hermano.

Lo miro, sus ojos tormentosos se ciernen sobre los míos. El gris de los dos es alucinantemente bello.

-Voy a destruir a cualquiera que intente lastimar a mi familia.

DINASTÍAWhere stories live. Discover now