15 • (C) She Loves Control

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Lauren Jauregui P.O.V.

Reuniones, dimisiones inesperadas de colaboradores importantes y malversación de fondos. Esa era exactamente mi situación en este prestigioso martes. Me pasé cerca de dos horas lidiando con la discrepancia en el balance de mi empresa, ya que la diferencia entre el activo y el pasivo, era cerca de los doscientos cincuenta mil dólares negativo, en el pasivo corriente.

Es una pena inaceptable.

El error de mi departamento era imperioso. Repito, imperioso. Pensaron que podían engañar a una mujer de treinta y seis años, licenciada y con posgrado, referencia en varios campos; diciendo que yo, Lauren Jauregui, había firmado un contrato liberando esa cantidad de dinero a una startup fantasma, sin comprobantes, dirección ni representantes. En todos estos años como dirigente, puedo decir que soy una gestora atenta, que lee y analiza cada coma de un contrato para asegurarse de los pros y los contras. Nunca sería tan estúpida como para ceder capital a una institución que no es reconocida en el mercado.

Incompetentes y mercenarios, eso es lo que era este equipo de quince funcionarios. Así que decidí despedir a esa empresa de contabilidad subcontratada y contratar una nueva bajo la influencia de mi muy inteligente y proactiva auxiliar administrativa, Ariana. Una gran suerte, ya que el negocio estaba en pleno apogeo, debido al nuevo patrocinio de la "Trinidad". Si Ariana no hubiese dado un paso al frente y buscado un nuevo colaborador, mientras todos los demás se divertían en el restaurante, mi empresa habría estado condenada al fracaso.

Así que me fui de mi agencia más enfadada de lo normal. La semana fue bastante agitada, donde este asunto de la malversación de capital no era el único que me quitaba la cordura, también se dio la situación de la pérdida de unos documentos muy importantes de RRHH, que eran total responsabilidad de Verónica Iglesias, que ya estaba con los días contados dentro de mi empresa, debido a su comportamiento y su desorganización.

Al llegar a casa, me di el privilegio de bañarme en mi jacuzzi con unas sales minerales, respirar hondo, suspirar y cerrar los ojos para ver si conseguía dispersar por un momento estas preocupaciones. Más que el dinero y mi reconocimiento, era el salario que pagaba a mis funcionarias. Cada día veía sus sueños, sus familias. El fracaso y la quiebra nunca podrían ser una opción ahora, pensé, mientras me masajeaba las sienes con las yemas de los dedos.

— Concéntrate, Lauren. Concéntrate... — me dije a mí misma, poniéndome en pie. — Ahora no es el momento de pensar en eso. — Me recordé, mientras me miraba al espejo y veía con precisión las marcas que Camila me había dejado la noche anterior. Deliciosos y cálidos chupetones, dignos de la persona que los hizo.

Ella fue la primera mujer con la que me acosté que dejó huellas de una manera tan inconsecuente y.... Salvaje. Sí, definitivamente salvaje, pues no era solo el cuello, mi espalda también estaba marcada por los arañazos de sus cortas uñas. Su olor que, incluso después de ducharme, aún perduraba en mi ropa. El dulce sabor de sus labios y su lengua. La presión de sus caderas sobre mi regazo, donde parecía que con cada aventura a la que me sometía con aquel cuerpo cálido y lleno de curvas bien formadas, más de él necesitaría conocer para que el resto de mi día tuviera sentido.

Camila: Estoy aquí, en la portería. — 11:03 p.m.

En lo que terminaba de cepillarme los dientes, solo me di cuenta de la hora cuando escuché mi móvil vibrando y abrí el mensaje de Camila por el Instagram. Escupí rápidamente el resto de la pasta, me limpié la boca con agua antes de secármela con la toalla.

Camila: Prohibida. Me prohibieron pasar.

Ya eran las once de la noche, el clima estaba templado y el barrio tranquilo, como era mitad de semana, pocos se darían el lujo de salir a divertirse hasta tarde, como habíamos decidido Karla Camila y yo.

La Amante de mi Esposo (ℭ𝔞𝔪𝔯𝔢𝔫) - TraducciónWhere stories live. Discover now