32 • Fifteen minutes

610 31 1
                                    

[...]

— Yo también te amo. — Camila le contestó tan sincera y apasionadamente como pudo. Sus ojos se llenaron de lágrimas porque sabía que el sentimiento que compartía era mutuo. — ¡Te amo tanto, Lauren! — sus frentes se pegaron, sus ojos se conectaron mientras expresaban por primera vez la frase más poderosa en una relación. Qué bueno era poder sentir sus corazones en un solo latido, como si sus almas estuvieran conectadas.

Luego se besaron y abrazaron durante largos minutos. Tantos minutos que no se dieron cuenta del tiempo que pasaba. La luz de la luna estaba tan hermosa, encajando a la perfección con el ambiente romántico, que prefirieron quedarse allí, simplemente disfrutando del momento.

Lauren, agotada tras un día productivo y especial, se veía indispuesta a prolongar la velada hasta altas horas de la madrugada, como solían hacer. Camila estaba encantada de complacerla. De hecho, fue idea de la propia latina la de realizar sus higienes bucales y meterse en aquella cama ultra mega gigante, pues no veía la hora de perderse entre las sábanas más suaves y calentitos que había experimentado en su vida.

Sus manos se entrelazaron antes de cerrar los ojos, ya tumbadas. Se hicieron algunas declaraciones bajo voces cargadas de sueño y cansancio. Al final, durmieron juntas después de cinco largos días separadas del contacto de la otra.

. . .

La semana siguiente, las cosas parecían más volátiles que de costumbre. A Jauregui le habían pillado desprevenida el otro día, colándose por la puerta trasera. Como consecuencia, tuvo que conceder entrevistas, entre otras cosas, para calmar la euforia impuesta por la prensa.

También recibió la mala noticia de que Ariana cumpliría su condena preventiva en régimen cerrado hasta su juicio, que, según las autoridades estadounidenses, tendría lugar dentro de dos meses.

Dos meses.

Lauren no se desesperó.

Intentó llamar a Normani, habló con Ally, pero ninguno de sus intentos dio resultado, ya que la decisión había partido de un gabinete, totalmente fuera del control de las otras dos mujeres, que no podían hacer otra cosa que buscar pruebas para el juicio.

Lamentarse no era una opción, de hecho, nunca lo había sido para Lauren. Necesitaba crecer, ampliar el reconocimiento de Jaguar's. Necesitaba aportar confianza a sus inversores. Así que lo haría.

Tenía que ganarse el público y dinero, es decir, necesitaba cerrar patrocinios.

Y nada mejor que ir a la capital de las oportunidades para encontrarlo.

— ¡Tokio! — Dinah aplaudió feliz, mientras sujetaba su equipaje de mano. — ¡Qué lugar tan hermoso! — Sus ojos analizaron edificio por edificio con asombro.

Alexa, Verónica y algunas otras modelos también la acompañaban. De hecho, ninguna de ellas haría falta allí, ya que no habría desfiles en la ciudad.

El caso es que Lauren no podría llamar a Camila sin despertar las sospechas de Alexa y de los medios de comunicación. Para ello, y porque quería un momento más privado con su principal modelo, la magnate había decidido invitar a buena parte de su equipo, dejando al resto en Miami bajo la supervisión de Clara.

— Dios mío, ¡cuánta gente! — Vero, se sobresaltó al principio, acababan de salir del aeropuerto, dispuestas a tomar taxis por separado. Miró el paso de peatones y se sorprendió al no verlo cuando el semáforo se puso en verde. — ¡No me suelten la mano, ni de joda! — dijo, aferrándose con uñas y dientes a la mano de Dinah.

Tokio es la capital de Japón. Al ser una metrópoli y centro financiero y tecnológico del país, era ideal para inversores y empresarios como Lauren, que buscaban una oportunidad.

La Amante de mi Esposo (ℭ𝔞𝔪𝔯𝔢𝔫) - TraducciónМесто, где живут истории. Откройте их для себя