𝐑𝐨𝐥𝐞𝐩𝐥𝐚𝐲 L.

𝑺𝒆𝒔𝒔𝒂𝒏𝒕𝒂𝒒𝒖𝒂𝒕𝒕𝒓𝒐

Un Lolla
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Editado.
La noche nos abrazó como ese frío en invierno, y yo me encontraba sola en aquella habitación a oscuras. No podía dormir, y dar mil vueltas en la cama al parecer no era una solución, cansada de la situación solté un suspiro pesado, y estire mi mano, para poder agarrar el celu, que se encontraba cargando sobre la mesita de luz.

Visto, ni un emoji, ni un punto, nada, solo un visto.

La puerta de la habitación que tenía para mi fue golpeada, extrañada por la situación, saqué la sabana con la que me estaba tapando, y descalza me encamine hacia la puerta, para poder abrirla, y así ver de quien se trataba. Una vez que la puerta fue abierta, lo observé apoyado en el marco de madera, mientras me miraba con la cara cansada, y una pizca de curiosidad.

—Hola vecina.~

Dijo el, mientras corría algunos mechones locos de mi cara, hacia atrás de mi oreja.

—Hola vecino.~

Repetí siguiendo su juego, el semi-teñido soltó una sonrisa, y luego ladeo su cabeza hacia un costado, señalándome su habitación.

—¿Vamos?~

Pregunto el, mientras esperaba mi respuesta, yo tan solo asentí con la cabeza, y me di la vuelta para poder agarrar el teléfono, más el cargador. Una vez lista, ambos nos encaminamos a la habitación que le habían dado para el solo.
Una vez que llagamos a su habitación nos acostamos, apagando la luz, y nos quedamos observado el techo.

—¿Vos tampoco podías dormir?, o ¿te desperté?

Pregunté yo, mientras mi vista seguía fijada en aquel techo.

—No podía dormir.

Respondió el, volteando su cabeza hacia un costado, para poder mirarme.

—Y ¿que tiene tan ocupado tu cabeza?, ¿una nami?

El río.

—Tal vez si, tal vez no.

—Apá, ¿de quien hablamos?

Pregunté una vez más, mientras optaba por hacer la misma acción que el.

—Es, es hermosa, inteligente, graciosa, y no se, cuando me mira siento que me ve hasta el alma.

—Apá pero estamos muy enamorados por acá.

Solté con una sonrisa.

—Si, pero ella no se rescata.

—Ya se va a dar cuenta, y si no lo hace, es re dormida. Es lindo el amor, al menos cuando le pasa a los demás.

Conteste con una sonrisa.

—A vos también te va a llegar, tenés que dejar de dormir tanto.

Reí y asentí con la cabeza.

—Pero con lo lindo que es dormir.~