𝑶𝒕𝒕𝒂𝒏𝒕𝒂𝒔𝒆𝒕𝒕𝒆

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De promesa
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Editado
—La rompiste mal.

Exclamó Monzón, quien me observa de reojo, mientras ambos íbamos caminando de la mano por las calles de Buenos Aires.

—¿Decís vos?

Pregunté yo, una vez que nos detuvimos frente a ese Jeep violeta que nos esperaba para regresar a casa.

—Si amor, mal.

Solté una sonrisa, y le regalé un beso, cual siguió mientras acariciaba mi mejilla, una vez nos separamos el rubio me abrió la puerta, y espero a que me subiera para volver a hablar.

—¿Que vamos a comer hoy?

Pregunto.

—¿Empanadas?

Contra pregunté yo, mientras lo observaba con una sonrisa.

—Me encanta.

Respondió, me puso el cinturón de seguridad, y me regalo un último beso, para poder cerrar la puerta, y rodear allá camioneta para subirse y poder manejar al apartamento.

Respondió, me puso el cinturón de seguridad, y me regalo un último beso, para poder cerrar la puerta, y rodear allá camioneta para subirse y poder manejar al apartamento

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—Mira cómo está, esta re rica.

Exclame con una sonrisa, mientras le entregaba la empanada que sabía que era la peor de todas. Les cuento la situación, con Mauro llegamos a casa, y decidimos encargar las empanadas, hasta ahí todo bien, pero como estamos medio al pedo, decidimos comprar empanadas aleatorias, o sea, te puede tocar una de pollo, como una de carne picante. El chiste era comerlas y mientras degustamos nos íbamos dando cuenta cual comíamos, por eso le estoy entregando la empanada fea.
Cuando el chabon del local me trajo la comida, le pregunté cuál era la peor de todas, me dijo que la de Ananá, y que nos íbamos a dar cuenta cual era, porque casi siempre venía medio deforme. Adivinen cual le estoy dando a Mauro, JAJAJAJA si

—¿Estás segura?

Pregunto el, mientras me miraba con desconfianza.

—Si claro amor, está re grande, mira si es la de hamburguesa, la mejor.

Este achinó sus ojos y con desconfianza la agarro, la olió un poco, pero al no encontrar rastros de absolutamente nada, se vio obligado a probarla, una vez que le encajó los dientes, dejó que la comida se quedara en su boca, su cara de asco me hizo carcajear, y aunque él me miraba con odio, yo no podía evitar no reírme de la situación.

—Sos la peor de todas.

Exclamó el, quien tragaba con asco lo que acababa de comer.

—Da amor, era una joda.

—Si bueno, jodete ahora.

El rubio se cruzo de brazos y dejo la empanada mordida sobre la caja.

—Da amor no te enojes.

𝐑𝐨𝐥𝐞𝐩𝐥𝐚𝐲 L.Where stories live. Discover now