20 • Hackers

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Lauren Jauregui P.O.V.

La rutina es algo que nos atrae y nos pilla desprevenidos. Por ejemplo, siempre me ha gustado, normalmente de madrugada, tomarme un vino francés mientras me sumerjo en el jacuzzi después de un día agotador. El vino y un día agotador eran mi rutina, y ambos se complementaban, si te pones a pensarlo, pues, si no tuviera un día tan estresante, no habría razón para que me deleitara en las bebidas alcohólicas, ¿no es así?

Error.

Digo, porque si funcionara en la práctica, no sentiría la necesidad de beberlo en momentos en los que mis neuronas no estuvieran corroídas por la presión del entorno laboral, es decir, durante las vacaciones.

Y fue precisamente con esta cabeza hueca, confundiendo rutina con adicción, que propuse lo que se suponía que era un "sexo sin compromiso" con Camila. Y que estaría bien si la propuesta tenía lugar cuatro, tal vez cinco o incluso siete días a la semana, después de todo, bastaba con llamarlo "rutina", algo que solo serviría para aliviar nuestro estrés, y todo estaría bien.

— Hola, buenos días Sra. Jauregui. — A las siete y diez de la mañana, Willians, el guardia de seguridad, me saluda al pasar por la puerta, caminando por la planta baja.

— Buenos días. — Le dedico una media sonrisa, todavía un poco atrapada en mi burbuja de pensamientos.

Imponer a Camila como parte de mi rutina era lo más pragmático y una de las cosas más imbéciles que podía hacer en mi vida.

Pensé, mientras me dirigía a la parte principal.

Camila no era y nunca sería rutina. Sus indecisiones y sus deseos eran la prueba viviente de que no lo era. Sus miedos, sus sueños: ambos eran a menudo paradojas, aunque ella nunca las dejara de seguirla fielmente.

No sabía con qué Camila trataría al día siguiente. Si era la que deseaba la relación a escondidas o la que había decidido acabar con todo, la que se precipitaba y solo se daba cuenta de que se había equivocado cuando los hechos se ponían sobre la mesa.

En cualquier caso, yo me quedaría allí. Sus indecisiones no me afectaban; al contrario, me animaba aún más a conseguir que me diera una respuesta concreta.

— Concéntrate, Lauren. Ahora no. — Me regañé a mí misma en voz alta, mientras subía al ascensor y desde que abrí los ojos hasta lo que me llevó en llegar a la agencia, no pude dejar de pensar en Camila y en lo loco que podía ser todo lo que estábamos haciendo fuera de la vista de los demás. — Concéntrate... Concéntrate. — la máquina cerró la puerta, apreté el botón de la planta deseada.

Cuando estudié administración en la universidad, aprendí que en contabilidad no puedes mezclar tu patrimonio personal con el de la empresa. En otras palabras, esto significa que la cantidad registrada como ganancia de la empresa no podía utilizarse para liquidar mis cuentas por pagar, si antes no fijaba debidamente una remuneración personal, firmando y registrando que yo, Lauren Michelle Jauregui Morgado, estaba retirando una parte de la cantidad como forma de pago por el trabajo que había realizado para Jaguar's durante el mes de impuesto.

Es una lástima que cuando se trata de sentimientos, a menudo no haya nada que nos ayude a aplicar esta misma regla, la de separar lo personal de lo laboral, de una forma tan sencilla y eficaz. Una ley, como en el caso de las remuneraciones. Al fin y al cabo... No tenía forma de controlar estos pensamientos que de repente iban y venían. Simplemente... me dominaban.

Era raro cómo de repente todo se reducía a cómo podía proporcionarle placer y cómo podría repetir el gesto sin parecer sospechoso, a pesar de estar adicta a aquel beso y al cálido tacto de su piel como para razonar cada vez que me proponía repetir nuestras relaciones al día siguiente.

La Amante de mi Esposo (ℭ𝔞𝔪𝔯𝔢𝔫) - TraducciónWhere stories live. Discover now