21 • Loyalty

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Una mentira es una puerta a la que, una vez cerrada, ya no se puede volver. Porque no hay llave en el mundo que pueda abrir un corazón o una mente que se han cerrado tras perder la confianza. La confianza no tiene siete vidas. Pedir perdón o intentar justificarse puede incluso aliviar la situación, pero nunca dejarla caer en el completo olvido.

Quizá Alexa tenía razón: Jauregui estaba harta, saturada, de personas como ella y Verónica que la rodeaban por donde iba. Esos que se hacen de buenos compañeros, pero que te apuñalan por la espalda a la primera oportunidad que encuentran.

Así que, Lauren se sentía débil, frágil, manipulable, después de tanto tiempo intentando demostrar lo contrario a todo el mundo, y al final, casi le pasa por encima, la que dejaba tomar del mismo café en su sala, irónicamente a la que más libertad le había dado y a la que creía que era su verdadera compañera. Fue engañada cuando hizo todo lo posible para no serlo.

Las palabras de Alexa seguían presentes cuando Jauregui se había prometido que no volvería a escucharla. Pero era inevitable no tenerla en cuenta en una situación como aquella, cuando estaba llena de dudas.

"Pon mucha atención a lo que vas a escuchar. Yo soy el menor de tus problemas en esta agencia, Jauregui. Mira quién está realmente en tu contra".

Repetir esa frase en su subconsciente no la ayudó ni un poco. Al contrario, la hizo ahogarse aún más en sus pensamientos. Dejándola loca sin saber a quién escuchar ni en qué creer.

Lauren vio con sus propios ojos los archivos acusatorios que mostraban las firmas de Verónica a terceros. Su correo electrónico estaba adjunto, dándole acceso a ellos, ya que era la única que conocía los datos de registro. Su sistema fue accedido durante las primeras horas del vuelo. Vio pruebas que no solo meterían a Verónica Iglesias en la cárcel, sino que podrían joderla de por vida, exigiéndole el reembolso del dinero robado que, probablemente, ni siquiera tendría si juntara los ingresos de dos generaciones de su familia.

Pero no lo exigió precisamente por las palabras de Alexa. No por el momento.

El hecho era que estaba perdiendo la razón y no podía tomar ninguna decisión con la cabeza caliente, como le habían ordenado sus funcionarias. La prudencia tenía que ser lo primero. Por lo tanto, despedirla sonó como lo más correcto y sensato por hacer, porque ahora estaría atenta a la gente que la rodeaba.

¿Por qué iba a traicionarla Verónica Iglesias? Si no utilizó el dinero, ¿por qué iba a ayudar a otros a enriquecerse ensuciando su nombre?

Según lo que Lauren investigó por su cuenta aquella tarde, ninguna de las deudas a su nombre había sido pagada. Ninguna transacción sospechosa, según el director de la agencia bancaria de Verónica. Como buena incompetente que era, su nombre seguía en números rojos, debiendo hasta los zapatos que usaba para la construcción de su casa.

Se estaba convirtiendo en un juego peligroso, con menos piezas, ya que le habían quitado a Lauren una de las únicas compañeras en las que confiaba de verdad. La estaban debilitando, haciéndola susceptible.

¿A cambio de qué?

Eso era lo que Michelle necesitaba averiguar.

Sin embargo, para no volverse loca antes de tiempo, Jauregui decidió que, al final de su jornada, se daría el lujo de hacer algo que pudiera sacarla de la realidad, porque sabía que, si quería actuar con eficacia a la mañana siguiente, necesitaría, sobre todo, estar en sus cabales. Tenerlo todo bajo control. Así que eligió entrenar boxeo en su piso. En el balcón.

Con sus guantes de entrenamiento, un chándal negro, zapatillas deportivas y una coleta en la cabeza, Lauren golpeaba el saco de boxeo como si pudiera arrancarle toda su angustia.

La Amante de mi Esposo (ℭ𝔞𝔪𝔯𝔢𝔫) - TraducciónKde žijí příběhy. Začni objevovat