𝑶𝒕𝒕𝒂𝒏𝒕𝒂𝒏𝒐𝒗𝒆

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Una boda
.

—Y dale y dale, y Dale bo, Y DALE, Y DALE, Y DALE BOCAA.

Agitaba Agustina, mientras iba haciendo quilombo con aquel chifle que había conseguido en la gradu. En este momento se encuentra caminando con los championes de Mauro por la calle, quien se los había prestado porque a ella le dolían los pies.

—Amor deja de caminar rápido, estoy descalzo yo.

Dijo Monzón riendo.

—¿Estuchas?

Pregunto Agustina un poco copeteada.

—¿Que?

Contra pregunto Mauro, sin entender.

—¿No estuchas?

—Jajajaja ¿que tengo que "estuchar"? 

Respondió en una carcajada, mientras la escuchaba balbucear.

—La voz del amour de mi vida, alguien está estuchando tu músikita.

Monzón soltó una carcajada, y negó con la cabeza.

—Amor estas re en pedo, a demás no se que escuchas, no se escucha na'.

Ella rio, y se acercó a él.

—¿Me Kantas?

Pregunto sonriente.

—En casa amor, estamos en la calle.

Contesto el.

—Porfa mor, porfa.

Rogó ella, quien lo miraba con los ojos chiquitos, y una sonrisa que reflejaba lo mucho que había tomado en la noche, aunque si vamos a ser sinceros, no estaba tan en pedo, ya que podía pararse, y caminar recto, era un pedo feliz.

—Ganas por cansancio pendeja.

Respondió el, cruzado de brazos.

—Me encanta cuando me decís pendeja.

Contesto ella, tratando de hacer que él dejara sus brazos flojos.

—Dale cántame.~

Aquel río, y se agachó un poco para poder levantarla, y llevarla como una princesa por las calles de Buenos Aires.

—Debajo de la Luna y encima de mí,
Recorriendo tus curva' a lo Need For Speed,
Se me sube y me carga la Glock,
Me dejaste en shock, baby, I-I-I-I don't give a fuck.~

Cantó el, mientras la miraba a los ojos, ella le sonreía de costado, mientras lo escuchaba cantarle.

—El humo se disipó, fue cuando nos encontramo' los do', Desde que lo hicimo', nunca más nos olvidamo', I don't give a fuck, si en mente y en cuerpo nos conectamo', Baby, tú te transforma', Cuando se apaga la luz,
Y te pones en frente, ganas de comerte sobran en mi cuerpo.
Cuando entramo' en el mood
Qué rico que se siente, poseo tu mente cuando estoy ahí, ahí, ahí, ahí.~

Aquella castaña colocó su mano en su mejilla, y lo acarició con lentitud, su sonrisa torcida seguia intacta, y aunque quiso preguntar, la llegada al apartamento se lo impidió. La limosina que los había venido a buscar hace unas cuantas horas, los dejó a tres cuadras del apartamento, ya que Agustina insistió en que quería caminar, Mauro no se negó, ya que estaban a muy poco tiempo del destino, y solo quería cumplir los pedidos de su hermosa novia.

—Llegamos.~

Exclamó Monzón, quien le sonreía, las luces del pasillo que daban al ascensor, eran muy bajas, pero eso no impidió, que sus ojos verdes brillaran más que nunca.
El peli-blanco, como pudo presionó aquel botón que daba al primer piso, para que las puertas se abrieran, y en un cero con cinco estar en su apartamento.
Una vez frente a aquella puerta, sacó las llaves, y las colocó en la cerradura, para poder abrirlas, y así pasar al espacio.

𝐑𝐨𝐥𝐞𝐩𝐥𝐚𝐲 L.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora