37 • Alexa Ferrer

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La Navidad...

El veinticinco de diciembre suele caracterizarse por los almuerzos familiares, la paz y el intercambio de regalos tras un delicioso postre. Es una fecha muy querida por muchos, dada la representación de renacimiento, bondad y generosidad que llevaba implícita consigo.

Pero no en esta Navidad.

Los Estados Unidos de América estaban sumidos en la anomalía gracias a las acusaciones de Stella contra Lauren.

Para hacerse una idea de la laguna que ha creado esta noticia, los economistas compararon este acontecimiento con las últimas elecciones entre Trump y Biden debido a tal dualidad de opiniones. En la televisión, los anuncios y los programas navideños dieron paso a periodistas y especuladores ávidos por más información. El romance de Lauren y Camila, junto con las acusaciones de asesinato y abusos, ya estaban en boca de todos: unos decían confiar en la inocencia de la magnate; otros la condenaban a la pena máxima, manchando el nombre de su empresa en todas las redes sociales existentes.

Consciente del caos, pero ignorándolo como si no existiera, Jauregui se despertaba con su correo electrónico abarrotado de mensajes. Con paciencia, primero se duchó y luego los contestó uno a uno utilizando el portátil que estaba a punto de dejar en manos de la fiscal Evans.

Convocó una reunión de última hora con todos los accionistas e inversionistas. Luego se preparó para tal compromiso.

Para aquella mañana de Navidad se puso un traje gris extremadamente sofisticado, acompañado de tacones y otros accesorios que le dieran el aura de mujer de negocios segura de sí misma que era.

— ¿Qué te parece? — Lauren dejó de anudarse la corbata en cuanto la voz acentuada se hizo presente en su habitación. — ¿Me veo bien así?

Karla entró en la habitación con su largo vestido rojo, mostrando su escote en V así como las curvas de sus caderas estrictamente grandes y marcadas. En respuesta, Jauregui, que decía ser una experta atando corbatas, se detuvo y se perdió en lo que estaba haciendo después de mirarla de arriba abajo.

— Perfectamente preciosa, mi amor. — dijo con el aire atrapado en el pecho, orgullosa de la hermosa mujer que tenía delante, esperando un beso de buenos días.

Lauren se dirigió rápidamente hacia la puerta donde estaba su modelo y no perdió tiempo en rodearle la cintura con los brazos. Como no llevaba pintalabios, olfateó y besó el cuello de Camila, que correspondió con gemidos contenidos dado lo sensible de la zona.

— Seguramente me pondré celosa cuando te presentes ante esos señores... — murmuró, llena de malicia, manoseándole la cintura mientras su boca recorría el cuello de Karla. — Tsk, tsk... Mírate. — Dejó unos mordiscos a lo largo de su cuello, haciendo que Karla Camila jadeara y se estremeciera al mismo tiempo. — Seguro que te miraran como yo te estoy mirando ahora...

— ¿Y cómo me mira usted ahora, Sra. Jauregui? — abrió los ojos, llevando una de sus manos a la mandíbula de Lauren para que pudiera corresponder a su gesto de mirarla.

— Te estoy deseando, Srta. Cabello. — Lauren se unió a la broma mientras miraba intensamente sus ojos marrones. El brillo y la ligereza de sus ojos eran puros y dignos de envidia. Tenían la mejor de las relaciones. Eran capaces de amarse sin pronunciar palabra. — Estoy pensando en cómo quitarte este vestido después de la reunión... — le dedicó una sonrisa ladeada, que la latina aceptó encantada.

— Me gusta esa sugerencia, mami. — como provocación, Camila se mordió el labio inferior. — Pero por qué no... — Camila apretó un poco más la parte donde tenía los dedos, acercando la cara de Lauren a la suya. — ¿Por qué no ahora?

La Amante de mi Esposo (ℭ𝔞𝔪𝔯𝔢𝔫) - TraducciónWhere stories live. Discover now