LA GUERRA: ES SUCIA Y CRUEL

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El agradable mensaje de una mano amputada envuelta en un papel de bocadillo de una tienda del puerto de Bremerton, tuvo el efecto esperado. Los Medianoche no dudaron en atacar a los Colmillo con toda su rabia, metiéndose en una guerra sin sentido que ninguno de los dos bandos había buscado. Erwin lo observaba todo como un malvado súper villano en lo alto de su torre, fumando esos «puritos que le quedaban» y sonriendo como un cerdo tras recibir llamada tras llamada de sus espías y policías corruptos sobre el avance de la guerra. Solo le faltaban los rayos retumbando de fondo.

-Ya he hablado con algunos clientes que nos habían abandonado, les he asegurado que dentro de poco ya no les venderán mercancía y les he ofrecido un trato a un coste mayor del que ya teníamos -me explicó el domingo en su despacho, apenas dos noches después del gran golpe-. También he pensado que podríamos tomar de vuelta Federal Wey y permanecer a la espera, si ganan los Medianoche, veremos cuántos Machos les quedan vivos, si son una cantidad razonable, podríamos invadirles y extender el Territorio por el sur. No necesito su puerto de mierda, pero tampoco nos vendría mal...

-No nos precipitemos, Erwin -le advertí, echando una calada a un lado-. ¿Ya has mandado a la humana a Bremerton?

-No, es complicado -respondió el Alfa, recostándose sobre su sillón y dejando sus ideas de conquistador a un lado-. Con la guerra no quiero que vean a ninguno de los míos rondando por allí.

-Iré yo -me ofrecí.

-No -se negó al instante-, es peligroso y no quiero tener que soportar a Eren. Todavía no me ha perdonado del todo nuestro... pequeño incidente.

-Tenemos que deshacernos de la compañera, Erwin -insistí-. Tienen que encontrarla en su Territorio, como habíamos acordado. Es importante para que no se den cuenta de que ha sido todo una trampa.

-¿Y cómo vas a mover un cadáver a través del río y dejarlo en algún lugar para que lo encuentren sin levantar sospechas? -me preguntó, entrecerrando los ojos antes de fumar una calada de su purito. Jamás lo reconocería en voz alta, pero Erwin fumaba como un cabrón muy sexy.

-Me llevaré conmigo a Floch.

-No -repitió, esta vez más duro que antes-. Floch está muy ocupado fregando el edificio de oficinas...

-Floch se coló en un Territorio enemigo durante toda una semana y consiguió raptar a la compañera de un SubAlfa, Erwin -le recordé-. Creía que a ti te gustaba sacarle el mayor provecho a las capacidades de tus Machos.

El Alfa se lo pensó y, con una mueca de disgusto, se inclinó para dejar la ceniza sobre el mismo vaso de la cocina que seguía usando como cenicero.

-Se lo explicarás tú a Eren y te harás responsable de todo lo que pase -murmuró.

Asentí y me levanté, apagando el cigarrillo en el mismo lugar antes de salir por la puerta. Aunque las cosas hubieran ido bien hasta el momento, aún quedaba trabajo sucio por delante. No sabíamos cuánto podrían tardar los Medianoche en derrotar a los Colmillo en aquella guerra sangrienta y sin cuartel que estaba empezando a llamar la atención de los medios y de la policía. Por lo que decían los informadores de la Manada, los Medianoche habían asaltado por sorpresa a los lobos de Bremerton, lo que les había dado una notable ventaja. Habían quemado un par de sus edificios y matado a algunos de sus Machos. Era difícil pensar que los Colmillo pudieran reorganizarse a tiempo y atacar de vuelta, así que, cuando los Medianoche descubrieran que la compañera no estaba allí, sabrían que les habían engañado. Eso les llevaría a sospechar de nosotros y, quizá, a atacarnos. Los lobos de Tacoma seguían siendo una Manada grande; no tanto como la nuestra, pero grande. Aún con sus fuerzas mermadas, no saldríamos de esa guerra tan bien parados como con los del Aullido. Y, aunque Erwin ya estuviera pensando en ampliar el Territorio, el objetivo principal de todo aquel plan siempre había sido evitar una guerra que no queríamos. Por eso la compañera debía aparecer muerta en alguna parte de Bremerton, acabando con toda sospecha y con la posibilidad de ser descubiertos.

Humano - EreriWhere stories live. Discover now